4. Maldiciones Prohibidas.

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El día jueves las cosas no mejoraron con Cedric. En el desayuno, Alexa vió a Hanz, la lechuza de la familia, volar en su dirección y dejarle una carta en su regazo, para luego dirigirse a Cedric.

Reconoció la letra redondeada y grande de su madre y tomó el sobre.

Querida Alex,

Cedric me escribió acerca de tu incidente en Herbología, ¿cómo está tu brazo? Me comentó que no te pudo preguntar a tí y que por eso le preguntó a Madame Pomfrey. Me parece algo inmaduro de tu parte que te lastimaras adrede para llamar la atención. Y más aún, que culpes a Ced por esto. Tienes que disculparte hoy.

Me enteraré si no lo haces.

Pd: hazme el favor de contestarme.

Mamá.

Ella se quedó de piedra mirando la carta. No esperaba que le fuera con el cuento a su madre. Menos esperaba ésa reacción de ella. Quizás sus padres estaban cansados de sus problemas y de todo lo que se relacionaba a odiar a Cedric. Pero no lo odiaba,  solo le tenía celos. Y no se había lastimado a propósito.

Suspiró y puso algunas palabras vagas en respuesta, diciendo que estaba bien y se disculparía;  aunque lo único que deseaba era quemar la carta hasta las cenizas. Le dió la carta a la lechuza atándosela a una pata.

— Cedric me comentó que discutió con ella —fue lo que le dijo Susan a Mariam al cabo de unos minutos,  cuando Alexa dejó su desayuno a la mitad.

— Extraño,  ¿no es así?  Cedric es bastante tranquilo —contestó sorprendido Zacharias,  metiéndose en la conversación.

— Quizá ella empezó —acotó Susan.

Los tres amigos se miraron y asistieron;  estaban preocupados por su amiga, pero más preocupados por enfrentarla. No solía ser amable cuando se enfadaba, aunque fuera una Hufflepuff.

Alexa se levantó y fue a la clase de Pociones,  donde estaba sumida en sus intricados pensamientos a la vez que revolvía su poción con el cucharón de madera.  Era sorprendente que no hubiese estallado.

Snape no la tomó mucho en cuenta,  estaba mas ocupado en torturar a sus compañeros de casa para restarles algún que otro punto. Le encantaba favorecer a Slytherin. En esta clase no pasó nada importante,  quitando el hecho de que Snape les dió mucha tarea a sus alumnos.

Todos los alumnos estaban emocionados por la siguiente clase,  Defensa Contra las Artes Oscuras. Al salir de la clase de Snape,  los Hufflepuff se dieron cuenta que no eran los únicos emocionados, puesto que los Gryffindor se abarrotaron en torno a la puerta del salón de clase.

Al llegar Alastor Moody con su extraño andar, todos se apresuraron a entrar al salón y ocupar los primeros bancos. Alexa se sentó al fondo, junto a su amigo Justin.

— Pueden guardar los libros —dijo toscamente el profesor, caminando ruidosamente hacia su escritorio. — No los van a necesitar.

Moody tomó lista, y mientras pronunciaba los nombres de sus compañeros y éstos decían «presente», ella se quedó observándolo. Su cabello gris largo, su cara llena de cicatrices, su escalofriante ojo azul mágico, su nariz desfigurada y por último, su pata de palo con una terminación en forma de garra, que sobresalía por debajo de su túnica de mago. ¿Qué tenía Albus Dumbledore en la cabeza para contratar éste profesor? Sin embargo, Amos Diggory,  su padre, le había contado la de veces que Alastor Moody encerró a Magos Tenebrosos tras las celdas de Azkabán. Era un buen Auror.

Alexa Diggory & El Cáliz de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora