10. Entre rayos y... ¿Licuadoras?

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Kirishima sentía que se había levantado con el pie izquierdo esa mañana.

Su cafetera estaba dañada por lo que el café le termino sabiendo a agua puerca, su camisa favorita había perdido uno de los botones, y cuando fue a prender el auto para llegar a la comisaria se dio cuenta de que no tenía combustible.

En otras palabras se había montado al autobús, por lo que había pasado frente a la tienda de Midoriya, apretado contra la ventana observándolo moverse dentro e incapaz de ir a saludar, hoy había sido un mal día.

Y nadie le negaba el hecho de que pudiera ser peor.

Subió al ascensor, fervientemente esperaba que no se detuviera en la mitad de ambos pisos, el necesitaba acompañar a Bakugou, después de la captura del vendedor de Helados de la semana pasada le había dado un par de días libres, en los cuales se había ido y metido de lleno en un ataque terrorista.

Involucrando civiles... Pero ese sería tema de discusión posterior.

Kirishima ya no sabía si él, su compañero, Bakugou era suertudo o desafortunado.

Por un lado, era completamente desagradable y su temperamento era algo atroz. Por otra parte tenía un montón de fans, y eso que detestaba salir en la televisión. Cuando lo vio por primera vez, pensó que sería un amante de las cámaras, pues todo lo contario al final quien usualmente enfrentaba a la prensa era Aizawa, por suerte él no se robaba el crédito.

El ascensor se abrió sonoramente, los pasos de Kirishima no hicieron ni el menor ruido entre las mesas asignadas en las que la gente trabajaba como hormigas. Se aseguró de mirar al suelo y debajo de las mesas. No quería que su jefe lo estuviera viendo, o que lo amonestara por pisarle un brazo.

Cuando paso por el frente noto como la puerta estaba cerrada.

Incapaz de no chismosear escucho una pequeña conversación que se llevaba adentro.

—¿Qué crees que debería llevar a una boda?

—No me importa.

—Pero, Aizawa-san... No puedo preguntarle a nadie más. —Y es verdad esa voz sonaba tan mortificada como lo haría la de cualquier otro que le pedía consejo a Aizawa Shota.

—Una licuadora.

—¿Crees que si les dure...?

—Todavía no me importa.

Eijirou sacudió la cabeza, podía ver a Bakugou sentado en su mesa, perdiendo en una guerra sin cuartel de bolitas de papel contra Sero, usualmente Bakugou era calmado y compuesto. Desagradable también, pero sin duda alguna... Había cambiado.

Pero no había forma en la estuviera preguntando conociendo la respuesta... Midoriya Izuku.

A veces se preguntaba si sería posible que Bakugou estuviera enamorado, pero la idea podía morir fácilmente a los ojos de Kirishima Eijirou. No dudaba que había algo en Midoriya, algo más brillante cada vez que estaba al lado de Katsuki...

Pero para él, incluso tras haberlo conocido cerca de 4 años... Bakugou seguía siendo ininteligible.

Habrían momentos en los que predeciría su comportamiento, en realidad era bastante bueno tratando con Bakugou le había tomado casi dos meses el poder acercarse y tocarle el hombro sin que su brazo saliera volando.

Y cerca de otros dos meses para que el recordara su nombre y fuera algo más aparte de Pelirrojo, Descerebrado, o Tu inútil. Uno de sus grandes sueños era ver a Bakugou enamorado, alguna bella chica o algún hombre masculino... No de Midoriya.

RanhanshaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora