11. Once mil

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{ Este capítulo tiene algo en particular, se da justo en número cuando una de mis canciones favoritas, sin quererlo, se mete en mi piel y me inspira a escribir algo que será un antes y un después. Espero les guste este capitulo y el siguiente, subiré dos. Espero también me disculpen por tardar tanto en actualizar. Besos a todos y vean el video o escuchen la canción antes de empezar a leer! Recomendación de esta escritora que los quiere a sus pocos lectores y siempre les trae buena música (o eso creo) }

Una canción de Cerati se le vino a la mente cuando la comida terminó y el té se hizo presente en la mesa. Pero esta no era ni por cerca la misma ocasión. Asmodeos había hablado hasta por los codos con su madre y el callado solo sonrío cuando lo involucraron en la conversación semi privada que tenían. La pantalla del celular de Alec se iluminó y era un mensaje de Magnus. Era simple y fue como una bocanada de aire. Decía "Estoy abajo" y fue suficiente para que Alec se levantara de la mesa. 

- Permiso, voy a abrirle a Magnus.

Ambos lo miraron como si fuera algo poco importante y obvio en ese momento, siguieron hablando como si nada. Alec rodó los ojos y bajó a abrirle a su novio, dando pasos agigantados en las escaleras. Necesitaba ese gasto de energía por la tensión que había sufrido en la mesa. Cuando llegó a la entrada lo vio a Magnus parado detrás del vidrio, se veía tan hermoso como siempre. Alec abrió la puerta y se abrazaron, dándose un beso suave en los labios.

- Te ves pálido ¿Estás bien? - le preguntó Magnus, adentrándose al edificio.

- Si, es que baje rápido las escaleras... - contestó cerrando la puerta.

- ¿Los siete pisos? - Dijo un Magnus que se dirigía al ascensor.

- Si... - No hizo falta que contestara, Magnus le hizo entender con una mirada que estaba loco y Alec le sonrió sin decir más.

Cuando llegaron al departamento, Magnus entró como si la casa fuera suya y esa idea a Alec le gusto de mas, bueno no era tan secreto, después de todo la decoración era propia de él y no del dueño de casa.

- Hijo! Que bueno que decidiste llegar, justo le comentaba a Maryse lo hermoso que es París en esta época del año y todas las cosas que se hacen. - Asmodeos le estrechó la mano a su hijo como saludo y este enseguida se sentó junto a Maryse quien le beso la mejilla. Alec sintió que se había perdido un capítulo de la historia de su vida.

- Ay si, estoy tan emocionada. Tengo mas ganas de ir yo que Alec. Ni hablar de Izzy, mi otra hija, - le aclaró a Bane. - Quiere ir con Simon, dice que es la ciudad más romántica del mundo.

- No es solo eso... - Aclaró el señor Bane - El arte, la danza... La libertad es única y le puedo asegurar que nadie los ataca por ser gays.

- Oh.. Si, eso es muy importante. No creo que este país esté listo para la homosexualidad. Lo del matrimonio fue mera política...

- Si pueden vender hasta a la madre con tal de ganar un par de votos. - Aclaro Magnus quien hasta ahora había estado callado.- Va a ser un proceso muy largo hasta que lo acepten las personas reales y no los famosos.

Los tres empezaron a hablar como si nada y Alec sintió que todo era una locura. Su madre, su suegro y su novio hablando los tres en su comedor/cocina como si nada de temas tan raros ¿Por qué la gente se ponía de hablar de política como si entendieran? El aire era gratis definitivamente.

Enseñame a sentir (P2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora