Él sabía que no había hecho sus deberes a tiempo, también sabía que había puesto al resto del mundo en peligro por ese retraso, pero en cierto modo no era su culpa y habría que dar explicaciones para evitar una situación muy pero que muy peligrosa.
No podía hacerlo él solo, tenía miedo a pesar de ser un capitán experimentado, pero ¿qué persona de este mundo no ha tenido miedo alguna vez en su vida? La sala de comunicaciones se llenó de soldados, científicos con batas blancas y otros mayores en el cuerpo militar, todo estaba oscuro...la habitación estaba llena de televisores y herramientas tecnológicas llenas de cables y luces que parpadeaban. Una pantalla, al fondo, la más grande, emitió un potente resplandor blanco con un sonido de interferencia bastante molesto, pero todo ello cesó. De un tono blanquecino pasó a uno gris haciendo que todo se obscureciera, el silencio se rompió con una respiración que provenía de detrás de la TV, una respiración lenta, profunda y algo ronca, como si le costara inspirar. Pinkert miraba cabizbajo al suelo, sin reaccionar a nada, por lo que uno de los científicos le tocó la espalda para alertarle, sudaba mucho de forma nerviosa. Al instante de sentir la mano en su retaguardia, levantó la cabeza, tragó saliva y dio varios pasos al frente, hacia la pantalla.
-Teníamos un trato- Dijo una voz monstruosa que hizo eco en la sala.
Pinkert era incapaz de contestar
-¿Donde está?
El general cada vez sudaba más
-¡HE PREGUNTADO QUE DÓNDE ESTÁ!
Su grito hizo retumbar todo de alguna manera sobrenatural lo cual hizo que Pinkert respondiera de inmediato
Pinkert: Ha habido un percance, el paquete llegó justo ayer a la base y según el informe de su escolta, también hace poco que está en este mundo- respondió con voz temblorosa.
-¡Es imposible! Se sabe de su creación hace más de 2 lunas llenas, pero... me lo esperaba... vosotros los humanos no sois capaz de haceros cargo de este tipo de trabajos.
Pinkert: Sabemos que por lo menos no ha descubierto sus capacidades al cien por ciento, todavía hay esperanzas.
-Te daré otros 3 meses para entrenarlo con vuestras crueles técnicas de matar, si esque habéis hecho bien vuestro trabajo cuando descubra lo que sabe hacer, será suficiente para que lo llevéis ante mí.
Pinkert: - Aún así te recuerdo qué es humano.
-No, no es ni la mitad de lo que crees, y te recuerdo yo a ti de que ha pesar de su aspecto y pensamientos humanos tiene más de nosotros que de vosotros, por lo que me pertenece. Si en esos meses no está listo, bajaré yo mismo a vuestro estúpido planeta, y no será agradable. Nada más general, solo es un arma.
La oscuridad desapareció con la vuelta repentina de las luces, la televisión cayó al suelo frente a Pinkert haciendo que salieran chispas. Él se dio la vuelta dando la cara hacia la multitud, todos los ojos le miraban preocupados y con miedo.
Pinkert: -Tenemos trabajo que hacer.