17. Confusión

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Los gritos se escuchaban desde afuera del salón de baile y Elías miró a todos sus costados, estaba algo nervioso por lo que ocurría adentro.

- No va a pasar. BASTA! No quiero hablar más.

- ¿Como podes ser tan mierda egoísta?

- ¿Egoísta? ¿YO? - Alec parecía tan ofendido por ese uso en particular de la palabra.

- Alexander... - Magnus noto que era la palabra equivocada pero ya era tarde, el dolor en el rostro de Alec lo decía todo y mas.

- Estuviste cuatro meses sin verme porque estabas muy ocupado con tu perfecta vida. CUATRO. Cuando te hiciste un tiempito recién viniste. - Magnus miró a otro lado, no quería escuchar más nada, no le gustaba que le dijeran sus verdades.- Me dejaste sin trabajo y tuve que salir a buscar otro desesperado para pagar el puto alquiler y encima me castigaste por eso, dejándome más de lado.

- No fue mi culpa lo del trabajo... - Acotó Magnus sin mucho sentido.

- Y no solo eso... Antes de dejarme te acostaste conmigo, era lo único que querías. Te sacaste las ganas y listo y cuando te sentiste solo de nuevo, volviste ¿Qué tan distinto te hace de Jace? Explícame.

Magnus lo miró horrorizado, sus palabras le dolían tanto. Después de todo lo que habían vivido. Alec dejó caer las lágrimas que le impedían seguir hablando y Magnus aprovecho para meter un bocado.

- ¿Toda esta porquería sale a flote porque te pido que vengas a Europa conmigo? ¿Que mierda te cuesta venir? ¿Preferís hacer esa gira estupida? ¿Qué es lo que queres?

- QUE ENTIENDAS QUE NO ES TU DECISIÓN!!! No es amor eso Magnus.

- No digas eso sabes que te amo, si es amor, es solo una puta discusión...

- No es eso, es que no entendes...

- Decime que tengo que entender. Decimelo.. - Magnus comenzó a desesperarse.

- Nunca pensas en mi. No te importa lo que quiero o si estoy feliz. Vos vas y vivís y... Tenes que hacer algo, vas y lo haces, nunca miras las consecuencias. - Alec se secó las lágrimas con el dorso de la mano.- Me dejaste por la obra, terminó la obra y venis, ahora tenes que irte a Europa así que te vas, ¿Y yo que? ¿Qué pasa después Magnus? Es todo siempre sobre vos y lo que a vos se te cante....

- Es que... Mi vida es así...

- Entonces yo no soy parte de tu vida.

- Alexander no digas... Dale....

- Es lo que insinúas con cada acción. - Alec hizo una pausa larga - Por primera vez en mi vida, encontré algo que me hace bien. Bailar y ayudar, y por una extraña razón me quieren ahí...

Magnus cerró los ojos, de solo recordar la conversación que había tenido con Lydia y las cosas que esta había dicho de toda la situación, si tan solo supiera lo poco de razon que tenia.

- Necesito que vengas a casa. - dijo Magnus con seriedad.

- No se para que me gasto hablando.... Por dios... ¿A que mierda viniste?

- Basta. Vas a venir conmigo, no te estoy preguntando.

- ¿Pero que mierda te pasa? ¿Te volviste loco? Entende lo que es un no.

Magnus tomó a Alec de la cintura y lo beso. Lo besó con necesidad de estar en contacto, de no perderlo, con total desesperación y angustia. Alec le respondió de igual manera. Se separó cuando sintió que era momento y apoyó su frente en la de el. Respirando tranquilo.

- Perdoname por favor. No sabia que te pasaban todas estas cosas.

- No sabes porque no preguntas. - Soltó Alec, algo abombado por el beso.

- Pero vos tampoco me hablas. Siempre esperas a explotar así, no es sano.

- Esto no es sano. Nosotros no lo somos. No está bien.

- Deja de decir que no a todo. Déjame entrar...

- ¿Para irte de nuevo? ¿Para dejarme de nuevo solo?

- Alexander... - Magnus se quedó en silencio y luego volvió a hablar para susurrar - Veni a casa, por favor.

Magnus llevó sus manos a los hombros de Alec y los acarició suavemente, recorriendo sus extensos y bien formados brazos hasta tomar sus manos. Alec suspiró como si se estuviera aflojando de algo que llevaba guardado en su interior.

- Esta bien. - susurro como un suspiro íntimo y Magnus cerró los ojos, relajado.

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- Señor gobernador, gracias por acercarse, muy atento de su parte.

- Señor Bane - Ambos se dieron la mano y acomodaron en los sofás de la oficina del Colon - Debo decir que cuando recibí su llamado pensé que era una broma pero.. Cuando recibí los pasajes..

- Bueno es que hay cosas que se tienen que hacer rápido, como quitar una curita, sin pensar! - Asmodeos se rió y contagió al gobernador de Mendoza de igual forma, aunque más por incomodidad que por decir algo gracioso.

- Entiendo que el teatro está interesado en algo pero no entendí muy bien, debo aclarar que la provincia está un poco justa de presupuesto, como todos y no tenemos cómo pagar nada que sea de este lugar.

- Pero por favor, el dinero no es un problema entre nosotros. Créame gobernador, va a ver entrar más que salir. Le aseguro.

- Esta bien... Cuénteme. A qué se debe todo este apuro.

Asmodeos le regaló una sonrisa y se acercó para servir dos cafés que ya estaban listos y esperando en una lujosa tetera con dibujos psicodélicos.

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Era la primera vez que Magnus llevaba a Alec a su casa o mejor dicho mansión. La habitación de Magnus era enorme, parecía un departamento aparte, al menos eso alcanzo a ver Alec que era arrastrado de la mano hasta donde estaba la cama. Era gigante y todo era color amarillo; Magnus le soltó la mano para ir hasta la cabecera y sacar todo de la cama de un solo tirón, las sábanas y los almohadones volaron, todo pasó tan rápido.

Se besaron hasta el último centímetro de piel. Magnus empezó por quitarle la poca ropa que le quedaba tan lentamente que hacía que su novio se desesperara, pero los besos que le dio desde la punta de los pies hasta volver a comerle la boca fue lo que hizo que toda su alma se entregará por completo a él. El bailarín le susurro algo en el oído al terapeuta y este le dijo que si luego de unos segundos.

Magnus sacó de su cajón en la mesa de luz un par de esposas con peluches rosas y se las puso a su novio que lo miraba completamente entregado y lleno de pánico a la vez; primero le puso la izquierda y sin que le diga nada Alec subió la mano derecha y se la capturó de igual forma. Se miraron a los ojos por un largo minuto, con Magnus acariciándole los antebrazos para que los relajara y ahí entendió que era todo, Alec era él, con mayúsculas.

Se sentía tan raro no poder tocarlo, pero Alec estaba disfrutando de cada caricia que Magnus le hacía mientras le volvía a recorrer el cuerpo con sus labios y lengua, deteniéndose en cada lugar que hacía que su novio se estremeciera. Iba a ser una noche larga pensó Alec que era tan sensible a todo contacto y más cuando era él quien lo tocaba. Pero Magnus no se tardó mucho, llevo ambas piernas de Alec por encima de sus hombros, esto de ser bailarines les hacia mas fácil adaptarse a posiciones que al fin de cuentas, eran mas placenteras.

Lo penetró y empezó a moverse con una necesidad que hacía a Alec jadear; Magnus se agacho al pasar los minutos, deseoso de poder marcarle todo el cuello a su amante. Haciéndole el amor como a él le gustaba, fuerte y dominante.

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Enseñame a sentir (P2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora