Capítulo Diez.- Ayuda del oficial Jung Parte II

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Jaejoong sintió que todas sus sensaciones se reducían a la satisfacción que le estaban proporcionando los dedos del oficial Jung. Se empujó hacia atrás para sentir más profundo. Necesitaba más de aquel hombre. Hacía cuatro días que el oficial Jung no había querido tener sexo con él, y se podría decir que se sentía frustrado. Normalmente, lo hubiera hecho con cualquier hombre, solo para satisfacer sus deseos pero necesitaba precisamente la polla del oficial. Necesitaba sus fuertes manos sosteniéndolo, apretándolo y quebrando toda convicción de rebeldía en él. De pronto, la voz suave y algo ronca de Yunho retumbó en la habitación.

–Quítate la ropa y túmbate sobre tus piernas. Ya no puedo aguantar más...

Jaejoong se quitó rápido los ropajes y los tiró a un lado. Luego se colocó sobre sus extremidades en el futón, y dejo que Yunho se acoplara para lentamente introducir la cúspide de su hombría. Las entrañas de Jaejoong deseaban sentir la longitud del oficial. Su cuerpo comenzaba a temblar mientras aceptaba y se relajaba con el grosor en su interior.

–Eso es, acéptalo –soltó un suspiró.

Yunho quería moverse como un animal dentro de Jaejoong, pero se controlaba para no hacerlo gemir demasiado. Ya era mucho con que ambos estuvieran teniendo relaciones antes de huir. Lentamente su miembro se hacía paso dentro de la cavidad dilatada de Jaejoong. La vista que tenía se podía decir que era la de un privilegiado, la tersa espalda y suave espalda del príncipe que adquiría un leve rosáceo cuando lo tomaba y besaba; su mirada fue bajando hacia las nalgas redondas del joven. Quería morderlas, amasarlas y frotar su hombría contra ellas. Su lengua deseaba probar el interior de Jaejoong, pero era mucho más placentero sentir los leves movimientos que succionaban su longitud. Comenzó a tocar los grandes globos, los pequeños jadeos de Jaejoong se fueron incrementando a medida que comenzó a masajearlo. Su mano juguetona bajo hacia la longitud de Jaejoong mientras se introducía más profundo en él. Las embestidas contra la próstata del príncipe comenzaron a ser erráticas y necesitadas. No tenía suficiente, Yunho necesitaba más. Le pidió a Jaejoong que se recostaba sobre la cama y que levantará la pierna. Así pues, retomó sus embestidas contra el dulce punto de su joven amante. Yunho pudo ver la cara del príncipe sonrojada y casi al punto de derramar algunas lágrimas. Se empaló mientras acomodaba las piernas de Jaejoong en sus caderas. Él deseaba besar esos labios carnosos, deseaba probarlos como si fuesen una fruta prohibida. Podía ver que aparecía un poco de sudor en las sienes del príncipe. Quien se tapaba la boca para no hacer ruido. Yunho siguió con sus movimientos contra la próstata del joven. Se acercó para saborear los labios de Jaejoong. Mientras con una de sus manos tentaba los pezones, y cuando los encontró trato de no romper el beso que le estaba dando al príncipe, comenzó por jalarlos con los dedos y luego a hacer movimientos circulares. Poco después, rompió el beso para rozar sus labios contra el cuello del joven. Comenzó a succionar partes de piel que iba dejando rojas, su lengua comenzó a jugar con el lóbulo de la oreja del joven. Para ese entonces, Jaejoong había dejado escapar varios gemidos. Su propia hombría estaba dura por el placer que sentía, le gustaba cuando el oficial lo poseía de manera tan salvaje.

–Más duro... –solo un gemido y se estremeció.

Los golpes de Yunho fueron más certeros. La habitación estaba llena de gemidos y del sonido dos cuerpos en plena consumación del sexo. La liberación se sintió tan gloriosa dentro del príncipe que casi sin pensarlo Yunho se acercó para besarlo. Fue el beso más posesivo que dio, él deseaba que aquel dulce príncipe sea solo suyo. Quería fundirse piel con piel.
Minutos después, sintió los fluidos tibios de Jaejoong, bañado sus abdómenes. Si esto no era tocar el cielo, Yunho podría decir que estuvo muy cerca. Rompió el besó sin salir del cuerpo del joven. Y con cuidado se echó a un lado, se acomodó para abrazarlo por la espalda. Sus emociones se desbordaban mientras acurrucaba al príncipe contra su pecho. Daría su vida solo para que esos momentos durarán una eternidad. Sintió que el cuerpo del joven se acomodó buscando su calor. Durmieron entrelazados.

"The Sun loves the Moon"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora