Deseos de un cupido [Viktuuri/Yuuvik]

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Han mencionado que te encuentras aquí Viktor, en esta Universidad común. No eres famoso ni estás en el olvido. Una vida normal te acompaña y solo destacas para mi.

Te han roto el corazón de la manera más normal posible que no resaltarías entre nadie si a eso se refiere. Pero obvio, cada quien siente a su manera el dolor.

Creo saber que soy el menos indicado para ayudarte a superarlo, es absurdo ser cupido y no tener idea del amor -que yo haya experimentado-. Aún así, quiero ayudarte. La última vez no tuve tiempo de observar bien si tú marca del corazón está presente, aquella que te identifica con tu alma gemela, aquella que nos ayuda a unirte a esta...aquella que desvanece con la tristeza...

El presentarme ante estas personas creí que sería una oportunidad para acercarme más a ti. ¿No fue así verdad? Jaja.

No estás lejos, puedo sentirlo.

—Yuuri, fue un gusto conocerte. Y gracias por acompañarnos está tarde.

—Gracias por invitarme.

—No eres mala persona cerdo.—sonrío.

—Tu pareces un gatito Yuri, jajaja.—respondo.

Se alejan a medida que se despiden.
Después de una tarde conociéndolos, logre tener una amistad con ellos. Son agradables.

—¿Que sigue ahora?—suspiro, y humo sale por mi boca. El invierno está reposando en estas fechas y ya puede percibirse hasta en los huesos.—Hoy no creo haber avanzado mucho.

El parque donde me encuentro está desierto, la hora es la razón de ello. Si bien era casi media noche, ganas no me quedan de regresar a casa.

—La luna...está muy brillante hoy.

Contemplo la belleza parecida al terciopelo de esta oscuridad. Pequeños destellos viene de los que llaman estrellas. No era una noche diferente a otras y seguía destacando aún así, se podía apreciar mejor. Es tan relajada, que un escalofrío recorre mi cuerpo.

De un momento a otro en mi concentración hacia el cielo, bajo la mirada, presenciando una silueta lejana sin intenciones de moverse. Solo admira la luna. Como saber que era ese astro en especifico, pues, simplemente su rostro era igual de deslumbrante que el mío.

—Viktor...

¿Es esta una oportunidad?

Pero es tan hermoso, que no quiero intervenir.

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