Capítulo 9: Luchar por alguien, rendirse por algo - Parte 2

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Las tardes en Nueva York eran cada vez más ajetreadas, la ciudad con el tiempo se había provisto de más y más habitantes, lo que implicaba más peligro, especialmente para alguien de su nivel, pero no podía volver a su país, aun no.

En lo alto de un elegante hotel neoyorkino el caballero pensaba que debía darse prisa o pronto sus planes serían descubiertos, sabía de la renuencia de su hijo de cumplir con el trato que le hiciera antes de abandonar Londres, pero él no le permitiría escapar, ahora más que nunca era necesario obligarlo y así salvaguardar el futuro de su familia, futuro que en ese momento era incierto.

Sabía que no cualquiera podía tener acceso a los archivos que él guardaba celosamente en la caja fuerte de su habitación, pero también sabía que solo alguien con astucia y capacidad podría dar con aquel rastro de migajas que había dejado en su camino. La mejor forma de cubrirse la espalda era no correr riesgos innecesarios y forzar a ese hijo suyo a cumplir con su palabra lo antes posible.

El ruido inundo el ambiente de aquella tarde neoyorkina, el otoño se miraba en todo su esplendor para ese día. Por el gran ventanal de la habitación de lujo, el hombre miró la puesta de sol. Se alistó para salir y llegar puntual a la cita que tenía con aquel hombre que salvaría o destruiría su futuro.

Ya había oscurecido cuando el ama de llaves lo condujo al despacho en donde un hombre, nada parecido a él, lo recibió. Estaba fumando un puro y bebiendo un brandy, de inmediato lo invitó a hacer lo mismo y así empezó la larga conversación que estaba por marcar el destino de dos jóvenes que no tenían idea de lo que se verían forzados a hacer.

/o.O/

Candy olvidó las lágrimas y se abandonó a los brazos de Terry, quien se relajó y trato de alejar cualquier pensamiento de inseguridad, tenía en sus brazos a la mujer de su vida, la estrechó con más fuerza y bajo la influencia de ese abrazo cualquier temor que pudiera haber sentido antes se disipo como por arte de magia.

La rubia se dejó envolver en el abrazo, es lo que había deseado desde que bajara del barco, estar nuevamente rodeada por los fuertes brazos del hombre que amaba y dejar fuera de ellos todo el dolor y preocupaciones que su corazón arrastraba.

Terry la besó, ella respondió la caricia entreabriendo la boca y profundizando el beso, demostrándole cuánto es que lo deseaba. Incapaces de resistirse un segundo más al contacto del otro, Candy rodeo a Terry con sus brazos, acariciando el largo cabello castaño, él subió y bajo la mano por su espalda para después detenerse en su diminuta cintura. El deseo corrió libre por las venas del caballero. Sin que Candy lo notará él la condujo a su habitación y en el marco de la puerta la levantó en vilo y la recostó en su cama, Candy fue consiente del lugar y la posición en la que estaban en el momento justo en que sintió el peso de Terry sobre ella.

- Terry... - susurró ella, con una voz ronca.

- ...

- Terry... no quiero... - pero él ahogo sus palabras con otro beso – por favor, Terry, tengo esposo – ante la dura mirada de Terry, Candy supo que había escogido mal las palabras. No le gusto la forma en que dijo "esposo", ¿por qué mientras estaba en sus brazos estaba pensando en Albert? Candy tragó saliva.

- Tienes razón tienes esposo – dijo Terry con una frialdad que le heló la sangre a Candy – será mejor que te vayas ahora y desbordes esta pasión con el hombre al que le perteneces – su voz estaba cargada de sarcasmo, claro reflejo de que se sentía herido. Le había prometido esperarla, pero decirlo y hacerlo no iba a ser cosa fácil.

- Terry, por favor...

- No tienes que darme explicaciones a mí, Candy – reviró con mirada dura.

Algún día es hoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora