Capítulo 9: "Confía en mi: Cicatrices del alma"

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Gokú miraba consternado la cicatriz del brazo derecho de la pelinegra mientras esta sollozaba de manera desgarradora sin darse cuenta aún de la situación en la que se encontraba.

Cálmate mi niña, cálmate, decía Gokú dulcemente al tiempo que la pelinegra pareció reaccionar y empujo como pudo al joven de cabello alborotado mientras se cubría con las sábanas su cuerpo y decía: No me hagas daño, tú no por favor, tú no.

Milk, ya te he dicho que yo no te haré daño, yo solo quiero ayudarte, confía en mi, decía Gokú acercándose nuevamente a una temblorosa pelinegra que empezaba a sollozar de nuevo.

No, no te me acerques, me da miedo, me da miedo, decía Milk con voz quebrada.

Muñequita, tienes muchas cicatrices en el alma, tal vez sea bueno que me cuente como era tu vida con tu padre, a veces desahogarse es bueno, ¿qué te parece si vamos a la sala y te preparo un té mientras me platicas más de ti?, decía Gokú con ternura.

¿No me harás daño?, decía Milk con voz entrecortada.

No Milk, solo quiero verte feliz, ¡vamos muñequita¡ un buen té te relajara, dijo Gokú dulcemente tomando la mano de la pelinegra que ante el contacto sintió su cuerpo temblar pero no de temor, ella no sentía temor por él pero aún no comprendía porque estaba sintiendo cosas tan extrañas a su lado.

El par de pelinegros salieron hasta el comedor, Gokú hizo que la pelinegra tome asiento, la cubrió con una manta mientras él fue a la pequeña cocina por dos tazas de té.

Luego de unos minutos el volvió junto a ella y la encontró sollozando en silencio.

¿Tú padre te pegaba, verdad?, dijo Gokú para romper el silencio mirando el brazo derecho de la pelinegra.

Sí, dijo Milk con voz entrecortada mientras gruesas lágrimas brotaban de sus bellos ojos negros.

¿Por qué lo hacía?, dijo Gokú.

Porqué no me quería, dijo Milk sollozando.

Tú padre es alcohólico, ¿verdad?, dijo Gokú con nostalgia.

Sí, pero el nunca a querido dejar la bebida, dice que me odia porque yo tuve la culpa de que mamá muriera, por ello una vez cuando era una niña me dejo abandonada en la calle sino hubiera sido por un policía que lo localizo por los datos que le di, yo no hubiese seguido a su lado, dijo Milk sollozando.

Tú no tuviste la culpa de ello muñequita, tu padre esta mal por el alcohol pero ello no justifica que te golpeara y que haya querido abandonarte, ¿qué más te ha hecho tu padre?, dijo Gokú mientras la pelinegra bajaba la mirada.

No tengas miedo, confía en mi, tu padre ya no podrá hacerte más daño, lo que no me explico es porque nunca lo denunciaste, dijo Gokú.

Era lo único que tenía, una vez intente escapar de casa y papá de castigo...., decía Milk rompiendo en llanto.

Calma, calma, toma el té, te sentirás mejor, dijo Gokú dulcemente.

La pelinegra tomo la taza de té y la llevo a su boca mientras Gokú la observaba y decía: los señores que estuvieron conmigo el día en que tu padre te estaba vendiendo me hablaron algunas cosas de tu padre y de ti, ellos me dijeron que tu padre vivía de ti y que ninguna autoridad hacía nada pues en un pueblo tan pequeño todo lo que pasa en el queda allí.

Milk al escuchar ello bajo la mirada y continuo sollozando.

Milk, no llores ni sientas vergüenza, tu no tuviste la culpa de lo que te toco vivir, déjame ayudarte a borrar esas cicatrices de tu alma y sabes como es la mejor manera de borrarlas, dijo Gokú con ternura.

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