Amber Thompson
El miedo inundaba mi ser. ¿Iba a violarme? Lloraba incontrolablemente, tenía mucho miedo.—Harrison, por favor.—supliqué.
Me estampó contra la pared, nuestras respiraciones se mezclaban, rozó sus labios con los míos. Cerró sus ojos y yo lo imité. Esperando sentir el suave tacto de sus carnosos labios.
Pero ese tacto nunca llegó. Abrí los ojos y pude ver su maldita sonrisa, la sonrisa del diablo.
—Eres tan ingenua, si pensabas que iba a besarte.—susurró en mi oído.
—P-pero y-yo...—intenté hablar.
—Sueña princesa, sueña.—se alejó de mi.—Jamás me fijaría en una chica como tu.—volvió a reír.
Sentí mis mejillas arder de la vergüenza. Me había humillado. Lo seguí y decidida, le confronté.
—Vas a llevarme a casa ahora.—exigí.—Mi hermana está en el hospital por tu culpa, maldito cobarde.—me crucé de brazos.
Volvió a reír, como quisiera dañar esa sonrisa, esa hermosa sonrisa.—Tu no eres nadie para darme órdenes, nadie.—siguió haciendo sus cosas.
—Bien, me iré caminando.—al abrir la puerta esta estaba cerrada con llave.—¡Abre la jodida puerta!—grité.
—Me temo que no puedo hacer eso.—habló.
Me dirigí hacia él.
—Mas te vale que abras la puerta o voy a matarte.—lo amenacé, debía irme. El me miró y se echó a reír. Lo abofeteé, estaba enfadada.
Su rostro cambió de expresión, vi como tensaba su mandíbula y como alzó su mano derecha para pegarme. Instintivamente cerré los ojos, esperando el golpe que nunca llegó.
—No puedo hacer esto.—susurró para si mismo.—¿Qué estás haciéndome?—se fue de mi lado.
—Harrison.—le llamé.—Espera.—lo seguí hasta una habitación.
—¿Qué quieres?—lo vi de espaldas. Vi como se quitaba su camisa dejándome ver su perfectamente marcada espalda.
—Quiero saber el por qué.—se volteó dejándome apreciar su abdomen bien trabajado. Caminó hacia mi, dejando sólo unos centímetros de distancia.
—¿De qué hablas?—su aroma era intimidante.
—¿Qué hago aquí?—cuestioné.
—Es una larga historia.—se sentó en la cama, lo imité y me senté a su lado.—Mis padres y tus padres eran grandes amigos. Vivían uno al lado del otro, ellos no tenían hijos ni nada. Lo recuerdo muy bien, tenía 6 años cuando tu naciste. Mis padres y los tuyos trabajaban para la misma empresa de armas. Todo era legal.—se detuvo por un momento.—Al tu nacer decidieron dejarlo todo y mudarse. 2 años mas tarde, adoptaron a Shana, de cuatro años.—me miró a los ojos.
—Yo si sabía que Shana era adoptada, no se si ella lo sepa.—dije, el prosiguió.
—A los jefes de la empresa no les hizo mucha gracia que los mejores empleados que tenía se marcharan por una hija. El consideraba eso como traición. Todos estos años el jefe andó buscándolos hasta que los mató en el accidente.—mis ojos se abrieron de par en par.
—¿C-cómo sabes eso?—mis ojos amenazaban con dejar salir lágrimas.
—Y-yo estuve ahí.—las lágrimas comenzaron a salir.—Yo no sabía nada, jamás me imaginé que el jefe de mis padres, ahora mi jefe, hiciera algo como eso.—sequé mis lágrimas.
—No puede ser.—volví a llorar.—Esto no es verdad.—me abracé a mi misma.
Harrison continuó.
—Tal vez si, no respete a las mujeres, porque es cierto, todas son iguales. Mi madre me dejó cuando tenía 8 años, era sólo un niño. Mi padre me enseñó a no confiar en las mujeres y a tratarlas como se merece.
—Harrison...—me interrumpió.
—En cambio tu, tu tienes algo que hace que lo hijo de puta que tengo desaparezca.—sus palabras hicieron que mi corazón palpitara mas fuerte.
.
Gracias
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The Devil in Human Form
Short Story"Sueña princesa, sueña. Jamás me fijaría en una chica como tú."