10. Te Daría el Sol

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Un rayo de luz en la ventana fue el causante de despertar a Tiff aquella mañana. No era tan temprano, pero tampoco demasiado tarde, sino que era la hora adecuada para despertar. Aquel día la chica pelinegra tendría que ir a pasar el día con su familia. Todo estaba en orden, hasta que recordó que había invitado a Harry a la comida, y el estómago de la chica se revolvió de momento. Nervios le invadían, sin poder evitarlo, sin poder pensar en otra cosa más que en aquella salida que se realizaría en unas cuantas horas.

Decidió comenzar a leer un poco, por lo que retomó su lectura con A Court of Mist and Fury, que en su opinión, debería ser llamado A Court of Mates and Feels, ya que era el segundo libro de A Court of Thorns and Roses y estaba lleno de sentimientos y dolor. Leyó por un rato, hasta que decidió que ya debía bañarse y ver qué ropa se pondría. Al salir de la ducha, optó por usar una blusa de manga y tres cuartos, y encima se abrigó ya que el otoño había llegado y llevar un suéter puesto no hacía ningún daño. Se colocó sus botas y se encaminó hacia la sala de estar. Cuando estaba a punto de sentarse en el sofá, su celular vibró repentinamente.

"Buenos días, Tiff. Paso por ti en una hora. ¿Te parece?Harry x"

Sonrió por la bajo. Ambos jóvenes habían quedado en que él la pasaría a buscar, y de ahí se irían a casa de los padres de Tiff. Ella estaba muy emocionada pero nerviosa al mismo tiempo, no sabía cómo reaccionaría Harry al conocer a la familia Venturi.

(...)

Al pasar una hora, escuchó un automóvil estacionarse en la entrada. Tiff salió corriendo, tomó su bolso y abrió la puerta para ver a un Harry recostado sobre el su Mustang. Parecía de película clásica, honestamente. Llevaba un sombrero café en la cabeza. Al ver a Tiff, el muchacho sonrió, enseñando sus hoyuelos. Oh, cómo le gustaban sus hoyuelos. Harry se despegó del auto y abrió la puerta del copiloto. Tiff le sonrió y se adentró en el vehículo.

(...)

La casa de los padres de Tiff no estaba tan lejos, pero definitivamente no estaba cerca. Era un trayecto de algún tiempo significativo. Harry conducía de manera tranquila, se encontraba relajado. A Tiff le gustaba observarlo de perfil. Mucho más cuando sabía que él no la estaba viendo.

— ¿Cómo es tu familia, Tiff?

Tiffelle saltó de su asiento al escuchar la voz de Harry. Estaba tan concentrada observándolo que no se dio cuenta de que hablaría. Harry volteó un segundo y sonrió, pero regresó la vista al camino.

—Ya los conocerás pronto, pero lo que puedo decir es que hablan mucho más que yo y tengo muchos primos, aunque no sé si irán todos.

Harry alzó una ceja.

—Familia italiana, ¿eh? ¿Es como en las películas?

—Más o menos, pero te agradarán. Espero.

El joven rió silenciosamente. A Tiff le agradaba que su voz fuera suave y baja, pero al mismo tiempo ronca. No sabía por qué solo le podía ver cualidades y no cada negativas, era algo típico de ella, ver lo mejor de las personas. Sin darse cuenta, ya habían llegado a la casa de los Venturi. Harry estacionó el auto y respiró profundamente.

— ¿Tengo que saber algo antes de conocer a tus padres?

—Solamente que si dicen algo extraño no hay de qué preocuparse, siempre son así.

El muchacho asintió para acto seguido abrir la puerta. Antes de que Tiff pudiera abrir la suya, Harry llegó corriendo a abrírsela. La chica se bajó del auto y se encaminaron a la puerta. Antes de que cualquiera de los dos pudiera siquiera decir algo, la entrada se abrió, mostrando a un señor alto —pero no más que Harry—, y de ojos oscuros.

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