Capítulo 7: Mi verdad, Tu mentira - Parte 6

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Archie, Annie, Stear, Patty, Stella, Terry y Tom arribaron apenas en Southamton en una torrencial lluvia que había movido como nunca el barco donde viajaban. Tom, Terry y Stella se separaron del grupo para llegar a la villa Granchester, pero el puente estaba bloqueado por la lluvia, a lo lejos vieron a un joven que también intentaba cruzar, estuvieron ahí durante dos horas, tiempo suficiente para que la lluvia se detuviera y el nivel del agua bajara lo justo para cruzar, el joven que habían visto había desaparecido, pero casi llegando a la villa lo vieron de nuevo, con ropa seca y una prisa inexplicable.

Terry quería dejar a Stella y a Tom en la mansión, pero Tom le hizo entender que para que Albert no sospechará tenían que ir los tres, a regañadientes, aceptó y los tres se dirigieron a la mansión para ver a Candy y Albert.

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Albert despertó con fiebre y con el dolor atravesado en el cuerpo. Sintió una opresión en el pecho que apenas y se podía mover. Alguien estaba encima de él, aplastándolo.

- Hey – gimió y con un esfuerzo mayúsculo se giro, ahora su atacante estaba debajo de él. El último recuerdo que tenía era el de los ladrones, ellos le habían disparado, ¿era posible que no sólo les bastara con robarle lo que traía encima, sino que también lo habían secuestrado? - ¿dónde estoy? – Era un prisionero, no se veía nada, el lugar donde estaba cautivo estaba a oscuras. Escuchó una voz a lo lejos, pero no lograba entender nada. Otro recuerdo llego a su memoria, le habían puesto un arma en la sien, pero con un ágil movimiento él había esquivado el disparo, provocando que uno de los asaltantes le disparará al otro, pero el ruido proveniente del arma había sido ensordecedor y después de eso no había logrado oír nada, eso lo puso triste, esperaba que aquel efecto no durará para siempre o ya no podría escuchar la caída sonrisa de... ella. Sólo podía escuchar un zumbido cuando su interlocutor comenzaba a hablar, pero no sabía reconocer si quien le hablaba era un hombre o una mujer.

Pronto sintió que el cuerpo de su acompañante era el de una mujer, ¿ella también había sido secuestrada? Por qué estaban en el mismo cuarto, por qué no podía ver la luz del sol, en qué clase de prisión lo tenían aquellos ladrones, pensó que sólo eran 2, pero tal parece que habían sido más y lo habían sometido.

La mujer que estaba debajo de él estaba cubierta por una tela suave y delicada, casi pudo asegurar que era una bata, pero debajo de ella, no llevaba nada. Quien quiera que fuese sabía que la conocía.

Perdió el conocimiento tantas veces como la recobró. Cada vez que despertaba podía vislumbrar un poco más el lugar donde se hallaba.

Estaba en una habitación, creyó reconocerla como suya, pero no podía asegurarlo, la cabeza le dolía y la sentía a punto de estallar. Soñó con una mujer, sus cabellos eran negros como la noche, con unos ojos como el cielo. La mujer que ocupaba sus pensamientos, la mujer en quien quería pensar en sus últimos momentos.

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- ¿Albert? – lo llamó Candy, de nueva cuenta había perdido la conciencia. Suavemente, le puso los brazos alrededor del cuerpo y lo tapo con los cobertores que había puesto sobre ellos, él estaba encima de ella, pero de todas formas mantendría caliente su cuerpo. La herida del pecho de Albert goteaba sobre ella, igual que la herida que le rozaba la oreja, aquellos esfuerzos hechos por el rubio en cada despertar habían provocado que las heridas se reabrieran. Se debatió entre moverlo para colocarlo boca arriba, pero en cada toma de conciencia, él había peleado con fantasmas del delirio, haciéndose cada vez más daño.

Pero no paso desapercibido para Candy que la posición que adoptaron era de los más embarazosa y comprometedora. Estaban solos y él estaba dormido y delirando, pero si el doctor llegaba en cualquier momento, Candy no podría evitar sentirse incómoda. Se convencía internamente de que no había razón para sentir vergüenza, ninguno de los dos hacía nada malo ni tenían intención de hacerlo. Sin embargo, el hecho de que él estuviera encima de ella la desconcertaba. Había amado a ese hombre durante mucho tiempo y de últimas fechas, él había mostrado interés en ella, uno que sino hubiese aparecido Terry de nueva cuenta en su vida, hubiera correspondido sin dudar.

Algún día es hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora