Capítulo 7

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Michael se levantó en la mañana. Era extraño que despertara temprano un domingo. Ni siquiera recordaba haberse dormido la noche anterior.

Entró al baño. La casa estaba oscura y desolada, como si estuviera completamente solo. Tal vez aún era muy temprano...

Vio su reflejo unos segundos. El espejo era pequeño pero podía verse bien en él. Vio su cabello platinado y despeinado, enmarañado. Su camiseta celeste contrastaba la palidez de su piel con marcas de sueño. Sus labios rojos y sus ojos entrecerrados, sin contar con el diminuto lunar que tenía en su pómulo, junto a uno de sus ojos.

No hizo nada por varios minutos, se quedó mirándose exclusivamente. Él mismo no entendía por qué. Nunca se miraba mucho al espejo, se sentía feo. Se sentía feo sin siquiera mirarse al espejo. Pero esa vez fue diferente, se sentía diferente.

Le dio igual.

En el lavabo debía estar su cepillo de dientes, lo raro era que sólo estaba el suyo, ni el de su hermana ni el de su madre. ¿Qué les habrá pasado?

También le dio igual.

Cuando volvió a subir su mirada hacia el espejo, hacia su reflejo, tiró el cepillo dental y todo lo que había en sus manos al verse. Parte de sus labios estaban cosidas con un grueso hilo negro.

Intentó gritar pero sus labios no se abrían. Los hilos dolían.

Sus ojos se abrieron completamente, con lágrimas. Su piel se volvió más pálida. Llevó sus dedos temblorosos hasta sus labios y empezó a tocar los hilos. Eso no podía estar pasando. Sus manos sintieron los hilos y se llenaron de sangre que empezó a salir.

Mientras más tocaba más se cerraban, más se cosían, como si fueran sus manos las que hacían eso. Brotó lágrimas silenciosas hasta que sus labios estaban por completo cosidos.

Sentía que su corazón saldría de su pecho, empezó a desesperarse. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Qué significaba todo eso? Comenzó a sentir que le daría un ataque, una crisis.

Intentó volver a gritar pero solamente salía más sangre cada vez que forzaba los hilos.

Se alejó con miedo del espejo, viendo horrorizado su reflejo con lágrimas en las mejillas y sus labios pegados por hilo negro.

Su vista también empezó a nublarse, pensó que serían todas las lágrimas o que al fin iba a desmayarse. La taquicardia empeoró y sus rodillas empezaron a temblar.

Su ojo derecho también había empezado a coserse.

Quiso volver a gritar. Esta vez salió un alarido muy fuerte de sus labios cerrados, de los que salían chorros de sangre que manchaban el piso. Sus lágrimas también empezaron a salir con sangre.

Su vista siguió nublándose y él hiperventilándose, sus piernas temblaron y fallaron hasta que se desplomó en el suelo sintiendo que iba a desmayarse. Quería que pasara, ya no quería sentir eso.

Vio, borrosamente, el piso lleno de sangre y sus manos manchándose de la misma hasta que su otro ojo también estuvo cosido y no pudo ver nada más.

Arthur estaba sentado en el piso de la habitación de Michael en posición de indio. Era muy poco elegante, no acostumbraba hacer esas cosas cuando estaba vivo, pero era la única manera en la que su rostro quedaba a sólo unos centímetros del de Michael. Lo vio despertar con lágrimas en los ojos de la pesadilla que le había causado.

Por lo tanto, lo primero que Michael vio luego de despertar de esa espantosa pesadilla fue el rostro de Arthur junto a su cama, sus ojos grisáceos, fríos y vacíos lo miraban fijamente.

Pétalos [gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora