2. Necesidad

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Faltaba una semana para que la obra terminara y Magnus ya sentía que la libertad se asomaba. Busco entre todos sus papeles cientos de lugares, quería irse a donde sea con Alec. Lo habían hablado antes pero Alec le había dicho que no o al menos eso creyó entender, tenia un gatito y no iba a dejarlo solo. Magnus no podía creer la excusa pero la dejo pasar. Estaban muy pasionales últimamente y no hacían a tiempo a hablar de nada.

- Hay una villa hermosa que es muy tranquila, los dueños tienen un jacuzzi y una cama king size que aaahhh....

Las palabras se vieron ahogadas por Alec quien había llevado su pene a su boca y en ese preciso momento estaba jugando con su glande. Magnus lo miró y su mundo se paralizó. Ahí estaba, el chico inocente y retraído - de a ratos - haciéndole sexo oral como si nada.

- Alec... Podrías.. Oh...

Metió todo su miembro en su boca y Magnus empezó a delirar. No podía pensar en absoluto. Alec estaba volviéndolo loco. Su lengua, sus labios, su respiración caliente.

- Podrías parar.. Un poco... Dios.

Alec saco el miembro de su boca y bufando se acomodo su rostro sobre su pelvis. Magnus era un hombre extremadamente excéntrico y no le gustaba tener vello en ningún lado, así que estaba completamente depilado. Por otro lado, a Alec esas cosas no le importaban. Para Magnus esa era la diferencia entre un bailarín de élite y uno del underground. Los había probado a todos como para no saber.

- Ya te dije que no puedo, estoy bailando ahora.

- Pero quiero que pasemos un fin de semana romántico.

- ¿Esto no te parece romántico?

Alec señaló su habitación. Tenía un par de velas encendidas, aromáticas, dispersas entre los muebles, el espejo que estaba delante de la cama, Magnus adoraba la vista que le daba, y por encima de la cabecera de la cama; además de las luces de colores sobre la ventana y que caían a los costados. Era un hermoso ambiente.

- Si pero no... - Magnus arrugó su nariz y Alec se sentó en la cama, lo que alguien sabía que significaba. - No te enojes. Hablemos del viaje.

- No voy a ir a esos lugares caros que no sirven de nada. Tenemos todo lo que queremos acá. No necesito viajar para saber cuánto... - hizo una pausa- me gusta pasar el rato con vos.

- Déjame mimarte de la manera que se hacerlo. Pasamos mucho tiempo separados y se que fue por mi culpa.

- Magnus, ya hablamos de esto ¿Podemos coger en paz?

- Wow, esa es mi línea.

- Pero es la verdad! - Alec lo miró y se acercó, tomándolo del rostro - No necesito lujos Magnus, quiero que estés conmigo, es lo único que me importa. - Se acomodo y se sentó sobre su regazo. Magnus lo abrazó, acariciándole la espalda.- No necesito nada más que esto, a vos, conmigo.

- Yo también te necesito así, conmigo. - Le respondió Magnus, comiéndole la boca como el momento demandaba, abrazándose mutuamente con pura necesidad, no solo sexual, sino en todo aspecto, algunos que aún no asumen.

Magnus necesitaba a Alec mas que a nada en el mundo. Era el único que lo mantenía en línea. Lo había extrañado horrores esos meses. En tan poco tiempo se había transformado en su ancla. Alec se separó del beso, llevando una mano a acomodar el pene de Magnus para comenzar a cabalgarlo como quería, una posición que encontraba fascinante.

Magnus aprovecho para comerle el cuello como le gustaba, si fuera por él, el cuello de Alec estaría lleno de moretones por como lo deseaba, en especial cuando ahogaba los jadeos o gritos de placer. Como en ese momento. Ambos empezaron a jadear cuando Alec empezó a moverse sobre su amante. Moviéndose como le gustaba, duro y rápido. Magnus comenzó a besarle el cuello pero enseguida Alec lo corrió y dejó caer sobre la cama. Llevo sus manos a su pecho y se posó en él para cabalgarlo.

Magnus simplemente se lo quedó mirando, adorándolo, acariciándole las piernas mientras su amante le hacía ver las estrellas. La vista era hermosa, tenía razón Alec. La luz de las velas hacían que la piel blanca de Alec brillara por sí sola y era hermoso; a la vez que las luces de la ventana reflejaban el placer en su rostro.

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Enseñame a sentir (P2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora