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El primer día en una escuela completamente diferente hace que cualquiera tenga nervios. No conoces a nadie, y esa inseguridad de ser molestado o estar solo, sin tener a nadie que te ayude a adaptarte, hace que las ganas de ir sean mínimas. Pero a quien engañar, aunque ya lleves mucho tiempo en ese centro, tampoco hay muchas ganas de asistir a clases.

Matthew Barrell es una de las pocas personas a las que no les disgusta ir a clase, pero tampoco tienen muchas ganas de levantarte temprano para ello.

— Hola a todos, me llamo Matthew Barrell, pero podéis llamarme Matt, encantado de conoceros.

— Joder, joder, joder, Chris, Chris, mira. — La pelirroja tenía una mano sobre el hombro de la mencionada, y no paraba de zarandearla para que le hiciese caso.

— ¿Qué coño quieres, Ally? — Respondió al fin una Chris cansada de que su amiga no le dejase acabar el dibujo en paz.

— Mira al chico nuevo, es tan mono. — Chris hizo una mueca de asco al escuchar a Ally hablar de esa forma. — ¿Qué? No me mires así.

La castaña negó con la cabeza y volvió a su dibujo, ignorando a la pelirroja, quien bufó molesta ante la actitud de su amiga.

— Eres jodidamente borde.

— No es la primera vez que me lo dices. — Ally hizo un puchero y volvió su mirada al frente.

El chico nuevo ya se había sentado en el segundo asiento de la primera fila, al lado de la pared y como compañera de mesa tenía a Rose, una chica alegre y simpática que le importaba mas sus amigos que sus notas.

— Encantada de conocerte, señorito Matthew, yo soy Rose, es un alivio saber que ya no me sentaré sola. — Ambos sonrieron, Matt por la forma tan educada con la que se presentó y Rose al ver al chico sonreír de aquella manera.

— Igualmente, señorita Rose, espero que nos llevemos bien.

Ella asintió antes de que el profesor prosiguiera con su clase.

Una vez finalizada la primera hora, entre clase y clase, los alumnos aprovecharon para hablar sobre los incidentes.

— Mañana es viernes… Es mejor que procuremos que no nos castiguen.

— Oye pero los profesores también tienen algo de culpa, ¿no creéis? Es decir, si ellos no nos castigasen con horas extra, no correríamos ese riesgo de ser asesinados.

Esa última palabra hizo que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Matt. ¿Había escuchado bien?

— ¿Asesinados? — Murmuró entre dientes. — Oye Rose, ¿qué es eso de los incidentes?

La chica abrió ligeramente la boca y después humedeció sus labios para explicarle a Matt lo que ocurría.

— Matt, no te alarmes por lo que te voy a explicar, ¿si? Dado que eres un estudiante nuevo, y seguramente esto te afecte.

Matt tragó grueso, no sabía a qué se refería Rose y se moría de ganas por saberlo.

— Estos últimos días, en concreto; los viernes, dos alumnos fueron asesinados justo después de las horas extra que nos dan como castigo los profesores. Ya era la tercera vez que ocurría después de dos años, y como mañana es viernes, la mayoría procura que no les caiga un castigo.

— ¿Que…? ¿C-cómo es que la policía no hace nada? ¿O la escuela?

— No es la primera vez que ocurre algo similar, hace dos años, pasó lo mismo, pero fue mas grave, no solo asesinaban a todos los alumnos castigados, si no que también llegaron a matar personas que no pertenecen a este centro, lo peor es que no se sabe el por qué. Los padres saben perfectamente los incidentes de esta escuela, pero aun así cada año hay muchas personas que se inscriben por su buen enseñamiento. Estos últimos días la policía mantiene vigilada los alrededores del instituto, pero no parecen tener alguna pista del asesino.

¿Cuál es tu nombre? #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora