Capítulo 1

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   Ahí estaba yo, en mi habitación como siempre, con mi gata “Melany”, y mi querida abuela preparando la comida. Eso hacía todos los días, a veces estaba harta de hacer lo mismo, pero, no puedo pedir más, vivo en una pequeña casa cerca del mar, vivo con mi gata que la tengo desde que tengo memoria, y con mi abuela que siempre ha cuidado de mí. Mis padres murieron cuando yo tenía tan sólo 3 meses de vida, o bueno, eso fue lo que me contó mi abuela, también me contó que mi madre murió por cáncer, y mi papá… en verdad nunca supe porque falleció mi papá, siempre que se lo preguntaba a mi abuela, ella cambiaba de tema. Mi abuela es la mamá de mi papá, mi abuela materna nunca me quiso y no se la razón, además nunca la conocí. No hay nada más que decir de mi vida, soy una chica normal, de 17 años, claro, con ‘desordenes’ mentales al igual que los demás adolescentes; en la escuela soy algo popular, sólo que tengo 2 mejores amigos, una se llama Elizabeth y mi mejor amigo Josh.

   Íbamos en una escuela especial llamada “Longwester”, todos tenían un ‘don’, Josh podía leer la mente y era una clase de hechicero, había tres clases de ellos, los “Parringls” (ellos eran los principiantes), los “Inkots” (aquellos eran los intermedios) y los “Makdews” y Josh pertenecía a los Makdews, ellos eran los mejores hechiceros; Elizabeth, ella tenía el don de poder multiplicarse, ósea,  que podía clonarse cuántas veces quisiera y era como una “madre naturaleza”, tenía el poder de cualquier cosa que proviniera de la naturaleza y yo, yo era ‘especial’ ya que tenía 3 poderes y el 98% de los estudiantes, tenían tan sólo 2, yo podía leer la mente, al igual que Josh, podía ser invisible y mis ojos tenían algo que, cuando veía a la gente a los ojos, podía controlarlos, decirles que hacer y decir sin que yo moviera un solo dedo, sólo que yo lo uso para bien.

   Estaba pensando en ‘cosas de adolescentes’ cuando mi abuela me sacó de mis pensamientos llamándome para la comida. Casi devoré el plato, en verdad, tenía demasiada hambre, además tenía mucha tarea y siempre me duermo tarde, así que hoy no quería que sucediera eso.

   Eran las 5:30 p.m y fue uno de los pocos días que término la tarea a tiempo. Me recosté en mi cama, estaba muy cansada, pues el día anterior me había ido a la cama a las 2:00 a.m.,  me estaba quedando dormida cuando sonó el timbre de mi casa, me asomé en mi ventana para ver quién era, y era Josh (según yo), al verlo sólo se dibujó una sonrisa en mi rostro.

   Me paré de mi cama, salí de mi habitación, me dirigí a la puerta y la abrí. Al ver al sujeto parado en mi puerta, se desvaneció la sonrisa que llevaba, pues era un vendedor de enciclopedias, aunque para ser verdad, se veía de unos 18 años, demasiado joven para andar vendiendo esas cosas, y además, era guapo, que mal, pensé que era Josh, se parecen mucho por detrás. Él estaba ahí y sólo me observó de pies a la cabeza.

-¿Si?-dije sacándolo de sus pensamientos.

-¡Oh, lo siento!-dijo sacudiendo la cabeza-Vengo a ofrecer estos libros-Levantó una maleta en dónde se suponía que iban los libros. Pensé que eran enciclopedias, pero es lo mismo, ¿no?

-Sí, pero no gracias, por ahora no- Respondí con una gran sonrisa fingida.

-¡Luke! ¡Hijo mío!- Oí decir a mi abuela que se encontraba atrás de mí -Por fin has llegado

Luke, como lo había llamado mi abuela, me guiñó un ojo acompañado de una gran sonrisa, dónde mostraba su perfecta dentadura, en verdad su sonrisa era perfecta. Él me tomó de la cintura, dejando su pequeña maleta en el piso, yo estaba a punto de darle una gran cachetada muy bien merecida, pero sólo lo hizo para que me quitara, me arrimó hacia un lado, tomó nuevamente su maleta y entró a la casa. La verdad, hubiera sido más fácil hablar y decirme que me quitara.

¿Qué hacía un extraño en la casa?, o más bien, ¿Qué hacía un Luke en la casa? Pero creo que mi abuela lo conocía, así que no hice nada para impedir que pasara. Cerré la puerta y caminé justo detrás de él. Mi abuela lo condujo hacia la mesa del comedor, ella se sentó primero y luego Luke, yo prefería quedarme de pie a unos cuantos metros de distancia de la mesa, me recargué en una de las columnas de las paredes y los observe detenidamente, especialmente a él.

LongwesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora