12. Y los tigres simplemente no lo entienden...

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Viernes - 11:30 a.m.

Izuku inicialmente no deseaba ir al parque de diversiones.

Le parecía una idea divertida, y realmente deseaba ir hace una semana, el problema está en que ahora tenía a alguien a quien esperar... Quizás Katsuki-san a aparecería mientras la tienda estaba cerrada y pensaría que no quería volver a verlo, y con lo impulsivo que era quizás no regresaría nunca.

Izuku sabía muy bien que hacia una tormenta de un vaso de agua y que el solo pensamiento de eso era algo idiota, pero Izuku es el tipo de persona que no puede evitar hacer odiseas de problemas pequeños y resolver con facilidad problemas grandes... De alguna manera el piensa que Katsuki también es así.

Sin embargo, es en el momento en que Uraraka le estruja los papelitos de colores en la cara, lo hace hasta que no puede respirar, siendo perseverante a extremos indeterminados que Izuku termina por resignarse y aceptar.

Se despide de su tienda, riega las tres plantas que están en las afueras, se había olvidado de ellas por el estrés del último pedazo de mes. Se asegura de que el anillo siga en su lugar designado, debajo de la calma, acumulando polvo, olvidado por los dioses, y recordado en el momento en que va a dormir.

Acomoda sus zapatos rojos, y sale. La puerta se cierra en un sonido ominoso, y lo único en lo que Izuku piensa es en que debería aceitar las bisagras, aun así se encoge de hombros y se dirige al parque de diversiones.

No sabe que de hecho ese día, alguien toco su puerta con cuatro nudillos rasposos. Esperando poder visitarlo...

Mientras tanto...

—Si quieres tomar su mano —susurro Uraraka acomodando el cuello de su camisa— La tomas.

Atrás Iida asintió en un cabeceo firme, y le palmeo el hombro con furia.

—Confía en ti mismo, Todoroki-kun.

Si el alma de las personas se perdiera en suspiros, Todoroki Shoto está seguro de que ya no tendría ninguna. El ver las caras sonrientes de Iida y Uraraka le impedía irse corriendo del parque de diversiones, incluso le impedían dormir tranquilo por las noches.

Se los imaginaba en las esquinas de las habitaciones cuando hablaba con Midoriya, tratando de empujarlos juntos, de asegurarse de que sus almas quedaran enlazadas para siempre o alguna basura mística que impediría que Izuku, se casara con algún desconocido.

No sonaba mal, piensa Todoroki, pero él es un realista y sabe que en definitiva así no es cómo funciona el mundo, el amor no es un concepto débil que se fuerza, y Midoriya era terco... Él se resistiría, lucharía si era necesario. Eso... Eso también le gustaba.

—¿Crees que le falta más fijador para cabello? —cuestiona Uraraka a su congénere— Pienso que sus ojos resaltarían más con otro poco de laca... ¿Qué piensas Iida-kun?

—Creo que está bien, Todoroki-kun no es un niño, —y Todoroki por primera vez se siente satisfecho—. Él va a saber cómo comportarse, Uraraka-kun, confiemos.

Shouto ya no sabe si sentirse agradecido u ofendido. Pero divisa una mancha de cabello verde acercándose a toda velocidad por entre la plaza hacia el punto designado.

—¿Me esperaron demasiado? —Cuestiona Izuku, se siente algo avergonzado si los hizo esperar, su rostro se arremolina en suaves jadeos había corrido las últimas tres cuadras para llegar a tiempo... Ninguno de ellos menciona que llegaron casi 40 minutos antes solo para prevenir posibles interrupciones en su plan... Uraraka había incluso llegado a saludar a la mujer invisible en La Casa Encantada.

RanhanshaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora