Tan solo había transcurrido un mes, desde aquella mañana en la que había tomado la decisión de desnudarse para ser parte de una obra de arte. Y aunque en un principio no se había dado el tiempo de preguntarse que pasaría con dicha pintura, el que aquellas chicas lo reconocieran, lo hizo comenzar a arrepentirse por no haber preguntado más a fondo.
Cuando terminó su turno en el restaurante; totalmente cansado no solo físicamente sino también mentalmente, cambiándose el uniforme por su ropa normal salió directo a la parada que lo llevaría a casa. Esperó por el autobús habitual de su ruta y una vez sentado en uno de los lugares del final, su mente regresó a aquel día en el que por la desesperación y la angustia que sentía, había tomado según él, una decisión equivocada.
— ¡Hey! Bin, no vas a entrar a la clase.
— No puedo, se me hace tarde para mi turno en el restaurante.
— Bien, entonces si quieres te paso los apuntes después.
— Claro.
Se despidió de su amigo Chan lamentándose el haberlo engañado, la realidad era que para esa clase, necesitaba llevar un par de lentes nuevos, y él, no tenía el dinero para comprarlos, porque si se gastaba lo de su paga en ellos, seguramente tendría que despedirse de comer por una semana, y aunque ya en alguna ocasión se había abstenido de algunas comidas por comprar los materiales que le pedían a sus hermanos en sus respectivas escuelas, el enfermarse no era una opción que pudiera darse.
Caminando por los pasillos de la universidad, — tratando de hacer algo de tiempo mientras encontraba una posible solución para su pequeño problema —, llegó sin darse cuenta que caminaba sin un rumbo fijo hasta las instalaciones de la zona de arte, y justo en esa facultad fue que vio un simple anuncio en un tablero, que lo hizo detenerse de repente.
La fotografía de un par de pinturas, el nombre de un chico y un número de teléfono era todo lo que aparecía en él. Intrigado tomó su teléfono y guardó el número. Debido a algunos rumores, se había llegado a enterar que los que estudiaban en esa facultad, de vez en cuando necesitaban modelos para sus pinturas y casi siempre la paga era buena.
Ese día, al llegar al trabajo tuvo la mala suerte de romper un par de platos los cuales por supuesto él tenía que pagar de su bolsillo, pero lo que había llegado a colmar su poca paciencia, había sido la llamada de Han Bin su hermanito menor, diciéndole que necesitaba comprarle un libro de actividades junto a un nuevo juego de geometría y algunos utensilios más.
— ¡Genial! Este mes, otra vez no voy a poder comprar los lentes.
Algo cansado por su situación tan precaria, recordó el anuncio y sin pensarlo dos veces marcó el número.
* * *
Recostado finalmente en su cama individual, observando el techo de su casa y escuchando los pequeños ronquidos de Han Bin, finalmente se incorporó no podía esperar a mañana, así que tomó su teléfono y enviando un simple mensaje volvió a recostarse.
«Necesitamos hablar – Hongbin».
Frunciendo el entrecejo al leer el muy corto mensaje de Hongbin, Ken no tuvo que darle muchas vueltas al saber precisamente de que se trataba ese algo del que necesitaban hablar, solo esperaba que no se molestara demasiado cuando hablara con él.
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Artwork [KenBin]
Fiksi Penggemar¿Qué estarías dispuesto hacer por dinero? Hongbin se hizo esa misma pregunta, y por más que le dio vueltas a sus posibilidades, la única alternativa que le quedaba era vender su cuerpo.