09. El Jardín Secreto

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Eran aproximadamente las siete de la noche, y Tiff no podía despegar los ojos de A Court of Thorns and Roses, el cual, era un libro realmente llamativo e increíble. La joven de cabello oscuro solamente tenía un pensamiento en la cabeza: ¿Cómo era posible que Sara J. Maas pudiera hacerte imaginar un mundo diferente y extraordinario tan detalladamente? Aquella duda la mataba, pero solo podía decir que le había ganado un gran aprecio a la escritora rubia, y por seguro tenía un lugar en el gran corazón lector de Tiff.

Repentinamente, el timbre resonó por todo el hogar, por lo que la pelinegra tuvo que pausar su lectura para poder bajar y tomar rumbo hasta la puerta principal.

Al abrir esta, se encontró con un Harry sonriente, y su corazón saltó de alegría y sorpresa. Hacía dos semanas que no sabía nada de él, y el hecho de verlo le provocaba una emoción y paz interna que ella adoraba tanto.

—Hey, Tiff —sonrió—. Siento no haberte avisado que venía, es solo que fue algo repentino.

—No te preocupes, Harry —rió por lo bajo—. Entra, por favor.

El chico de rulos se adentró en la casa y se quitó el beanie que llevaba puesto. A Tiff le encantaban los beanies con locura, pero no los usaba tan seguido como quisiera.

La joven notó como la mirada de Harry expresaba un centenar de cosas. Podía notar la serenidad y tranquilidad en la que se encontraba, al igual que la concentración que poseía en esos instantes. Parecía como si estuviese pensando en algo importante, y cuando enfocó su mirada en Tiff, a esta le dio un vuelco el corazón.

—Encontré esto en tu puerta —dijo extendiéndole un paquete cerrado. Tiff sonrió por lo bajo. Ya se imaginaba qué sería—. Parece ser que sabes de qué se trata, ¿eh? ¿Algo importante?

—Se podría decir que sí —rió Tiff. Al escuchar el sonido que provenía de la risa de Tiff, Harry sonrío ampliamente, enseñando sus hoyuelos y entrecerrando los ojos. A la joven le encantaba que sonriera de esa manera, más porque sus hoyuelos resaltaban notablemente.

— ¿Has leído últimamente? —él preguntó de manera casual.

—Sí, de hecho, antes de que vinieras, estaba leyendo A Court of Thorns and Roses por Sarah J. Maas.

—Oh —exclamó—. Lamento haberte interrumpido —dijo apenado. El color rojo subió a las mejillas del joven y era lo más adorable que Tiff había visto jamás.

— ¡No! No quise decirlo de esa manera —contestó rápidamente Tiff—. De todas maneras tenía que dejar de leer, no te preocupes.

La pelinegra aún tenía el paquete que probablemente contenía un libro dentro en las manos, así que lo colocó en la mesa central de la pequeña sala.

—Harry, ¿te gustaría tomar un té o algo parecido?

—Un té estaría bien —sonrió.

(...)

—El invierno es tu estación favorita, ¿eh?

—Así es —contestó la chica, dándole un sorbo a su té chai. Desde hacía aproximadamente una hora que Harry y ella estaban hablando, sentados en la sala, y sentía que el tiempo pasaba volando cuando platicaba con él—. ¿La tuya cuál es?

—El otoño.

— ¿Por qué?

—Me encanta el clima en esa época, al igual que los colores y todas las decoraciones de los lugares —se encogió de hombros—. No sé, me fascina.

— ¿Y cuál es tu película favorita?

—Uh, bueno —Harry se quedó pensativo—. Probablemente Baby Driver. ¿Y la tuya?

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