Por mientras, una vista a mi pasado

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Al parecer, la determinación de Cedric solo duró un segundo. En comparación, su morosidad duró una buena semana. Mi querido sobrino me traía harta con su indecisión; revisando el móvil a cada cinco segundos, desbloquearlo, solo para guardarlo de nuevo antes siquiera de abrir el icono de llamada. Repitió este ritmo como si estuviera programado y luego tenía problemas para concentrarse en su vida diaria, ni se había tomado su medicina para la ansiedad. Me sentaba mal verlo de esa manera, pero tenía miedo de dejarlo ir a esa cita con el mocoso de David. Técnicamente la cita es mas un compromiso que nada, pero eso no me quitaba mala espina que me provocaba David.
Justo como un reloj, Ced sacó su celular una vez más. Y, bueno, al menos esa vez logró marcar el número de teléfono de David, el cual aún estaba en la primera página del libro de hace semanas. Pero antes de que se acobardara y me sacara de quicio una vez mas, usé un poco de energía de mi parte para poder tocar la pantalla y hacer la llamada. Cedric, el dedos de mantequilla, dejó caer el aparato en el suelo con un gimoteo de sorpresa. Pero eso no evitó que la llamada conectara, eso lo cuenté como una victoria. Se escuchaba la estúpida voz de David contestar el teléfono al otro lado de la línea, por lo menos tendríalos un avance en los eventos.
O lo hubiéramos tenido de no ser por que mi querido, bello, listo, adorable sobrino que es un muy desubicado para situaciones sociales, colgó la llamada sin decir nada.
ー Cedric, me estas jodiendo a propósito, ¿verdad? ーReclamé , sin poder contenerme. Mi pobre sobrino resopló con frustración ー¡Pero llama ya, que estamos perdiendo tu juventud!
Y por que no quiero aburrirlos con una narrativa sobre como fue que tomo otras dos horas más para que Cedric llamara, conmigo dándole ánimos, por supuesto; les contaré más sobre mi vida y mi muerte.

Nací, crecí y morí con el nombre de Ivette Kissos; el segundo día de Marzo, 1435 en el pequeño pueblo de Rainerville. Uno de esas pequeñas comunidades en las que todos se conocen, divididos en zonas de ricos, los sirvientes de estos; y, luego los que éramos pobres. Llovía mucho en la villa, de ahí el nombre, por eso mismo ayudaba mucho a las plantaciones de diferentes vegetaciones. De igual manera, había una gran variedad de lagos y estanques, nos encantaba jugar alrededor de ellos en verano cuando éramos niños en para combatir el calor.
Mis padres no eran ricos, ellos trabajaron duro para que mi hermano y yo tuviéramos algo para comer. Nos hicieron saber cuanto nos amaban hasta el último momento en que sus cuerpos enfermaron. Murieron en mi octavo invierno. Pero no se angustien, porque Eridan, mi hermano, y yo fuimos acogidos por la familia McWhistler, que estaban tan bien establecidos con sus tierras y dinero que no les molestó tomar a los dos huérfanos que un par de sirvientes dedicados dejaron atrás. Eridan y yo solíamos jugar con su hijo Oleander, que tenía mi edad, desde que éramos pequeños. Ollie era mi mejor amigo, los tres crecimos juntos y nos parecíamos bastante físicamente, por lo que podíamos pasar como una familia de sangre; todos con cabello rojizo y rasgos similares. Eso fuimos por otros seis años más. Un par de estirones para cada quién, y al final yo terminé quedando cómo la más baja de estatura comparada con Eridan y Oleander. Cada mañana, mi largo cabello rojizo era arreglado en elaborados peinados, vestidos hechos a mi medida y me arreglaban como una muñeca, pero nunca duraba cuando salía con mis hermanos a montar y terminaba hecha un desastre. La señora McWhistler siempre se exasperaba cariñosamente con mi actitud, pero solo me terminaba dando más lecciones de clase, de lo que se esperaba de mí al ser una dama en sociedad representando a la familia McWhistler, realmente, la única libertad que tenía eran las salidas periódicas con mis hermanos.
Una tarde como cualquier otra, unas horas después de que acabara la lluvia matutina; mientras los tres montábamos a caballo para una excursión y teníamos una conversación amigable, Ollie, ahora un muchacho de 14 años como yo, comenzó con un tema que alteró nuestra dinámica hasta el día en que morí.
ーMi padre planea casar a Ivy. Esta primavera, después de su quinceavo cumpleaños. ーNos tomó unos momentos para procesar lo que dijo, mientras parábamos el galope de nuestros caballosー Le llegaron varias cartas esta mañana, lo escuché hablando con mi madre en su estudio.ー Su rostro mostraba que tan desacuerdo estaba con la idea de mi matrimonio, la vena de su cuello estaba tensa e intentaba controlar su respiración; sus manos apretaban las riendas a intervalos y sus mejillas sin pecas como las mías estaba rojas en furia, Ollie siempre había sido el más emocional de los tres.
En comparación, los ojos verdes de Eridan estaban calmados, su postura relajada e incluso apuesto que su mente estaba tan calmada como el Lago de las flores. ーLo sé, me consultó por mi opinión hace una semana, aun no sé si estoy de acuerdo. No creas que me gusta la idea de que Ivy se case tan pronto, pero es lo menos que podemos hacer para reponer la bondad de tus padres Oleander, ¿Que opinas, Ivette? Estamos hablando de tu futuro.ー Eridan me sonrío suavemente, esperando mi respuesta.
Me encontré atrapada entre dos pares de ojos, buscando una opinión satisfactoria para sus puntos de vista, el problema era que yo no sabia lo que quería.
Siendo lógicos, era costumbre en esos tiempos de que las chicas se casaran más jóvenes que los chicos, así que no era sorpresa que alguien hubiera empezado a pedir por mi mano. Debía de sentirme alagada, pero en realidad solo sentí apatía. Al fin y al cabo, era mi deber de casarme, me habían criado con esa idea. Pero siempre tuve esa pequeña esperanza de que me casaría con alguien que yo amara. En esas condiciones, es posible que pueda comenzar a amar a mi futuro marido, o por lo menos una amistad; según la señora McWhistler, es común entre matrimonios arreglados, había que ser positivos.
Mi silencio fue interpretado como que sí concordaba con la idea. Ollie estaba tan molesto con mi conformismo que se desesperó, no tomó a bien nuestras reacciones y arrancó hacia nuestro lago favorito con su caballo. Lo estuvimos persiguiendo por un rato hasta que llegamos al Lago de las flores. Nuestro lugar secreto.
Nosotros lo nombramos cuando éramos pequeños, no era el nombre más original, no nos juzguen. El lago estaba rodeado de árboles firmes que acomodaban columpios que hicimos hace años, pero lo que hacía este lago especial para nosotros eran las flores que crecían en el agua, estas cambiaban de color según la temporada; ahora en verano eran lilas y amarillo brillante, unas secciones tenían motas de color verde en los pétalos blancos y algunas eran tan azules como el cielo; rocas grandes y altas alrededor de la orilla en donde te sentías como el rey del mundo al pararte en ellas.
Una representación física de nuestros lazos. Tantas preciosas memorias en este gran lago.

Me bajé del caballo lo mas rápido que pude, sin molestarme en levantar la falda para evitar que se ensucie con el lodo. Corrí al lado de mi mejor amigo, descansando mi mano en su hombro. Dos orbes color verde se enfocaron en los míos con fervor. Me sujetó mi muñeca un poco más fuerte de lo que es cómodo, y deslizó su mano con la mía.
ーIvy, no puedes casarte, todo se arruinara si lo haces. Ya no seríamos familia.- me duele pensar de esa manera, pero no es cierto, aún seríamos familia- No puedo imaginarte en ninguna otra parte mas que a m... Nuestro lado. ーOllie se acercaba a mi rostro poco a poco, sin romper contacto visual hasta pude distinguir mi reflejo en los de él.

Oh, Cedric estaba marcando ya, y sin mi ayuda. ¡Sabía que lo lograría! Ahora si él solo hubiera podido dejar de caminar de reversa para sentarse. Si seguía así se va a...
ー¡Mierda!
Caer, y fuerte.
Mierda, seguro que eso había dolido, a juzgar por la pequeña cortada en su sien. Cedric tenía sus ojos cerrados pero, no esta inconsciente. Me acerqué a mi pobre sobrino para asegurarme a mí misma que no se había quedado más despistado que antes. De por sí. Estando tan cerca puedo notar como sus ojos se mueven detrás de sus párpados y sus cejas se fruncen; pequeños quejidos salían de su boca.
ーRayos. ーCedric tocó su herida delicadamente mientras parpadeaba, esperaba que no tuviera una contusiónーPero, ¿quién?
Sus ojos se enfocaron con los míos, mostrando confusión. Por supuesto que Ced no podía verme, han pasado quince años desde la última vez que tuvimos algún tipo de contacto intencional de su parte. Seguramente solo estaba queriendo creer que estaba analizándome de arriba a abajo con una expresión de susto creciendo en su rostro, es posible que solo haya una araña detrás de mi, Cedric era aracnofóbico desde niño; pero la pared del estudio estaba vacía. Solo yo.
ーDisculpa, pero, ¿Quién o qué carajos eres? ーCedric se enfocó en mis ojos nuevamente, asustado.
O mi sobrino estaba alucinando, o me estaba hablando.
No estaba segura si prefería eso a la opción de la contusión.

Memorias InquietasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora