Capítulo 2

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Queridos lectores, hoy os traigo otra parte más, a ver qué os parece!!!

Llegaron las dos juntas al instituto. Izzy la había avisado sobre lo que se encontraría apenas llegar: Jace le haría un análisis cauteloso pero sería una persona simpática, Clary querría conocerla lo más rápido posible y la aceptaría con los brazos abiertos y Alec que la miraría mal y no aceptaría su situación.

Izzy abrió las puertas del instituto y, las dos juntas, fueron hasta la sala de control para encontrarse con los tres antes mencionados.

-Hola chicos. Ella es Sky –presentó Izzy, señalándola.

La de ojos avellana bajó la cabeza y empezó a jugar con sus dedos. No le gustaba sentir todas las miradas encima de ella.

-¿Qué haces tú aquí? –le espetó Alec.

Ella levantó la cabeza de golpe y clavó sus ojos en los verdes del chico moreno. Él... le sonaba de algo... pero no conseguía saber de qué.

-Yo...

-¡Alec! ¿Pero qué dices? –la protegió Izzy, mirando mal a su hermano mayor-. ¡No la conoces de nada!

-Sí que la conozco. ¡Ella estaba al entierro de en Magnus! –exclamó Alec antes de tirar una mala mirada a la chica y salir de la sala de control.

Los otros tres se miraron confundidos entre ellos. No sabían muy bien qué decir en aquel momento, todo estaba mucho tenso.

-Tiene razón... A mí él también me sonaba, pero no sé qué...

-Está muy afectado. Han pasado tres años, pero le ha quedado marca –la cortó Jace, dirigiéndole una sonrisa compasiva.

-¿De qué conocías a Magnus? –preguntó Clary, ganándose una mala mirada por parte de los otros dos.

-Bien, él... me salvó la vida cuando era más pequeña.

Y, después de aquella frase, el silencio se apoderó de la sala. Sky ahora pensaba en si había hecho bien yéndose de Canadá. Su pasado la seguía igualmente. Ella no se hubiera imaginado nunca encontrarse con el famoso Alexander, el querido de Magnus, de quien tanto había oído hablar.

-Ven, yo te enseñaré tu habitación –dijo Clary, rompiendo aquella incomodidad.

Sky la siguió hasta una gran habitación. Era de las más grandes que había visto nunca. ¡Allí podrían dormir casi dos mamuts!

-Es impresionante –declaró, sin creerse lo que tenía delante.

-Pues es toda tuya. ¡Bienvenida a casa! –exclamó la pelirroja, emocionada.

El submundo contigo (Alec Lightwood)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora