Capítulo 10

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Ya estando en el yate de regreso a la isla, mientras observaba el mar, Armand comenzó una dolorosa confesión.

—Mi madre no me quería, de hecho, siempre me desprecio, yo intentaba por todos los medios complacerla, para que me tomara tan sólo un poco de afecto, pero sólo obtenía más desprecios, más rechazos, ella me dijo que era un error de la naturaleza, una criatura indeseada que venía a arruinar su vida, intento abortarme dos veces, no funciono, no sé porque fallo.

Oír eso la impresiono y le dolo, le dolió bastante al pensar en cómo haba sufrido y como aún seguía herido por eso. Impulsivamente respondió.

— ¿Qué hizo qué? oh dios, gracias que no lo logro. Esa maldita abortera, definitivamente deberían sancionar a todas las mujeres que lo hacen, bueno ok, no ha todas, hay de casos a casos, como las tres causales, pero...

—Por el contrario, yo estoy a favor, las mujeres deben poder elegir, además ¿de que sirve forzarlas a traer niños a mundo si solo los van a dañar, si van a destruirlos, es mejor que los destruyan desde el útero. Lamentablemente ella fallo, por eso te dije que no debía estar en este mundo, o que debía ser feo, deforme, que sé yo, el caso es que lo intento dos veces, una vez tomando un extraño menjurje y la otra se golpeó a si misma el vientre, no tenía ni el dinero ni el valor para ir a una clínica ilegal para hacerlo. Actualmente ya es posible en casi cualquier hospital. Ella siempre me decía que robaba un espacio en el mundo, que no debí nacer, me decía que su mayor deseo era que me fuera, que me muriera, amaba a Ernesto y a Nancy, pero no a mí, me obligo a trabajar día y noche como esclavo, no me dio educación ni afecto, el alimento y la ropa para mi eran escasos, las caricias nulas y los golpes y rechazos el pan diario.

—Oh, mi amor lo siento tanto.

Hiseli tenía lágrimas en los ojos. Seguía en contra del aborto, pero entendía su punto, era muy doloroso creer así y recibir todo ese rechazo, aun así egoístamente se alegraba de que esa mujer no hubiera podido abortarlo, porque entonces nunca habría encontrado al amor de su vida, solo que no sabia como expresarle aquello. Sonaba cruel decir, tuviste una vida de mierda, pero aun así me alegras que estas vivo por mí. No eso realmente sonaba mal, pero no podía evitar sentirlo.

Ella se acercó a él y le abrazo tiernamente, dándole su apoyo, era evidente que él había sufrido mucho por eso y aun lo resentía, al contárselo lo hacía de un modo lento y pausado, pero sabía que estaba triste.

—Es pasado, me resigne a ello, pero las heridas siguen allí, ocultas por el velo que mencione, me duele recordarlo, pero lo acepto, yo siempre pensé que repelía el amor, sabía que existía, pero no era para mí.

Pero yo sí te amo, estas aquí para mí. —lo dijo de esa forma y esperaba que él no se lo tomase a mal y afortunadamente no, solo le sonrió y asintió.

—Eso ya es algo, una razón de existir, vivir para ti.

—Te amo, pero no lo entiendo, Bill y Robert te quieren entonces ¿Por qué no te defendió?

—A Bill lo conocí hace diecisiete años, él entonces no sabía de mi existencia.

Eso sonaba casi a telenovela, intrigada pregunto:

— Entonces ¿cómo lo supo? ¿Como se conocieron?

—Yo trabajaba de intendente en su empresa, choque con él y de inmediato vio el parecido entre nosotros, así que fue amable, él quiso platicar conmigo, me pregunto mi nombre, y luego me interrogo porque es un tipo curioso, por no decir chismoso y después de unas averiguaciones dio con la verdad, luego me enteré que él amo a mi madre, pero ella era ambiciosa y lo dejo, en ese entonces Bill era pobre, luego ella se casó con Cleofás, un tipo adinerado, pero la vida da vueltas, Bill se volvió millonario con la bolsa de valores y unas acciones de una compañía de ordenadores y Cleofás, un apostador empedernido lo perdió todo, el punto es que él me llevo a vivir con él y ya ves aquí estoy.

Química legalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora