Hidan, parte final

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¿Iba a morir? Era lo que se preguntaba Hidan aun con vida, creía en Jashin y sabía que tenía que salir de esa si deseaba que su Dios se sintiera orgulloso de él. Le preocupaba su edad, pero era algo que no le importaba para nada, entonces, se acordó de su padre y del placer que éste tenía cuando se hería así mismo, eso era lo que necesitaba sentir, tal como le había dicho el monje. El albino cerró sus ojos morados y se imaginó a Jashin, de esos pensamientos lo vio y en su mano portaba una enorme guadaña de tres filos, el pequeño llegó a la conclusión de que estaba en un sueño en el cual su propio Dios se presentaba para obsequiarle con eso que llevaba en su mano.

— Yo te elijo a ti, Hidan, para que portes la sagrada Guadaña de Triple Hoja, esta arma fue forjada en el mundo de los Dioses y yo creo en ti, para que la uses con cuidado. —le dijo aquel ser demoníaco.

Era evidente que se trataba de Jashin, Hidan abrió los ojos y centró su mirada en una de las estatuas del lugar en el que se encontraba, aquella silueta que se encontraba entre las patas del dragón se parecía mucho al misterioso ser demoníaco que había visto en aquel sueño o visión, era como si su Dios se sintiera orgulloso por lo que estaba pasando en ese mismo momento.

Mientras Hidan estaba en ese estado durante aquellos días, los monjes entraban en la sala y le inyectaban una extraña sustancia que le causaba fuertes dolores, eran insoportables y sentía que en cualquier momento iba a morir. No obstante, su fe en Jashin le hacía ser fuerte, creía en él y eso era lo que le mantenía con vida.

— ¿Qué es lo que me estáis metiendo? — preguntó Hidan a uno de los monjes.

— Es parte del experimento, creemos que esto te llevara a la inmortalidad.

***

No se podía explicar cómo pudo sobrevivir aquel mes, estaba con los ojos abiertos sintiendo el placer a la vida y al dolor, sintió como la visión de su Dios Jashin se hacía cada vez más insistente y más, cuando le ofrecía aquella extraña guadaña de tres filos. El monje que le había realizado aquel corte se quedó perplejo al ver que el experimento había sido un éxito, muchos no habían sobrevivido a su edad, pero lo de Hidan era un milagro.

— Es una gran alegría saber que aun sigues con vida.

— Oh... — gemía Hidan. —...mi Jashin.

— Entonces el experimento ha sido un éxito. — sonreía el monje.

— Lo he visto...

— ¿A quién? — preguntó el monje confuso ante la pregunta de Hidan.

— A Jashin... — empezó a toser sangre el pequeño albino. —...me ofrecía una guadaña de tres filos.

El monje se quedó sin habla, era de extrañar que llegara a sobrevivir a ese mes y sintiendo el placer que en ese momento sentía. Había cumplido y todo gracias a su fe, no cabía duda, se había convertido en un fiel jashinista, pero lo que más le sorprendió es que llegara a cierto momento y que aquella guadaña se presentara en ese mismo instante.

— ¿Y ahora? — preguntó Hidan.

— No te preocupes pequeño, ahora se lo pediré a un jashinista del clan Fukkatsu, ¿te crees que no pueden tener alguien en esta secta? — el monje comenzó a reírse.

— No te preocupes pequeño, ahora se lo pediré a un jashinista del clan Fukkatsu, ¿te crees que no pueden tener alguien en esta secta? — el monje comenzó a reírse

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