Capítulo 5: Secretos revelados, sentimientos ocultos

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Albert, Archie y Annie llegaron al Hogar de Pony por la tarde.

Señor Andley – dijo la señorita Pony en cuanto cruzo la puerta.

Buenas tardes – saludaron los recién llegados – Señorita Pony – le llamó Albert - ¿Candy esta aquí? – trato de sonar calmado, pero todos notaron la urgencia en su voz.

Veo que ya se entero del accidente – dijo con voz calma la Hermana María, él la miró, perplejo – No debe preocuparse, ella, Tom y su amigo están bien, no tuvieron heridas graves.

¿De qué accidente me esta hablando? – interrogó el rubio, las damas lo observaron, extrañadas - ¿Dónde esta Candy?

En mi habitación – dijo la Señorita Pony – puede ir a verla, si lo desea.

Albert agradeció la invitación y salió disparado al lugar indicado, Annie se quedo saludando a sus madres y Archie siguió al rubio. En el camino se encontraron con Tom, quien los siguió.

Cuando al fin llegaron a la habitación, Albert se lleno de una repentina ira. Candy estaba recostada en el pecho de Terry mientras este le acariciaba el cabello.

¿Qué significa esto? - preguntó una voz furiosa, provocando la separación de los jóvenes.

La rubia lo miró, asustada, Albert se acerco a ellos y tomo a Terry por la solapa. Archie siguió a su tío y Tom se quedo en el marco de la puerta.

¿Qué crees que haces con Candy? – la voz del rubio era fría.

¡Albert! – se escandalizó la ojiverde – Tranquilízate, no estábamos haciendo nada malo – él la miró, sus ojos eran dos mares de enojo.

¿Ah, no? – ironizó – acaso estar acostada con un hombre que no es ni tu prometido ni tu esposo es una actitud digna de una dama – espetó, aún furioso – Candy, deberías comportarte mejor, estas avergonzando el nombre de mi familia – aquello último lo pensó y un segundo después se dio cuenta de su error, pero ese segundo basto para que Candy saliera corriendo con lágrimas en los ojos. Albert la había herido profundamente, el rubio trato de seguirla, pero Tom se interpuso en su camino.

Terry había visto toda la escena, quería correr tras la rubia y consolarla nuevamente, pero por obvias razones no pudo ponerse en pie, miro hacia la puerta, donde Tom Stevenson miraba a Albert, Terry había observado muchas veces a Stevenson y podía decir que los ojos del chico siempre eran cálidos, pero aquella mirada había sido remplazada por una de profundo odio, el rubio le sostuvo la mirada.

Quítate – le dijo el patriarca Andley, pero Tom no se movió ni un milímetro – Tom – le llamó severo. El castaño sabía que le debía mucho al hombre que tenía enfrente, él había financiado sus estudios y le había dado un empleo cuando nadie más creyó en sus habilidades, pero ahí estaba, impidiéndole el paso – No me obligues a hacerte a un lado – amenazo.

Si te atreves a cruzar este umbral soy capaz de cualquier cosa para detenerte, Albert, no permitiré que nadie le haga daño – espetó Tom, con voz seria, pero firme.

¿Por qué te importa? – le preguntó, encendiéndose de nuevo.

Porque la amo y quiero verla feliz – soltó sin miramientos. Albert se quedo sin saber qué decir o hacer ante tal revelación. Terry también se sorprendió ante las palabras del castaño. Todo se quedo en silencio, mientras Albert y Tom seguían mirándose fijamente, pero luego de un instante el rubio bajo la mirada, derrotado, aunque aún cerraba fuertemente las manos, provocando que sus nudillos se pusieran blancos por el esfuerzo.

Tom tomó esa señal para seguir a Candy. Albert miró de reojo a Terry, quien estaba quieto sobre la cama, no se disculpo, su orgullo no le permitió hacerlo. Archie se quedo sin saber qué hacer decidió ir con Annie, salió de la habitación en silencio. Nunca había visto a su tío comportarse como lo hizo, ni siquiera a él y Annie les había hablado de esa manera cuando los encontró hacía tan solo unas pocas horas.

Algún día es hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora