Capítulo 8

158 33 9
                                    

Afortunadamente la caída de Han Bin, solo le había ocasionado un par de lesiones nada graves en las costillas y la fractura del brazo derecho, — suerte para él que era zurdo al igual que Hongbin —. Y aunque la recuperación iba a ser algo tediosa, pero por ser todavía un niño se iba a recuperar bien, sin aparentes lesiones de por vida.

—... Han Bin, no pienso decírtelo otra vez, come.

— ¡Es que no me gusta! — comentó el mencionado cruzándose de brazos.

— Han Bin, hazle caso a mamá, come y te prometo que en cuanto te recuperes por completo, te llevaré a comer una hamburguesa.

— ¿Lo prometes? — dijo Han Bin mirando a su hermano mayor.

— Por supuesto, cuando te he fallado — le respondió Hongbin sonriendo de modo que le mostro sus hoyuelos.

El timbre de la casa resonó en la estancia y Hongbin se levantó de su lugar en la mesa, para poder atender la visita.

— Ken ¿otra vez por aquí? — preguntó sonriente al verlo.

— Vine a ver a Han Bin y a atraerle esto — mencionó el recién llegado mostrándole una caja de un nuevo video juego.

Desde el accidente de Han Bin, Ken lo había visitado muy a menudo, aunque a quien realmente quería ver era a Hongbin. El chico de hoyuelos comenzaba a gustarle, no solo le agradaba ver la entrega en su trabajo como fotógrafo, sino que apreciaba ver lo acoplado que estaba con su familia.

— Gracias — comentó Hongbin sentado en el pórtico de su cada a lado de Ken.

— ¿Por qué?

— Sabes a lo que me refiero, no solo me ayudaste a pagar lo de la cuenta del hospital, sino que también alegras los días de Han Bin cuando yo no estoy.

— No, no tienes nada que agradecer lo hago con gusto, a mí me hubiera encantado tener algún hermano menor, pero desafortunadamente en mi familia yo soy el más pequeño.

— ¿En serio?

— Tengo solo una hermana, pero ya está casada y ahora vive en Japón, así que prácticamente soy hijo único — comentó haciendo un puchero, de esos que tanto le gustaban a Hongbin ver.

Juntos comenzaron a reír, pero Ken, no supo cómo su mano terminó en el muslo del menor, otorgándole a ambos una especie de corriente eléctrica, haciéndolos dejar de reír de inmediato.

Hongbin posó su mirada en la mano del mayor y de igual forma, segundos después, la dirigió al rostro ruborizado de Ken, provocando en el interior de Hongbin, un cosquilleo muy satisfactorio. Humedeció sus labios con su lengua y se fue acercando al rostro del mayor, quien cerró sus ojos al sentir el aliento de Hongbin mezclarse con el suyo.

Un simple roce bastó, para que sus labios se tocaran con suavidad, regocijándose con aquellos labios abultados que tanto había deseado besar desde la primera vez que los vio. Y que no había podido hacer, por la extraña forma en la que se habían dado las cosas al conocerse.

Artwork [KenBin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora