Apenas podía moverme, me sentía destrozado, sin fuerzas, como si me fueran dado la paliza de mi vida. Abrí los ojos, vi el asfalto de una carretera poco cuidada, y al fondo...bueno al fondo no veía nada, solo una mancha borrosa, mi vista se fue aclarando segundos después, como una cámara enfocando a su objetivo. Pude ver un coche aplastado y destrozado por la parte delantera, estaba rodeado de una ceniza proveniente de su propio motor, ya que ardía con fuerza.
-¿Dónde te has metido esta vez Joseph?- Me dije a mi mismo.
Intenté levantarme apoyando las manos...que gran error, caí de nuevo a causa un dolor profundo en mi brazo izquierdo, con una cara de sufrimiento inspeccioné la zona dolorida. Sangraba mucho, tenía algo incrustado en la piel o incluso en mis músculos, algo que no sabría identificar a causa de la sangre casi seca que lo cubría.
Solo llevaba calzoncillos, tenía frío, sabía que herido y sin ropa no sobreviviría mucho donde quiera que esté, así que con todas mis fuerzas, me apoyé sobre mi brazo funcional y me puse en pie como pude. Me encontraba en una calle estrecha, casi infinita, derruida y por lo que se veía, había sufrido un gran incendio, pues grandes partes de los edificios se cubrían de las mismas cenizas que aquel coche abrasado.
Primero tendría que encontrar algo de ropa, pensé en entrar a una de las viviendas, pero la mayoría de entradas estaban taponadas por ladrillos y escombros. Me tocaba andar a pesar de mis limitaciones. Cinco casas hacia delante había lo que parecía ser algún tipo de tienda, ya que tenía un amplio escaparate de un cristal maltratado por diversos golpes. Utilizaba los vehículos como ventaja, apoyándome en sus capós y otras partes que sobresalían, todo ese proceso era lento...muy lento, ya que un movimiento en vano podría hacerme caer y hacer que no me levantase más.
Tenía demasiadas preguntas, una infinidad de ellas que incluso superan el límite de la curiosidad humana, me sentía confundido, pero en ese momento mi prioridad era sobrevivir.
Llegué a la tienda, solo le quedaba una puerta de entrada, la otra se hallaba clavada en el mostrador, como si formase parte de él. ¿Quién o qué tiene la suficiente fuerza para aquella salvajada? Aquel lugar en general daba miedo, la puerta estampada, grietas en las paredes, un popurrí de productos tirados en el suelo, estaban empapados de agua y cubiertos de suciedad, cables eléctricos que desprendían chispas que alumbraban el local a ratos...Entre todo ese montón de cosas aleatorias del suelo, rebusqué sin parar, hasta que...¡Bingo! Una bermuda algo pequeña para mi, pero que aún así me entraba y una camiseta blanca desgastada y con algo de moho.
Al fondo de la tienda había un vestidor, a un lado de un pasillo casi claustrofóbico al entrar en él vi el único objeto sin daños del establecimiento, un espejo. Al verme reflejado, me di cuenta de que ya no había rastro de esas horrorosas venas verdes, ni de esa luz extraña, tan solo permanecía esa misteriosa herida que anteriormente no la pude inspeccionar. Con cautela, procedí a limpiarla con el agua que inundaba el vestidor. Aún daba punzadas. Quité la sangre y ví esa cosa incrustada en mi bíceps. Parecía un dispositivo bastante tecnológico y futurista, tenía forma de romboide y tenía un triángulo pequeño en su centro. Lo rocé con mis dedos para intentar identificar de que estaba hecho, pero al hacerlo toqué algo que no debí, del extraño objeto salió un líquido negro que viajaba por todo mi cuerpo rápidamente, con intención de cubrirme entero. Volví a pulsarlo varias veces muy nervioso, pero seguía igual, consumiendome cada vez más y más, pero al llegar al cuello se detuvo, y de un líquido viscoso, pasó a ser de una textura dura y resistente, pero ligera, una especie de armadura completa.
Me quedé impresionado ante tal situación, desde luego, estaba siendo un día bastante raro.
Volví a pulsarlo, esta vez más calmado, y entonces toda esa armadura retrocedió de nuevo al dispositivo, dejándome otra vez con esa ropa cutre del suelo.
La pregunta ahora es ¿y ahora qué? Lo más sensato sería buscar ayuda y buscar respuesta a todo esto, tenía la necesidad de satisfacer mi curiosidad ya que eso de que me salga una super armadura del brazo no es que sea muy normal que digamos.
Al salir de la tienda pude ver algo al final de la calle, sobrevolando todas esas viviendas, se mantenía suspendido en el aire, una especie de vehículo, con dos propulsores detrás que no emitían apenas ruido. Estaba armado, sin duda. Disponía de dos cañones frontales del tamaño de una farola y unas cuantas ametralladoras bajo la cabina. Allí se encontraba, vigilandome, como si esperara una respuesta de mi parte. Yo asustado, pensaba que me ayudaría a salir de aquel infierno así que me dirigí a él. De pronto, uno de sus cañones disparó, el proyectil impactó a unos metros de mi, en la carretera, transformándola en un montón de piedrecitas que volaban en todas direcciones a toda velocidad acompañadas del sonido de la explosión
-¡Corre!- Me advirtió una voz en mi cabeza.
Sabiendo las intenciones de aquella cosa, heché a correr como pude, ya que mis condiciones no eran excelentes
Se abría paso por toda la calle, escuchaba como todo explotaba y era destruido a su paso, todo tipo de materiales de construcción salían disparados, parecía casi un milagro que ninguno me dase. Todo en mi retaguardia era destruido mientras aquello me perseguía.
En ese instante descendió otro vehículo volador más, abriendo su escotilla a ras del suelo, ya sabía cuál de los dos era el bueno y el malo, así que di un sprint final y salté hacia mi salvación.