Hongbin tomó una gran bocanada de aire, tratando de mentalizar que lo que estaba por hacer era lo correcto, pero ¿Por qué le costaba tanto entrar? Se sentía un total fracasado, estaba haciendo justo lo que dijo que jamás haría, pero necesitaba el dinero, así que nuevamente soltó el aire por la boca y tocó la enorme puerta de madera color caoba.
Durante el tiempo que la puerta tardo en abrirse — lo que fueron solo unos cuantos minutos — él podía sentir que toda su dignidad se estaba yendo al garete, el corazón le latía totalmente desbocado y podía sentir la humedad que sus manos despedían.
— Oh, hola — saludó el que identificó como su verdugo — Pensé que habías dicho que tal vez no vendrías.
— Pues, cambie de opinión — dijo Hongbin con algo de resignación.
— ¡Genial!... entonces ven conmigo.
El lugar era en definitiva todo menos lo que se había imaginado, bueno tampoco es como si estuviera acostumbrado a lugares como ese. Muy a pesar del diseño que tenía el edificio externamente, el interior parecía más una bodega, tan solo a simple vista se podía notar la doble altura del lugar. Las paredes estaban pintadas de un color hueso nada excepcional, pero por el contrario lo que sí lo era, era el techo completamente tapizado de duelas de madera. Algunas luces — muy parecidas a la de los foros de televisión estaban fijas del techo —, y unos cuantos bastidores y tripiés de madera, estaban justo en uno de los costados junto a una mesa. Pero lo que más impresionó a Hongbin, era la vista de la ciudad desde ese piso, la cual era proporcionada por el enorme ventanal que estaba desde el techo hasta el suelo, ocasionando de esta manera que la luz solar invadiera el lugar. Y como último detalle pero no menos importante, una pequeña cocineta se encontraba en el fondo muy bien equipada, además el lugar solo tenía dos puertas la de la entrada y la que supuso era la del baño.
— ¿Este lugar es tuyo? — preguntó Hongbin sentado en el único sillón del lugar, mientras observaba al contrario caminar de un lado para el otro acomodando algunas cosas.
— ¿Mío? Ojalá, pero no, es prestado... digamos que tengo algunas muy excelentes amistades — reconoció sonriendo con cierta alegría, como si hubiera recordado algo gracioso al decir aquello.
— Ah — fue todo lo que se limitó a responder.
— ¿Quieres algo de tomar?
— No, gracias.
— Bueno, pues en ese caso tal vez será mejor que comencemos.
Arrepintiéndose enormemente por no haber aceptado la bebida que le ofreció, Hongbin se levantó de su lugar sintiendo que el corazón le latía tan rápido, que casi podía jurar que si no se controlaba podría salírsele del pecho. Así que sin saber que hacer exactamente, comenzó a desabotonar su camisa.
— Si quieres puedes hacerlo en el baño... — dijo el contrario, señalando al mismo tiempo la otra puerta que ya había visto — no tienes que desvestirte precisamente aquí... toma, usa esta bata y luego regresas.
Sonriendo con nerviosismo tomó la prenda y caminó hasta el lugar antes mencionado. Cerró la puerta tras de sí, y repitiéndose que solo lo hacía por el dinero comenzó a desvestirse finalmente.
— Tranquilízate, muchos lo hacen... esto no es nada del otro mundo. ¡A quien quiero engañar estoy vendiendo mi cuerpo como un gigolo! — pensó.
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Hola.
Pues he aquí otro intento de historia que espero les guste.
Algunos puntos a observar, esta también será una historia corta, con capítulos cortos como este, además puede que la actualice diario, y digo puede porque si no, al menos habrá tres actualizaciones durante la semana.
Y pues sin más nada que agregar, nos vemos en el siguiente capítulo.
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Artwork [KenBin]
Fanfiction¿Qué estarías dispuesto hacer por dinero? Hongbin se hizo esa misma pregunta, y por más que le dio vueltas a sus posibilidades, la única alternativa que le quedaba era vender su cuerpo.