La noticia del Baile de Navidad se esparció como la pólvora por todo Hogwarts. Muchas chicas, tanto de Hogwarts como extranjeras, se sentían emocionadas por asistir a un baile en Hogwarts. Imaginaban la ropa que usarían, o hablaban con sus amigas para arreglarse unas a las otras.
En cambio, los muchachos eran quienes se llevaban la peor parte. A los más jóvenes no les interesaban tanto los bailes, pues pensaban que eran cosas de chicas, pero otros, como Harry Potter, lo pasaban mal porque era crucial que encontrasen pareja antes del baile. Y había otros, que deseaban el baile para tener un momento especial con alguna chica, como por ejemplo Neville Longbottom.
El muchacho esperaba horas para que sus compañeros abandonasen su habitación de la torre Gryffindor para poder practicar sus pasos de baile. Se ponía de pie, e imaginaba a su compañera mientras bailaba al ritmo de la música que pasaban por la estación de radio mágica.También se había preocupado de conseguir la túnica apropiada para no quedar ridiculizado frente a sus compañeros. Realmente le importaba el Baile de Navidad, o quizá solo fuera el hecho de qué el amor andaba pululando en el ambiente.
La había visto varias veces. La había ayudado otras cuántas. Había desviado la atención en clase por pensar en ella. Neville sabía que no tenía oportunidad alguna frente a ella, pero aún así no se rendía. A pesar de que en todo le iba mal, si ella le dirigía la palabra era más que suficiente. Era sabido que la muchacha tenía un novio, o quizá sólo fuese un romance pasajero, pero algo había entre ella y un Ravenclaw bastante apuesto.
Neville se miró al espejo luego de haberse probado su túnica y suspiró frustrado. ¿No existía algún hechizo que no lo hiciese ver tan rellenito? Al lado de Anthony Goldstein, él era sólo uno más. Él no tenía ojos azules, no era súper buen mozo, y definitivamente no tenía el corazón de Alexa Diggory.
Suspirando, y mirando al suelo, se sentó en el mullido colchón de su cama y puso su cabeza entre sus manos. ¿Qué podía hacer si no tenía oportunidad? Cerró sus ojos, e imaginó que su padre le daba un consejo.
Neville no tenía a sus padres para poder pedirles consejo como hubiesen hecho sus compañeros. Él había sido criado por su abuela paterna, luego de que sus padres terminasen en San Mungo. Su abuela lo había criado a base de miedo para protegerlo, y era demasiado estricta por lo que él siempre vivía estresado. Esperaban de él sólo lo mejor, y quizá ese fuese el motivo de sus tantos fallos. Él no tenía que equivocarse, tenía que salirle todo perfecto. ¡La vergüenza que sentía su abuela del nieto que tenía! Así que, en sus sueños, en su imaginación, sus padres estaban orgullosos de él y siempre lo alentaban. En su mente, su padre le decía que podía lograr todo lo que él se propusiera. Quizá fué su propia voz interior diciéndoselo, pero le dió el suficiente valor para ir a por la chica que le quitaba el sueño.
Se levantó de la cama y se miró al espejo. Notó que tenía la túnica de gala y rápidamente se cambió de atuendo, por algo más normal. Se miró al espejo una vez más, sintiéndose inconforme con lo que veía. La figura de un muchacho alto, regordete, de cabello rubio oscuro y sonrisa nerviosa le devolvió la mirada. Se acercó un poco más al espejo, y sus verdes ojos le devolvieron la mirada.
"Bueno, quizá no tenga los ojos azules de Anthony Goldstein ni su pelo oscuro, ni tampoco su figura; pero conozco a Alexa mejor que él" pensó el joven Gryffindor, desviando la mirada hasta su baúl, donde dentro descansaba un paquetito azul, que envolvía el regalo de cumpleaños de Alexa.
En principio, meditó, sabía que ella solía tener momentos en que era mal llevada, pero también sabía que era una Hufflepuff, por lo tanto tenía que ser amable, aunque sea en el fondo de su corazón. Esperaba que eso fuera suficiente para no ser rechazado de la peor manera posible.
Planificó varios desenlaces para la misma pregunta mientras salía de la habitación aprisa, con el regalo bien guardado en su bolsillo de la túnica. Sintió la voz de sus amigos llamándole, preguntando por qué iba tan apurado, pero prefirió ignorarlos. Sentía que si no iba en ése momento a buscarla todo su coraje se esfumaría.
Sus pies apresurados resonaban en la piedra de las escaleras del castillo a medida que avanzaba. Sin siquiera darse cuenta, uno de los escalones desapareció, cosa que era muy común en Hogwarts, cómo el hecho de que él fuera torpe. Neville se tropezó y su cara besó el suelo.
Pronto, sin tardar, risas de los pasillos llegaron a sus oídos, junto a voces diciendo comentarios tontos y ofensivos hacia su persona. No era necesario que Neville alzase la vista, sabía bien quiénes eran. Se levantó y de inmediato agachó la cabeza, pasando de ellos y yendo hacia el otro lado del pasillo, donde había menos estudiantes.
Bajó los escalones de dos en dos soportando las lágrimas que empezaban a aparecer en sus ojos. Sabía que no debía llorar, pues no era cosa de hombres.¹
Pronto su mente se vió inundada por sus inseguridades a medida que avanzaba hacia su destino para preguntarle a la chica éso tan importante, cuando se dió cuenta que... iba a ser rechazado. ¡Qué iluso había sido! ¿Como iba ella a aceptar si él era el tonto que todos burlaban? Ella era respetada, era la hija de un funcionario del Ministerio y hermana de Cedric, alguien muy popular y querido. Él, él no era nada. La mayoría no lo relacionaba con sus padres por lo torpe que era, y no sabían bien quién era, por eso no tenía el respeto del resto.
Tampoco sabía en qué lugar estaba la muchacha, y era algo que ahora no quería saber. Prefería ir a su lugar de siempre, su lugar tranquilo donde podía despejar su mente y hacer lo que más le gustaba: analizar plantas.
El Lago Negro rodeaba Hogwarts y para llegar a su orilla debías caminar un largo trecho bajo la nevada que caía sobre el verde césped dejando una lámina blanca que cubría el suelo, atravesando los terrenos de Hogwarts y llegando al lugar donde la tierra y el agua se mezclaban formando un barro viscoso en el que Neville amaba posar sus manos y jugar. Sabía que quizá el agua estuviese muy fría y la orilla también cubierta de nieve pero no era lo que le importaba. Lo que más le gustaba de ésa parte de la orilla era el gran haya que había cerca, donde él se solía sentar a leer sus libros de Herbología. Esperanzado, sabiendo que nadie estaría en ese momento, se dirigió dejando huellas en la nieve a su destino, tiritando de frío y maldiciendo internamente por no haber tomado sus orejeras. Sentía que el frío lo iba a dejar como una piedra.
Cerca del lugar de destino se detuvo, nervioso. Allí, bajo la suave nevada, estaba Alexa, abrigada con una bufanda de lana y un gorro del mismo material. Tenía sus mejillas rojas y su cabello con copos de nieve. A pesar de que estaba muy bonita, no fue en éso en lo que el muchacho se fijó, sinó en cómo la abrazaba el joven a su lado, hablando sin detenerse mientras ella suspiraba.
-...y no te arrepentirás de haberme dicho que sí. ¡Seremos la mejor pareja del Baile!
Neville se mordió el labio, pero no se sintió tan mal de que ya la hubiesen invitado. Se sintió mal porque, cada vez que volviese a su lugar de paz, se convertiría en el infierno de su corazón enamorado. Bajó la cabeza y se quitó la nieve de su pelo, a medida que se volteaba con el corazón un poco más roto que antes.
Caminó, volviendo sobre sus pasos, cuando alguien se le interpuso en el camino. Levantó la vista, reconociendo los colores amarillos de Hufflepuff. Se chocó con una sonrisa amable.
- Longbottom, ¿verdad? -preguntó Cedric, Neville asintió, sintiendo un nudo en el estómago.
Cedric miró más allá del joven y vió a su hermana besándose indecorosamente con un muchacho. Él había ido a hablar con ella, pero cambió de idea a último momento al comprender la situación de Neville.
- Me gustaría hablar contigo, ¿me acompañas? -pidió Cedric, acercándose a él.
Neville, a pesar de tener el corazón nuevamente destrozado y de no tener ánimos, aceptó la petición de Cedric, mientras en su mente pensaba lo tonto que había sido él al pensar en invitarla. Quizá tuviese más suerte si le preguntase a su amiga, Hermione Granger, o quizá Ginny.
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Alexa Diggory & El Cáliz de Fuego.
FanficAlexa Diggory es todo menos exitosa. Tiene belleza, una buena familia, y una suerte irrefrenable de equivocarse en todo. Sus padres esperan que en su cuarto año de Hogwarts ella pueda sacarse más nota que un simple "Inaceptable". Ella, en cambio, s...