Epílogo

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Abro los ojos, estoy otra vez en ese oscuro vacío flotando, está vez no me puedo mover, me duele todo el cuerpo.

-¿Qué haces?- preguntó un eco

Joseph: -No lo sé, supongo que morir-

-¿Ya?-

Joseph: -Sí-

-¿Porque?-

Joseph: -Quiero que todo esto acabe, deseo volver a mi vida normal, mi familia, mi casa, mi ciudad-

-¿Qué pasa? ¿No te gusta esto?-

Joseph: -No sé que pinto alli-

-Encajas más de lo que crees-

Joseph: -Tampoco sé que clase de ser soy-

-No estás solo-

El lugar se volvió de color blanco, el resplandor me cegó haciéndome cerrar los ojos. Al abrirlos de nuevo estaba en la parte de atrás de una camioneta vieja, una música country sonaba en la radio. Se movía por una carretera repleta de árboles de hoja caduca de un tono marrón a ambos lados del asfalto. No alcanzaba a ver la cara del conductor. En uno de los tramos se podía ver una señal, "Ohio 9 km", supongo que aquel era nuestro destino. No comprendía nada, por alguna razón no podía hablar, solo observar y escuchar la música, el motor viejo del vehículo...

Se desvió, tomó un camino de tierra que se adentraba en el bosque, el cual a unos metros terminaba. Mi acompañante, era un hombre, alto, corpulento,con una gran barba rubia pero rapado con algo falto de pelo, iba vestido con una camisa de cuadros roja y unos vaqueros desgastados, pero lo que más resaltaba de él eran sus profundos ojos verdes.

-Nos toca ir a pie- Me dijo de manera dulce y con una pequeña sonrisa.

Me abrió la puerta y me invitó a salir, acto seguido sacó un rifle de caza del maletero.

-Vamos, pronto anochecerá-

De pronto se hizo de noche, y ha ese señor parecía darle igual. Se escucharon pisadas en las hierbas otoñales.

-Nos siguen-

Entre los árboles se movía de forma extraña una bola de humo negro. Ese hombre le apuntó con su arma.

El disparo hizo que las aves de alrededor salieran huyendo. Esa cosa tomó forma humana, la cual poseía dos enormes cuernos de ciervo, abrió los ojos, eran más rojos que la sangre misma, y brillaban en la oscuridad.

Perdí el control sobre mi cuerpo.

En un pestañeo ese monstruo se colocó junto a él, luchó por alejarlo, los golpes solo atravesaban su raquítico cuerpo.  El humo viviente le cogió el cuello, rompiéndoselo segundos después. Mi voz por alguna razón era femenina y gritó sin yo querer hacerlo.

-Nooooooooo-

Sus ojos apuntaron hacia mí

Mis manos también se tornaron a la de un cuerpo de chica, esa ya no era yo. Ella apuntó su mano hacia él, las enredaderas y ramas de la vegetación comenzaron a envolver al monstruo mientras se retorcía e intentaba liberarse. Aprovechando, la chica corrió y corrió en dirección contraria, mientras escuchaba los terroríficos gritos de furia de la criatura. La vista se distorsionó y una casa de madera apareció en el horizonte. Al llegar jadeando se sentó en una esquina, mientras lloraba de miedo. La frágil puerta comenzó a ser golpeada fuertemente, una, y una, y otra vez.

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