Cuando cumplió los 19 años Kakuzu decidió dar un paso más con Hasubira, era evidente que lo que sentía por aquella chica era amor. Nunca antes había sentido algo así por alguien, ella al fin de cuentas fue quien le aceptó tal como era. Aquel día, era el momento ideal para confesarle todos aquellos sentimientos y para saber si la chica que vivía con él tenía el mismo sentimiento.
Hasubira estaba sentada sobre un tocón de madera, donde observaba el paisaje verde de su aldea, su cabello castaño ondeaba a causa del viento. Kakuzu solo sintió como su corazón palpitaba tan rápido que creyó que se le iba a salir, ella observó durante un rato a su compañero con una amplia sonrisa que provocó que se sonrojara. Él se sentó donde estaba ella y apoyó su espalda contra la suya alzando la mirada al cielo, tal como hacía ella.
— Es raro verte aquí, creí que descansabas hoy. — Hasubira observó a Kakuzu de reojo.
— Quería confesarte algo muy importante, pero seguro que me rechazarás. — Kakuzu agachó la cabeza.
Ella agarró a Kakuzu de su mano y con su cara se apoyó en su enorme espalda, su compañero lo único que sintió era placer al notar como su piel rozaba con la suya, una carita de ángel que le había vuelto loco.
— No sigas... — Hasubira rodeó a Kakuzu con sus brazos. —... tu cercanía... todo... te amo...
Kakuzu no podía mostrar su mejor sonrisa, pero aquel amor que sentía le incitó a besar la comisura de sus labios donde luego se apartó durante un rato y la miró fijamente a los ojos mientras sus morenas manos acariciaba su mejilla, sus frentes pegadas entre sí y respirando tan fuerte que estremecía a Hasubira con solo escucharlo.
— Hasubira... — murmuró Kakuzu. — Siempre me has gustado, de ti, me sedujo tu alma y tu forma de ser, quiero que estemos para el resto de nuestras vidas y formemos una familia, no me importa el número de hijos, me importa vivir contigo hasta que la muerte nos separe.
— Yo... yo también te amo... — Hasubira le volvió a besar en los labios, esta vez sintieron lo largo que se hacía, hasta que la joven se apartó durante un rato para volver a centrarse en su mirada. —... eres el único que me ha apoyado cuando he estado sola, por eso te amo...
— Entonces... ¿Quieres unirte en matrimonio conmigo?
— Si... acepto...
El día de su boda fue simple, sin invitados, sin religiosos... solos, en su casa, simple como eran ambos, él estaba convencido que aquella mujer iba a estar para toda la vida.
La noche de bodas fue la más bonita de todas, entre besos y acaricias, ese día había sido feliz.
Semanas más tarde, hubo una reunión con los ancianos de la aldea, entre ellos estaba Kakuzu planeando su traición con Konoha por el hecho de que querían distribuir a los bijuu a las aldeas de confianza donde ellos sospechaban de que iban a estar excluidos de todo esto.
—Hashirama va a entregar los bijuu a otras aldeas y a nosotros nos tendrás excluidos. — comentó el anciano Saisho.
—Por culpa de los problemas que hemos tenido por los clanes de nuestra aldea, Hashirama se ha negado a confiar en nosotros y ahora quiere que las aldeas más estables sean más fuertes y eso no lo permitiremos, lo que tenemos que hacer es acabar con él. —opinó el anciano Dai.
—Estoy de acuerdo con vosotros, por eso te hemos llamado Kakuzu, eres el Shinobi más poderoso de la aldea y eres el único que puede enfrentarse a él. — se dirigió al joven el anciano Tores.
Kakuzu suspiraba tras escuchar las palabras de los ancianos y temblaba con solo escuchar el nombre de Hashirama, no sabía si rechazar la oferta o aceptarla.
— Como eres un hombre con codicia, quería pedírtelo a cambio de una gran suma de dinero.
Kakuzu se sintió atraído por las palabras de aquel hombre, el dinero era lo más importante para él, no había otra cosa más importante en su vida que el olor de aquella cantidad de papeles verdes, aunque estaba convencido que Hasubara era como aquello que tanto amaba.
—Esta misión de Rango S sería una buena oportunidad para demostrar al mundo que no eres un monstruo, a cambio, si acabas esa misión con éxito te pagaremos mucho dinero. —le ofreció el último anciano.
—Acepto, no solo por el dinero, también lo hago por mi aldea y por las personas que más me quieren. — Kakuzu se frotó las manos por la codicia que sentía en ese momento.
Kakuzu salió de la sala de reunión y se dirigió hacia el cementerio donde estaba enterrado su maestro, se arrodilló ante él y puso su mano en la losa donde traía su nombre, pensaba que hacía mal en aceptar aquella misión pero Suddo estaría orgulloso de él si fuera un éxito lo que le habían pedido. De pronto, sintió que alguien se acercaba y al darse la vuelta vio a Hasubara que acurrucó su frente en la de Kakuzu, él la amaba y su deseo era verla bien, cuidarla y demostrar que iba a ser alguien grande en la villa.
—Kakuzu, te invito a algo, ¿te apetece? — le ofreció Hasubara con una amplia sonrisa mientras acariciaba su hombro.
—Como quieras.
Kakuzu se levantó y él la ayudó a levantarse, luego aprovechó para darle un beso y los dos se dirigieron hacia un restaurante de fideos.
—Estos fideos están muy ricos. —hablaba Kakuzu con la boca llena.
—Te veo muy preocupado, ¿te pasa algo? —se daba cuenta Hasubara.
—Me asignaron una misión. — Kakuzu afligido dejó de comer durante un rato para centrarse en el caldo que había en el cuenco de comida.
— ¿Qué clase de misión? — preguntó Hasubara muy preocupada.
Kakuzu enfadado golpeó la mesa y asustó a Hasubara, él salió del restaurante frustrado porque no quería hablar del tema con ella, la joven salió tras él y le agarró del brazo.
— ¿Porqué te has enfadado? — preguntó Hasubara con tono pesado.
—Quiero protegerte y mantenerte al margen de esto. — Kakuzu empezó a sentir como de sus ojos salían ciertas lágrimas de pena.
— Yo me preocupo por ti Kakuzu, lo hago porque eres mi esposo y el amor de mi vida, te entiendo que quieras protegerme. — Hasubara le cogió de su mano y le miró fijamente a los ojos. — No te preocupes, cuando regreses a casa te prepararé un poco de hígado, así estarás más alegre.
Kakuzu cuando llegó a su casa preparó un par de objetos para el combate contra Hashirama, quería que todo el plan que tenía planeado para matarlo saliera bien y sin ningún problema, cogió de un cajón un par de papeles bombas, unos rollos con jutsus y las metió dentro de una bolsa.
—Perfecto, ya estoy preparado, creo que el Hokage no durará ni dos golpes.
Kakuzu antes de marchar, escribió una carta de despedida para su amada Hasubara y con cariño se despidió de su casa, sonreía cada vez que pensaba en su pasado y en su maestro, pero le llenaba de tristeza cuando recordaba a sus padres, quería a su madre y su padre se la arrebató, pero ese vacío se llenó cuando llegó la mujer que le hizo sentir el amor por primera vez y era capaz de hacer lo que sea por verla feliz.
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Pasados olvidados
ФанфикMuchos os preguntáis... ¿cómo ha sido el pasado de Hidan y Kakuzu? ¿Vivieron felices en sus infancias el famoso dúo Inmortal? Esta historia os contará todo lo que vivieron antes de unirse a la Organización Akatsuki.