Han pasado unas tres semanas, Hidan aún esperaba la llegada de su madre, de vez en cuando la abuela Seirusha venía para hacerle compañía, pero nunca entendía el motivo de su mirada llena de tristeza. Pensaba en ella constantemente y tenía la sensación de que estaba bien, quería que volviera con él para poder jugar juntos y escuchar sus bonitos cuentos para dormir. Picaron a la puerta y el albino corrió para poder recibir con entusiasmo a su madre, estaba convencido de que era ella, pero al abrir la puerta, el albino se llevó una gran decepción al ver que era la abuela Seirusha.
— ¡Abuela Seirusha, quiero ver a mamá ¿dónde está?! —gritó Hidan que curioseaba por los alrededores.
—Hidan... —Seirusha abrazó al pequeño y continuó hablando —mamá se fue y no volverá.
Hidan se apartó de los brazos de Seirusha, sin creerse sus palabras se negaba a pensar que su madre se hubiera ido, era imposible, ambos se querían y siempre estaban unidos.
—No te creo, mamá volverá.
—Mamá nunca volverá, porque está muerta. —interrumpió una voz masculina que parecía burlarse del pequeño Hidan.
—Eso es mentira. —insistió Hidan.
—Tu madre murió y nunca más volverá, métete eso en tu pequeña cabeza renacuajo de mierda, ahora vas a vivir conmigo, que para algo soy tu puto padre.
Aquel hombre apareció ante Hidan, el pequeño se asustó y sintió en él desconfianza, el cual provocó el llanto del pequeño. El albino desesperado y sollozando, intentó buscar a su madre por los alrededores de la casa sin importar la presencia de aquel hombre. Aquel que se suponía que era su padre, no aguantó más lo berrinches del niño y enfadado lo agarró del brazo y lo abofeteó.
— ¡Deja de llorar, mariquita de mierda! —le gritó.
— ¡MAMÁ!
Hidan gritaba la misma palabra tras la fuerte bofetada de aquel hombre, ignoraba como podía los insultos de su supuesto padre, solo quería reencontrarse con su madre y era evidente de que la cara de la abuela Seirusha confirmaba aquellas horribles palabras. El pequeño corrió para abrazar a la anciana y desahogarse.
—Lo siento... —sollozaba Seirusha que acariciaba el cabello plateado de Hidan.
El hombre separó a Hidan de Seirusha, el pequeño albino lloraba aun más al sentir tan distante a su madre y empezó a odiar a aquel hombre por haberle separado de aquella mujer que la consideraba como su abuela, la persona que después de su madre le crió y le ayudó en lo que podía para que ambos salieran a adelante.
—Sankaku... —la anciana se arrodilló ante él entre lágrimas —prométeme que cuidarás de él.
—No te preocupes abuela, este niño será un hombre hecho y derecho.
Sankaku se llevó a Hidan a la casa, el pequeño albino extendía su mano para poder alcanzar a su abuela, pero cada vez la tenía más lejos.
— ¡No me dejes con él abuela! —gritó por última vez Hidan ante los oídos de Seirusha.
Seirusha podía sentir el temor en su senil cuerpo, lloraba al ver como aquel hombre lo alejaba de las personas que en verdad lo habían querido, se arrepentía de no haberle dicho a Hidan que su madre había muerto hacía tres semanas, por culpa de aquel silencio aquel niño iba a crecer como su padre, no quería que creciera siendo un irrespetuoso y grosero como él, quería que fuera un hombre que se preocupara por los demás y que protegiera a los débiles de los malos, pero sabiendo quien estaba bajo sus cuidados eso lo iba a ver lejano.
—Hidan... —lloraba Seirusha — no crezcas como él...
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Pasados olvidados
FanficMuchos os preguntáis... ¿cómo ha sido el pasado de Hidan y Kakuzu? ¿Vivieron felices en sus infancias el famoso dúo Inmortal? Esta historia os contará todo lo que vivieron antes de unirse a la Organización Akatsuki.