Capítulo 17

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Michael caminaba tranquilo hacia la tienda de víveres que quedaba cerca de su casa.

No había tenido la mejor mañana de su vida, Arthur volvía a molestarlo, aunque ya no le causaba pesadillas, se había detenido desde que lo había hecho soñar que besaba a Chris.

Arthur no le había hecho nada malo desde entonces, pero no parecía cerrar la boca en todo el día sobre cualquier cosa que Michael no escuchaba de todas maneras.

Se había acostumbrado a despertar cada día con Arthur viéndolo fijamente.

Ya nada le importaba, ni siquiera trataba de hacerse daño por la frustración, ya no sentía ganas de golpearse contra las paredes hasta que perdiera la consciencia, o de llorar hasta deshidratarse. Era como si ya estuviera muerto.

Esa mañana, unos minutos después de levantarse, su hermana comenzó a tocar su puerta para pedirle que fuera a comprar algunas cosas; él se hubiera negado en cualquier otro momento, pero estaba tan desesperado por tener un poco de aire fresco, de salir de esa casa sin Arthur, que aceptó de inmediato.

No se molestó en cambiar su ropa, tomó el dinero y la lista que le dejó su hermana y no tardó en salir de ahí. La mirada penetrante de Arthur lo siguió intensamente hasta que salió del lugar. Gracias a dios no había insistido en ir con él.

Sintió una intranquilidad entrar en su cuerpo cuando la brisa mañanera lo golpeó.

Se obligó a no mirar cuando pasó junto a la casa de Chris. Fue casi doloroso.

Pasaron unos minutos y llegó a la pequeña tienda, tomó una canasta y empezó a tachar cosas en la lista. Casi se sentía bien hacer algo tan normal como comprar víveres. Ya nada en su vida era normal.

Se sentía horrible saber que la única persona con la que hablaba en su casa era Arthur, quien ni siquiera contaba como un miembro de la familia. Su hermana no le hablaba a menos que fuera estrictamente necesario; un día había tratado de saber por qué era que se veía tan desdichado, pero él sólo la había mandado al diablo, y desde ese día no se hablaban mucho... Su madre era otra cuestión, ella trabajaba por muchas horas, sin descanso, no tenía tiempo ni siquiera para preocuparse por su familia. Michael no la culpaba, nunca lo hizo, él sabía que, desde que su padre los abandonó, quedaron sin nada y ella tuvo que resolver todo. Se veía tan cansada cuando estaba por la casa..., tanto que no parecía notar el declive de su propio hijo.

Pero estaba bien, se decía Michael, no podría contarle nada de todas formas... No quería darle más preocupaciones.

Cuando no tuvo que buscar más artículos se dirigió hacia la caja. Habían varias personas frente a él, debía esperar para pagar e irse, pero no tenía prisa, casi se alegró por tener que hacer fila.

Hasta que...

—¿Michael?

Michael se petrificó al escuchar esa voz, sintió cómo su corazón volvía a latir después de mucho tiempo. Se volteó como si no le importara y trató de mantener la calma, aunque por dentro estaba gritando.

—Chris —dijo como si fuera un murmullo.

Ambos se miraban como si fuera un espejismo. Chris parecía atónito y Michael trataba de verse indiferente cuando, en realidad, el hormiguero, la ansiedad, que sentía en su interior lo estaba matando.

Ambos estuvieron apunto de preguntarle al otro qué hacía ahí, pero era una pregunta claramente estúpida. Estaban en una tienda cerca de sus casas, cada uno con una cesta de víveres, era bastante obvio lo que hacían ahí.

—Puedo... —empezó Chris nervioso—, volver en otro momento, si quieres...

Michael lo miró sorprendido, confuso, veía las sonrojadas mejillas del castaño y como evitaba mirarlo a los ojos, no tenía lentes ese día, pero seguramente tenía de contacto, los cuales realmente no le gustaba usar...

Pétalos [gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora