Capítulo 9: Madre.

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Siempre eh envidiado a las sirenas cálidas, sus brillantes colores que maravillan los sentidos, su gran parecido con los hombres mortales y gentileza hacia ellos fue lo que les orillo a convertirse en nuestras presas, pero no siempre fue así, hace ya algunos años, tiempos que ni yo misma puedo recordar nuestros mundos Vivian en perfecta armonía, la violencia de nuestra estirpe nació del odio y empatía por una de nuestras congéneres, ellas olvidaron el sacrificio de aquella nuestra madre, nosotras nos dedicamos a mantener vivo su legado, disfrazada en cuentos y coplas infantiles la advertencia sobre la maldad de los hombres fue contada en cada generación.

Pero no fueron sus colores o gusto por los hombres lo que me intrigaba de ellas, lo que me llevo a mantener como mi propio hijo a uno de ellos, fue algo mucho más infantil, mas pasional, aquel sentimiento al elegir, pues se dice que una sirena cálida siempre seguirá a su corazón aun cuando la muerte misma la llegue a alcanzar.

Una vez fui ingenua como ellas, una vez quise elegir el corazón y ese fue mi gran error.

Como madre quieres asegurar la supervivencia de tus crías, darle la fortaleza y preservar su futuro, como hijo no lo entiendes, no comprendes la gravedad de su sacrifico hasta que ya es demasiado tarde, hasta que tienes a tus propias crías, pero a veces en nombre de ese amor puedes ir demasiado lejos.

Nací como cualquiera en esta colonia, en un mundo fértil y con un próspero futuro aguardando, mi madre se aseguraría de ello, mi padre un enorme macho fue nuestro gran guardián defendiéndonos de amenazas y proveyendo manjares dignos de una reina, mi madre me llamo su pequeña reina, mi padre su pequeña Grimhilde, nuestra especie próspero y la colonia nos acogió con respeto.

Yo era joven la más pequeña de todas, demasiado ingenua para mi propio bien cuando una poderoso sirena llego desde otras aguas destruyendo todo a su paso, algunos dicen que trajo consigo la fatalidad aquella que emergió desde las profundidades para clamar nuestras vidas, mi padre murió aquel año y nuestra especie desapareció casi por completo, todo un legado de sirenas escorpión reducidas a solo un par de especímenes, solo mi madre y yo sobrevivimos a la gran matanza de la colonia, solo nosotras dos fuimos perdonas como prueba de buena voluntad por ella.

La grandiosa colonia fue diezmada en un parpadeo y una nueva emperatriz se alzó dominándolo todo, obligándonos a cazarnos entre nosotras para sobrevivir e incluso entonces, en medio de tanta muerte y dolor me negué a ver la realidad y deje que mis deseos guiaran mi corazón.

El apenas si un sobreviviente un pequeño tritón cuya sonrisa y amabilidad había casi desapareció en nuestro mundo me convenció de las pequeñas maravillas de ese oscuro lugar, volví a sonreír entonces, como en aquellos años cuando mi padre vivía, cuando mis hermanos y hermanas nadan con libertad, cuando el viejo castillo en roca estaba lleno de vida, de ruidosas sirenas y cantos.

Mi madre lo noto y en su deseo por mantenernos a salvo, de asegurar mi destino, nuestra supervivencia me entrego a otro tritón, más grande, más poderoso, simplemente mejor, llore suplicante para hacerla cambiar de opinión para hacerle entender que no era el quien deseaba mi ser y cuando confesé amarlo me abofeteo encerrándome en una de las habitaciones del castillo, era un chica tonta, joven y inexperta que no sabía lo que necesitaba, así me llamo ella y durante días me vio llorar sin descanso, dos días antes de la luna de sangre escape, durante días mi gran amor me visito en secreto manteniendo nuestro amor constante, planeamos huir y dejarlo todo, vivir en aguas cálidas entre las sirenas que como nosotros elegíamos el corazón antes que nada.

El jamás llego y en mi dolor corrí a brazos de mi madre para contarle lo sucedió, para pedir perdón por ser tan estúpida de creer en aquel que seguramente se dedicaba a robar corazones de sirenas inocentes como yo lo fui, esa noche ella me obligo a comer para estar lista para mi compromiso, ni siquiera pregunte por que el corazón que empujo por mi garganta sabia tan extraño, porque su insistencia de comerlo hasta el último trozo, solo me resigne a ser la pareja de una bestia brutal que ansiaba el trofeo que la última de su especie podría darle.

Desde las profundidades (Jaylos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora