Pinceladas de felicidad

Ioana.

Me he perdido
buscando la salida
a un campo de trigo abierto,
me asesté una puñalada
pensando que estaba muerto,
despejado y con paraguas
para estar bien a cubierto,
he llorado mientras pienso
que en Irlanda no pasa el tiempo.

He cavado y me he escondido
en mi más hondo pensamiento.
He amado y he querido
abrazos que mece el viento.
En su lado y en su nido,
en su pelo y en su invierno.

Por la mañana temprano
y por la noche lloviendo.

He venido a enamorarme
de unos zapatos de barro,
tan blancos como la niebla,
tan sucios como un desgarro.

He venido a enamorarme
de unos ojitos de cuarzo,
de una rojiza melena,
de dos piernas y un descalzo.

He venido con lo puesto
y me voy casi llorando,
quise ver una tormenta
y ahora vivo atormentado.

He venido a otro universo
y ahora vivo el desengaño,
pero aquí sigue mi casa
cuando me siento abrazado.

Qué falso, qué falso, qué falso...

He venido y ahora vuelvo
y me topo con mi cuarto,
y me topo con mis tripas
y me topo con el trapo,
con el que limpio de polvo
personas que había olvidado,
personas de mi universo
que ya no están a mi lado.

He venido con las huellas
de unos pies equivocados,
de un zapato que no encaja
y que me está destrozando.

Me arrepiento de la vuelta
igual que de haber marchado.

Disculpas mi capitana,
debo bajarme del barco.