c a t o r c e .

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La hemorragia no paraba y los dos ya se estaban desesperando, ¿como demonios se había atrevido ese bastardo a hacerle eso?

— Lisa... Estarás bien, estarás bien... — Susurró la castaña, apretando la tela de aquella chaqueta sudadera contra la herida de la chica.

— Joder... Los policías vendrán dentro de poco, tenéis que iros...

— No, Lisa, escaparemos junt-

— ¡Dylan! — Vociferó la líder de aquel grupo de adolescentes. — Es una orden, escondeos. — El chico, tragó grueso, no quería dejarla sola, pero las órdenes eran órdenes, por muy ridículo que sonase. — Y no volváis a cometer los mismos errores, salid de este mundo, el camino que habéis escogido es el equivocado... Esa gente... No merecía morir.

El escenario cambió de golpe y aquella sonrisa espapada de lágrimas que esbozó la mejor amiga de Christal desapareció, dejando a la vista el cuerpo sin vida de Lisa rodeado de policías, apuntandole con la pistola, sin saber que ella ya no respiraba.

×××

La castaña se despertó de golpe, sintiendo un dolor de cabeza horrible como si fuera a estallarle en cualquier momento, aparte de estar mareada no tenía ni puñetera idea de dónde estaba hasta que su vista se aclaró y un alivio la invadió al darse cuenta de que era su cuarto, sin embargo, la presencia de otra anatomía a su lado la hizo sentarse del susto.

Dylan.

El muchacho estaba tumbado boca abajo, con los brazos metidos bajo la almohada y la cara adorablemente enterrada en ésta, no sería nada malo de no ser porque el chico, no llevaba camiseta en ese mismo momento. Fue entonces cuando Christal cayó en cuenta de que casi no se acordaba de nada, entonces el pánico inundó su sistema que hasta se olvidó del mareo que sufría en ese momento y se levantó de repente.

— ¿Qué cojones...? — Murmuró ella, apoyándose contra el armario al notar cómo su alrededor daba vueltas.

Cerró los ojos por un momento, frunciendo el ceño mientras masajeaba sus sienes para luego ir hacia el baño que estaba conectado a su cuarto de la manera más recta posible, pues no dejaba de tambalearse y en cualquier momento podría caerse de sopetón y darse con algo.

— ¿Dónde vas? — La voz ronca de Dylan le hizo dar un bote en su lugar, deteniéndose justo cuando iba a abrir la puerta del baño. Se volteó hacia él con el ceño fruncido y el labio inferior ligeramente alzado, casi de manera imperceptible. Dylan poseía una sonrisa adormilada en su rostro.

— Lejos de ti, enfermo.

Su risita ahogada en la almohada le pareció algo tierna, vió cómo se levantaba de la cama, luciendo su torso con algunos cortes y los brazos, envueltos en aquellas vendas que tanto le caracterizaban.

— Ay bebé, ¿me vas a decir que no disfrutaste lo de anoche? — Chris se quedó completamente congelada en su sitio, sintiendo un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Su cara se deformó en una mueca de impactación, sin creerse lo que escuchaban sus oídos y de un momento a otro su sistema le falló, empezando a temblar ligeramente.

— ¿Que...

— Oh dios, Chris, era broma. — Las carcajadas de Dylan inundaron la habitación. — ¡Claro que no hemos hecho nada, ¿crees que lo haría sin tu consentimiento? No me esperaba esto de ti.

— Muerete. — Espetó claramente molesta después de que el aire volviera a llenar sus pulmones. Los músculos de su cuerpo se destensaron y sintió como si le hubieran sacado un gran peso de encima. — Sal de mi puta cama y ponte la camisa, desgraciado.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2018 ⏰

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