9. LA PRIMERA PRUEBA.

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El miércoles era el día favorito de Alexa porque no tenía muchas clases,  sólo cuatro, lo que significaba que si quería podía dormir hasta tarde. Sin embargo,  se levantó temprano para desayunar y luego del receso (donde la pasó con Anthony),  se fue directo  al séptimo piso del castillo. Su primera clase era Adivinación, y el aula estaba ubicada en la Torre Norte en ése piso. Las escaleras eran conocidas por cambiarse de lugar cada tanto, así que Alexa las subió aprisa. Al llegar al salón de clase –más parecía una sala de té– estaba sin aliento. El enfermizo perfume del saloncito  junto con la poca iluminación del ambiente hizo sentir a Alexa en trance. Se sentó en una de las pequeñas mesas circulares a su alrededor. Pronto apareció Mariam y se sentó a su lado a hacerle compañía. A veces parecía que sabía aparecerse de lo súbitamente que aparecía.

No había muchas personas a las que les agradase la profesora de Adivinación. La mayoría creía que era una farsante,  que no podía ver el futuro como lo había hecho su antepasado,  Cassandra Trelawney. No estaban muy lejos de la verdad. Sybill Trelawney había inventado muchas predicciones antes de entrar a Hogwarts, dónde se terminó encerrando en su torre con la excusa de que los alumnos nublaban su ojo interior.

Cuando Trelawney entró en el salón,  Alexa no pudo evitar mirarla. Sentía cariño hacia ella a pesar de que la mayoría no estaría de acuerdo con lo que sentía si se enteraban. A pesar de sus chales llenos de lentejuelas,  sus millares collares de cuentas,  sus anillos,  sus pulseras y sus grandes anteojos que resaltaban exageradamente sus ojos verdes, sabía que la mujer tenía su corazón en el lugar correcto. Quizá ese fuese el motivo de asistir a sus clases.

— Hoy veremos... —susurró con voz brumosa. —...la adivinación  a través de la bola de cristal.

Trelawney avanzó como una libélula por la habitación. Los alumnos le observaban con cierta cautela.

— Me temo que no todos pueden tener el don del ojo interior y se verán forzados a aprender de los libros;  puesto que yo no podré enseñarles mucho en ésos casos —su voz sonaba suave y tranquila. — Por favor —sus manos temblorosas se acercaron a Mariam,  señalando su libro. — Abran sus manuales en la página 158.

Mariam miró con interés y prestó atención. Rápidamente sacó su libro
Para ser una chica muy inteligente,  seguía en sus creencias muggles y supersticiones. Alexa era más escéptica. No creía en todo eso,  pero había algo que la atraía y no lo entendía. Algo que la hizo tomar la materia optativa aún cuando podría haber elegido otra.

La profesora pasaba sus manos por la transparente esfera en su mesa y hablaba sin parar. Les pidió que intentasen ver el futuro en la esfera. Mariam,  estando tan emocionada como Lavender Brown, lo intentó sin encontrar resultados.

Alexa rodó los ojos, sabiendo que tenía que intentar ver algo sí o sí cuando fuese su turno. Esperó pacientemente. Luego de que Mariam predijese cosas sin sentido, le tocó a Alexa. Posó sus manos sobre la plateada bola de cristal,  y miró en sus profundidades en busca de algo que seguramente no iba a encontrar.

Algo apareció cuando intentaba concentrarse. Se deslizaba pero era muy borroso para saber que era. Aparecía y desaparecía en una danza hipnótica. La rubia agudizó la vista,  viendo un destello verde en la niebla. Lo siguiente que vió fue una serpiente saltando para atacar dentro de la bola de cristal,  como si intentase salir. Alexa vió los colmillos y la gran boca que éste animal frío tenía, antes de apartar la mirada disgustada. ¿Por qué aparecía la serpiente de sus sueños incluso en su realidad?

La profesora se acercó a ella cuidadosamente, caminando con cautela.

— ¿Qué viste,  querida? —preguntó, con curiosidad.

Alexa Diggory & El Cáliz de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora