—¿Eres idiota o qué? —Soltó Helena sin ocultar su rabia.
—¿Qué?
Realmente Alfredo no entendía de qué hablaba. Helena negó con la cabeza, estaba frustrada.
—¿Se puede saber qué hice? —Preguntó él molesto.
—¿Desde cuándo sales con Geraldine?
—Ese no es tu asunto.
—Tienes razón, pero no tenías derecho a ilusionarla si ya estabas con alguien más.
—¿Ilusionar a quién?
Helena puso los ojos en blanco antes de suspirar. Habló muy despacio, estaba haciendo acopio de toda su paciencia.
—A Sofía.
—¿Otra vez con eso? Ya te había dicho que había cosas que no me gustaban de ella y no le he dicho nada para que ella piense lo contrario —contestó él con algo de fastidio.
—Solo invitarla a salir a solas ¿no?
Alfredo se quedó callado. ¿Por qué Helena sabía lo de la cita? Alfredo lo pensó por un momento; no había caído en cuenta de ello.
Había olvidado por completo esa cita y, lo que era peor, cuando la había invitado sí había pensado en decirle algo, pero habían pasado semanas, él había pasado mucho tiempo con Geraldine y le había gustado; las cosas con ella no eran tan complicadas como lo eran con Sofía.
Algo sí era cierto, no había dejado las cosas claras... quizás Helena tenía razón, Sofía merecía algo más; pero, por otra parte, a ella no pareció afectarle, le había regalado las boletas al fin y al cabo.
—En la reunión en mi casa ya estabas con ella ¿no es cierto? —Le dijo Helena sacándolo de sus reflexiones.
—¿Por qué?
—Porque sino fuera así, estoy segura que te hubieras dado cuenta que, al momento de soplar la vela y pedir el deseo, ella nos contó que ya tenía nuevo trabajo... no tenías derecho a reiterarle la cita si ya estabas con alguien más.
—No entiendo por qué te metes en todo esto.
—Porque ella me cae bien, le he cogido mucho cariño, estoy segura que te gusta, le estás haciendo daño y ni siquiera tienes los pantalones para darte cuenta.
—¿Y qué si ando con Geraldine? —Protestó Alfredo exasperado— me gusta, ella se interesa en mí, no tengo que estarle rogando para que me ponga atención; es cariñosa, tierna, bonita, inteligente.
—Nada —le dijo Helena decepcionada— tú verás lo que haces, espero que no te arrepientas y estoy segura que Geraldine es una magnífica mujer; por el bien de ella y el tuyo, espero que estés con ella porque realmente te gusta y no porque es más fácil estar con ella que vencer tus miedos... Sofía también es cariñosa, tierna, inteligente y bonita; y si no se interesara en ti, no te hubiera traído eso —le señaló las boletas.
Sin dar oportunidades a que dijera algo más, Helena tomó sus cosas y fue hacia la puerta. Justo antes de salir le dijo:
—Que tengas una buena charla con tu conciencia.
La puerta del apartamento se cerró y la sentencia funcionó; la vocecita en su cabeza, que hacía mucho rato no se aparecía, volvió para decirle:
—Duele que te digan la verdad en la cara ¿no?
—Déjame en paz.
—No hasta que te disculpes... Helena tiene razón, no debiste invitarla a salir; aunque en ese momento todavía no estabas con Geraldine oficialmente, ya estabas saliendo con ella, solo querías jugar a dos puntas por si no salía con la una, tenías a la otra de repuesto.
—Eso no es verdad.
—Sí lo es, sino hubieras estado tan distraído pensando en Geraldine y chateando con ella, te habrías dado cuenta de que Sofía te contó sobre su nuevo trabajo.
Alfredo suspiró, ahora comprendía mejor el destello de rabia que había visto en su mirada al despedirse. Sí, quizás debía llamarla a disculparse. No había sido su intención lastimarla, ella no merecía eso. Aunque no estaba seguro qué decir, tomó el teléfono y marcó su número.
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El celular de Sofía empezó a vibrar. No recordaba haberlo puesto en silencio. Miró el identificador y contestó.
—¿Segura estás bien? Al salir parecías bastante alterada.
—¿Tú crees? Yo que pensaba que lo había disimulado bastante bien.
—Bueno, él es un idiota, seguro no se dio cuenta.
Sofía sonrió.
—No te preocupes Helena, no te niego que duele, pero mi corazón no es tan frágil como todos imaginan. Lo superaré.
—Vale, pero si necesitas una amiga que te ayude a insultarlo, aquí estoy.
—Te lo agradezco... tengo que colgar, me está entrando otra llamada.
Miró el celular.
—¿Por qué contestarle? —Se preguntó ella.
—Y ¿por qué no? —Contestó su orgullo.
—Porque es detestable y en este momento tengo ganas de ahorcarlo —afirmó ella. La llamada había entrado a buzón pero volvió a marcarle.
—Está dispuesto a insistir, mejor contestar, así quitarlo del medio y, de paso, no darle tanta importancia —replicó su orgullo.
Sofía suspiró y contestó.
—¿Podemos hablar? —Le preguntó él.
—La verdad no —contestó con voz dura— estoy un poco harta de esa frase y siempre algo se atraviesa y nunca hablamos, así que, sinceramente, me gustaría que me dejaras en paz.
—Lo lamento —dijo él.
—Mira —dijo ella, dejando su orgullo a un lado— si esta llamada es para calmar tu conciencia, puedes estar tranquilo, al fin y al cabo yo fui la que no entendió que solo era tu amiga, tú ya me lo habías dicho. Malinterpreté señales solo porque me gustabas... pero no te preocupes, mi mundo no gira a tu alrededor y lo superaré. Quédate tranquilo, soy muy profesional, seguiré cumpliendo con mi parte del proyecto y todo estará bien ¿necesitas algo más?
—No —respondió él con duda, no sabía qué pensar de su manera directa de hablar.
—De acuerdo, yo sí te voy a pedir un último favor.
—Seguro —dijo él más tranquilo ya que su voz se había vuelto más suave.
—Si no es por un asunto de trabajo, no me vuelvas a llamar.
Sofía colgó el teléfono y le marcó a su amiga Marcela, necesitaba desahogarse.
Alfredo, por su parte, quedó sorprendido con el comportamiento de Sofía, había creído que era una persona frágil, ahora se daba cuenta lo equivocado que estaba.
—Y ahora te gusta más —comentó la voz en su cabeza.
Alfredo la acalló de inmediato, no sabía qué lo había cansado más: la conversación consigo mismo o la conversación con Sofía.
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No te necesito
Romance"Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Alfredo comprendió ese dicho a la perfección cuando dejó ir a Sofía, la mujer de su vida. El destino, sin embargo, quiso que ella volviera a aparecer en su camino y él está dispuesto a todo por conquist...