Capítulo 4: Instinto.

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Notas: Bueno como deje en claro en MUR les traigo hoy el capítulo cuatro de mi universo sirenas, sigo manteniéndome firme en mi promesa de no actualizar el fic hasta que ally y yo publiquemos nuestros fics Omegaverse, vamos vayan y animen a ally, por lo que por hora este fic y el de Gafou se han vuelto prioridad, hasta nuevo aviso.

Capítulo 4: Instinto.

- Así que lo encontraste – Mal miro cruzada de brazos a Jay los tiburones se habían alejado desde hace rato dándoles una privacidad necesaria, Jay no había estado feliz cuando dos enormes tiburones le cerraron el paso y empujaron hasta donde estaba Mal, en medio de aquellos animales como si de mascotas se tratasen - no me mires así reconozco esa mirada – Jay siguió negándose a mirarle solo frunció la nariz no iba a hablar de sentimientos no con Mal - ¿enserio Carlos? – se tensó enserio se tensó no esperaba que ella lo descubriera, no es que hubiera algo que descubrir, siendo honesto ni el mismo sabía lo que era.

- No hay nada que pensar él es solo un buen bocado – se defendió, el mantuvo su postura pues en el momento en el que el pescadito colorido entro en u radar se dijo que era solo eso un agradable bocado, Carlos era un sirena cálida y todos sabían que eran deliciosas casi tanto como los humanos.

- Si claro – Mal rodo los ojos no creyéndole nada, lanzo entonces una mirada en su dirección y ambos se quedaron viendo por un rato demasiado largo, inclusos los tiburones podían sentir la tensión a su alrededor - Deberías hacer algo al respecto – finalmente dijo al ver lo terco que era Jay.

- No – corto cualquier intento de idea por su parte, Jay no quería intentar nada que no fuera devorarle, Jay no quería lidiar con sentimientos - mi instinto me dice que debo cazarlo y ofrecértelo a ti como obsequio, que debo buscar a la más fuerte del lugar y engendrar crías – empezó a recitar como un mantra, como si fuera una lección que le fue enseñada desde pequeña y Mal no lo dudaba ella tenía una muy similar.

- Y el mío que te devore luego de concebir y no pienso hacer eso – ahora fue ella quien le interrumpió Jay parecía confundido, mirando a sus manos que temblaban de ansiedad - ¿Qué es lo que realmente te molesta? – pregunto finalmente se acercó solamente un poco no le toco, no sabiendo que el contacto solo cerraría a Jay pero si se acercó, le hizo saber con su simple presencia que no le juzgaría.

- Es un macho Mal – tras un largo suspiro Jay hablo finalmente confeso que aquel tritón era mucho más que una comida - no puede darme crías – continuo- no es adecuado – le miro con la barbilla tensa apretando los dientes ante cada palabra, como si hubiera aprendido la diferencia de una forma no muy grada, ser adecuado para Jay significaba todo, ser el mejor, ser perfecto.

- ¿Para quién Jay? – pregunto otra vez, su voz era firme opero suave igual aquella que utilizaba con su tiburones cuando alguno de estos iba demasiado salvaje - ¿para ti o tu padre?

- Tu no lo entiendes – Jay se apartó retrocedió con nueva ira en su mirada, todo su ser se cerró entonces, la vulnerabilidad de hace unos instantes reemplazados por el mismo Jay de siempre - pues elegir una hembra y mientras concibas niños tu madre estará bien pero yo no tengo esa opción.

Así que de eso se trataba de algún entupido ritual de hombría que su estúpida colonia tenia, todos los sabían la sirenas más fuerte tenían el poder y obtendrían crías, su sociedad era un matriarcado, ellas eran la que atraían a los marineros a las rocas, sus canticos y belleza era si principal arma eran perfectas cazadoras y no necesitaban protección, los machos solo eran vistos como parejas, seres con los cuales aparearse para continuar su legado.

Desde las profundidades (Jaylos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora