Capítulo 10: Amar algún día, amar hoy - Parte 2

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NOTA: Este capítulo contiene escenas lemon (sexo explícito, a mi manera) y podría resultar ofensivo para algunas mentes, favor de tomar en cuenta, no quiero dañar la sensibilidad de nadie.  

Darius encendió un cigarro recargado en el Dodge modelo 30, se había quedado solo, contemplando las luces de la avenida. El humo voló hacia arriba y desapareció en la noche, en el aire quedo suspendido el ligero olor a azufre de la cerilla.

Era la boda de su mejor amigo, pero él y su novia, Karen, decidieron no apoyarlo en aquella locura y no porque no comprendieran sus motivos, sino porque sabían que no serían capaces de controlarse cuando el padre hiciera aquella incómoda pregunta.

Aun así estaba enfrente de la catedral, esperando.

/o.O/

Estaba cansado y dudaba que aquello estuviera bien. ¿Qué diría ella? Pero más importante, ¿qué diría él? Mientras avanzaba no tenía ni la menor idea, pero esperaba que se le ocurriera algo cuando llegara el momento, tenía que.

Estaba cada vez más cerca, respiró hondo y siguió avanzando. Sintió las piernas flaquear cuando vislumbro la entrada, pero no se detuvo. Aún no sabía que iba a hacer. Dos hombres estaban parados frente al portón de madera, no se detuvo, no le importó pasarlos de largo.

- Si alguien conoce algún impedimento para que esta unión se realice que hable ahora o calle para siempre...

- ¡Yo me opongo! – dijo por fin Darien.

- ¿Qué significa esto? – Richard Grandchester gritó al mismo tiempo que el cura, Susana tenía los ojos abiertos y una mano en sus labios, totalmente petrificada. Terry lo miró con admiración y sorpresa.

- Susana, por favor, no te cases con Terry – le lanzó una fugaz mirada al susodicho en señal de disculpa, y de nuevo poso sus ojos grises en los azules de ella.

- Pero... - empezó la rubia, sintiendo un nudo en la garganta.

- Lo sé, sé del contrato. Señor Marlowe – se dirigió al hombre bonachón que no sabía que pasaba – yo pagaré la deuda incluso iré a la cárcel por ella, pero por favor, no la obligue a casarse con él. Yo la amo.

- ¡Eso es inconcebible! – Richard lo tomó de las solapas del saco – vas a largarte ahora mismo o haré que te echen de inmediato – amenazó.

- Al único que echarán será a usted mi lord – entró Albert al quite, siseando las últimas palabras.

- ¿Quiénes son ustedes? – preguntó el padre de Terry.

- Parece que Susana se enganchó con más de uno – se escuchó en alguna parte.

- No, nosotros venimos por Terry – respondió Albert.

- Esto debe ser una broma – exclamó el padre, casi al borde del colapso, nunca, en sus treinta años oficiando ceremonias le había sucedido algo parecido.

- Señor Marlowe, me apena decirle que le han estado viendo la cara. El duque de Grandchester le mintió. Él no tiene un título que ofrécele, en realidad no tiene nada – todas las miradas se posaron en el patriarca Andley y en el duque, mejor dicho, ex duque Grandchester.

- ¿Qué has dicho, Albert? – el desconcierto se reflejó en Terry, que miraba a su padre con confusión, pero principalmente con molestia.

Richard Grandchester era un hombre paciente cuando de lograr su objetivo se trataba, dejó ir a Terrence para cumplir su ridículo sueño de ser actor con la condición de que cuando él lo dispusiera, Terry se convertiría en el nuevo duque. Pamplinas, el título no lo usaría en un bastardo como él, la corona simplemente se opondría, pero eso era algo que su hijo no tenía por qué saber. Él simplemente quería mantenerlo bajo su dominio.

Algún día es hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora