1. Ensueño

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{ Antes de empezar y que empiecen a leer, quiero aclararles que si estan leyendo esto sin haber leído antes "Enseñame a vivir" se pierden de entender el trasfondo de la cuestión y de las cosas que van a suceder luego. Esta es la segunda parte de la trilogía "Enseñame..." puede que las cosas parezcan que ya están resueltas pero como dice el titulo... A veces los deseos ciegan. Y si, el de la portada sería Alec en su nuevo empleo.}

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Las luces apuntaban a todos los bailarines y en especial a los tres principales. Camille todas las noches recibía un ramo de rosas blancas. Magnus por otra parte, quería irse lo mas pronto del lugar. Quería que la temporada termine de una vez. Cuando todos estaban ya a punto de irse Magnus se quedó en su camarín, quitándose el maquillaje, el traje y vistiéndose lo más informal posible. Hoy era una noche especial. Faltaban dos funciones más y todo terminaría. Dos semanas.

Hacía dos meses que no hablaba con Alec. Dos.

Él había empezado a trabajar en una pequeña compañía de baile contemporáneo bien del underground como terapista de una chica y estaba casi todas las noches allí. Se llamaba Lydia y era según Alec "Muy buena con el." Magnus la odiaba.

Nunca le quiso dar la dirección del lugar donde se daba, sabía que iría y Alec no quería ver a Magnus bajo ningún término. Le decía "Cuando termines hablamos" y tenía razón. No podían jugar el juego de verse solo cuando Magnus podía y después no verse más. Dolía. Les dolía ambos.

Pero claro. Magnus era de una familia poderosa y con las suficientes influencias como para encontrar a su amante. Giro el papel entre sus dedos y lo puso en su bolsillo, cuanto menos sepan cómo lo consiguió, mejor. Hoy lo iba a ir a espiar. Necesitaba mínimamente verlo.

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Alec estaba detrás de las cortinas y mirando el público. Lydia se acercó y lo abrazo por detrás. Alec puso sus manos sobre las de ellas y ella se puso en puntas de pie para susurrarle "Esta es tu noche" el corazón del bailarín latía a mil por hora. La obra era hermosa como él, era de amor. Amor puro. Magnus perdió la capacidad de respirar cuando Alec salió al escenario y la música empezó a marcar el ritmo. Se perdio en el.

Magnus había visto a Alec bailar pero no de esa manera, parecía estar en cámara lenta y cada músculo de su cuerpo estaba perfectamente tallado bajo el traje. Lydia estaba en escena también. Era hermosa, y ambos bailaban juntos. El la tocaba toda y ella lo tocaba a él. Eran perfectos y la gente parecía ir a verlos a ellos. Adoraban a Alec. Lo amaban.

La obra terminó con un beso mientras las últimas palabras de la canción eran entonadas y Magnus sintió que todo estaba fuera de lugar. Todos se pusieron de pie y aplaudieron. 

La obra siguió pero Alec ya no salía. Eso decía el papel que le habían entregado explicando la obra y relatando lo que sucedía en escena. Ni siquiera sabía que iba a bailar. Se acercó hasta uno de los pasillos y una bailarina lo reconoció.

- Magnus Bane! Te fui a ver la semana pasada. Que espectacular. Llore.

- No era la idea, pero me alegro que te haya gustado. - La chica soltó una carcajada y Magnus se sintió incómodo. - ¿Donde puedo ver a Alec Lightwood?

- ¿Alec? Para que queres verlo? Seguro está ocupado con Lydia... - puso mala cara.

- Es mi novio. - ¿Por que la mentira Magnus? No era el novio.

- ¿Que? Oh... - La chica se llevó la mano a la boca.- La tenían bien oculta esa! El bailarín estrella del Colon y el bailarín estrella de la danza under juntos.

- Si bueno, nadie sabe aún, es una especie de secreto. - La chica hizo una seña como si sus labios estuvieran sellados. - ¿Dónde está? - Volvió a preguntar algo ansioso.

- En su camarín, es la tercer puerta a la izquierda. 

La chica se fue corriendo después de eso, tirando un beso a Magnus que respiro luego de ese encuentro tan raro. Se adentro en los pasillos y vio la puerta. Golpeo pero nadie hablo así que simplemente se metió. La ropa que Alec había usado estaba allí, la levantó y la olio. Olía delicioso, perfume de él. Se miró en el espejo, aún tenía algo de glitter en los ojos. Se sonó el cuello y cerró los ojos, estaba nervioso.

- Magnus Bane ¿Qué haces acá? - La voz de Alec le pareció tan extraña, tan apagada. Magnus lo observó y murió hechizado.

Estaba con una toalla a la cintura y su piel aún estaba algo húmeda. Sus abdominales eran un regalo de Dios y esos pectorales no eran broma. No podía existir tan hermoso ser humano en la tierra. Los ojos de Magnus se dirigieron a los ojos de Alec, estaban azulados. 

- Vine a verte. Invitarte a comer tal vez.

- ¿Me estas invitando a salir después de todo este tiempo? ¿Te golpeaste la cabeza o algo? No estaría entendiendo muy bien qué pasa.

- Vine a buscarte. A que vengas conmigo a cenar.

- Debes estar delirando, yo no voy a ir con vos a ningún lado. No se quien te crees que sos para venir acá. Tenes que estar demente.

- Soy el amor de tu vida, y vos sos el mío. Y me canse de estar separado de vos.

- No, vos definitivamente estas mal.

- ¿Me vas a decir que no te pasa nada conmigo? ¿Se te fue el amor Alexander?

- Se me fueron las ganas de jugar esta mierda. - Magnus se acercó y le tomó de las manos, Alec dejó que lo hiciera, no estaba taaaan enojado.

- ¿Estas con ella ahora?

- Eso es insultante, no me gustan las mujeres.

- No puedo solo Alexander. Si no lo intentamos ahora, nos vamos a perder.

- El problema no soy yo. Yo sé lo que quiero, el problema sos vos. Te olvidas o no se que te pasa qué preferís decidir solo y me haces a un lado ¿Que tengo que estar adivinando qué día tenes para saber qué hacer?

- Si.

- Magnus, eso no es sano...

Magnus se acerco y dejo un beso en el cuello de su amante, abrazándolo por la cintura. Sintiendo el latir de su corazón. Alec apoyó su mentón en la cabeza de su amante.

- Enséñame a hacerlo bien.

- No soy tu mama para enseñarte.

- Nunca tuve mama así que no se que significa eso.

Alec suspiró molesto porque había usado ese tema en un momento clave y lo abrazo. Magnus respiro por fin, sentir que le devolvía el abrazo significó esperanza.

- No vale que juegues esa carta.

- Vale porque estas terco.

- Me estoy cuidando. Me duele mucho cuando nos separamos por tanto tiempo.

- Pero siempre vamos a estar juntos al fin...

- Wow... - Alec se alejó haciendo un poco más un escándalo. - A mi no me vengas con esas cosas cuando ni siquiera me llevas a un lugar caro a comer.

- Oh por dios... - Magnus puso los ojos en blanco. - No empieces con eso otra vez.

Y ambos empezaron a reír. Como si los cuatro meses separados y dos sin hablar ni verse no hubieran ocurrido para nada. Definitivamente, el tiempo no podía matar al amor.

Enseñame a sentir (P2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora