Octava pesadilla.

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Marco otra línea en la pared, exactamente hoy se cumple el mes de estar encerrada en éste sitio repugnante.

No lo he vuelto a ver desde ese día, André no volvió a bajar al sótano pero se que está aquí. Siempre oigo sus pisadas por encima de mí, oigo como avienta y rompe cosas, incluso cuando llora.

Siento algo de pena por él pero eso es algo que cualquiera lo haría. A pesar de eso tengo que buscar la forma de salir de aquí.  Tengo que irme e informar de alguna manera que estoy con él.

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—Lo recuerdo.

Bajo los peldaños restantes de mi casa y miro a toda mi familia que se encuentra en  la sala de estar.

Todos están mudos y perplejos ante mi único comentario.

—¿Recuerdas qué, querida?

Mi madre se levanta del sofá y se dirige rápidamente a mi dirección.

Miro a mi padre y a mi hermano, ambos están tensos pero tratan de mantener la calma para mi bienestar.

—Se quién es la persona que me secuestró.

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Oigo pasos cerca de dónde estoy, la puerta comienza a crujir al ser abierta. Es él, volvió.

No dice absolutamente nada mientras se acerca a mí. Deja un plato de comida, y esta vez, con algo que si es comestible.

—Se buena niña y come, no quiero hacerte daño.

—Si no quisieras hacerlo, no me tendrías aquí.

—Deberías ser menos respondona.

Se levanta del catre y comienza a dirigirse a la puerta.

—Y tú,  menos cobarde. —Susurro, aunque para mi mala suerte logra oírme.

Él se detiene a escasos centímetros de la puerta, lo noto tenso y enojado.

—¿Qué has dicho?

Su voz se torna oscura y sus puños se cierran a sus costados. Se que me ha oído pero quiere que lo vuelva a repetir.

—No... no dije nada.

Como un parpadeo se encuentra frente a mí, sujetando mi cuello.

—A mí no me vuelves a decir cobarde. ¿Un cobarde planearía un secuestro? ¡ESTÁS EQUIVOCADA!

Me golpea en la cara y caigo sobre el catre, mi mejilla comienza a arder y pequeñas lágrimas salen de mis ojos.

—Lo...

No me deja terminar la frase cuando sujeta mi cabello y jala fuertemente de el, azotándome a la pared. Duele. Duele demasiado. Se que he comenzado a sangrar ya que siento ardor en una parte de mi cabeza.

—¡A mí no me vuelves a decir cobarde!

Suelta mi cabello y caigo al suelo, es ahí donde comienza a golpearme. Mis costillas, abdomen y cara son golpeadas abruptamente por él. Mi labio a comenzado a sangrar y el dolor en mi cuerpo es insoportable.

Después, todo gira y se vuelve negro.

Me desmayo.

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—¿Está segura de que ese es el tipo? — El agente vuelve a repetirme la misma pregunta que me hizo al principio.

Mis padres inmediatamente llamaron a la policía después de decirles el nombre de mi secuestrador: André Thompson.

No pasaron ni cinco minutos cuando tenía un total de diez personas en mi casa, sin contar a mi familia.

—Sí,  es él, lo recuerdo. Logré recordar está mañana.

El policía anota su nombre en una libreta y se incorpora con sus demás compañeros a informar lo sucedido.

Mi psicólogo, que le llamaron para examinar si estaba en lo correcto, se acerca a mí con total naturalidad. Como si no le importara nada.

—Señorita, me han mantenido informado acerca de lo que dice. ¿Es consciente de ello?

Lo miro con desaprobación, ¿es que acaso no me creen?

—Yo se lo que digo, se que es real. Yo fuí la que lo vivió. Yo recuerdo todo.

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Me despierto lentamente y noto el dolor recorriendo cada parte de mi cuerpo haciendo mis movimientos demasiado inútiles.

Trato de ponerme de pie pero cada parte de mi arde y pesa ante el dolor. Aguanto el dolor hasta que logro incorporarme y comenzar a caminar despacio hacía el catre. Cuando llego a el, este se vuelve como el mismo cielo.

No se cuanto tiempo pasa pero mantengo los ojos abiertos a todo momento.

Escucho el ruido de la puerta abrirse e inmediatamente cierro los ojos y me hago la dormida.

Siento sus pasos acercarse a mí,  se que es él. El catre se sume un poco, se ha sentado.

—Pau, ¿estás despierta?

Coloca una mano en mi abdomen, reprimo un gemido ya que duele.

—Pau, lo siento.

No respondo.

—Pau... responde. Haré lo que quieras pero perdóname.

Esa es mi oportunidad.

—Déjame ir...

—Pau...

—Déjame volver a ser libre...

*Un recuerdo más*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora