Capítulo 18

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Había pasado casi un mes. Sofía escuchó el timbre de su apartamento y se extrañó. No le habían anunciado a nadie. Abrió la puerta y su sorpresa fue total. Frente a ella estaba él; tenía los ojos rojos, el labio partido y un computador portátil en sus manos. Una gran maleta de viaje a su lado.

—¿Puedo tomarte la palabra? —Preguntó con voz apenas audible.

Sofía se retiró de la puerta para darle paso. Cerró la puerta tras él, no estaba segura cómo debía actuar, sencillamente se acercó a abrazarlo. Él correspondió el abrazo con fuerza, estaba a punto de explotar y no sabía cómo tranquilizarse.

—Te quiero —le dijo ella sin dejar de abrazarlo.

—Mamá no dijo nada —estalló Alex, se separó y la miró a los ojos— él me golpeó y mamá no dijo nada... nadie dijo nada yo... no sé... no tengo idea si puedo contar con mi familia o no... por lo menos papá dejó en claro su opinión.

Los ojos de Alex se llenaron de lágrimas, Sofía le pasó con suavidad la mano por el labio herido y repitió:

—Te quiero.

Alex la miraba sin decir nada, estaba confundido por todo lo que había pasado, por un momento creyó contar con su madre pero luego ella se quedó aparte y no hizo nada por detenerlo cuando salió de casa. Quizás apoyaba la opinión de su padre que, al verlo salir, le había dicho que le alegraba que se fuera por sus propios medios para evitarle la incómoda tarea de echarlo de la casa.

—¡Alex! —Lo llamó Sofía, él la volvió a mirar— te quiero —una lágrima rodó por el rostro del muchacho— de verdad, te quiero —le repitió ella.

Alex la abrazó nuevamente y sollozó, mientras ella pasaba su manos por sus mechones de cabellos crespos y húmedos. Tardó varios minutos en tranquilizarse. Sofía entonces le curó el labio. Llevaron la maleta al cuarto en silencio. Alex dejó el computador y el celular en la mesa de noche. Ella se sentó sobre la cama y lo llamó para que apoyara la cabeza en su regazo.

—Prometo ayudarte con los gastos —murmuró él.

—Preocúpate por acabar tu carrera, el resto lo solucionamos en el camino.

—No creo que cuente con la ayuda de mi padre para la matrícula... pero tengo ahorros que creo serán suficientes, aunque no me alcanza para nada más...

—Solo te hace falta un semestre, haz lo necesario por enfocarte solo en el estudio, yo me hago cargo de los gastos de aquí, por ahora.

—Pero...

—No seas terco, la mejor forma de ayudarme con los gastos es graduándote para que puedas conseguir un trabajo bien pago —la voz de Sofía adquirió un tono serio que no dejaba cabida a dudas.

—Gracias —murmuró él.

Ella lo consintió en silencio hasta que se quedó dormido. Apenas había pasado unos minutos cuando el celular de Alex comenzó a vibrar. Ella alcanzó a ver el nombre del contacto. No lo pensó demasiado y contestó. Habló por unos momentos y colgó. Esperaba no arrepentirse de lo que estaba haciendo, pero creía que era lo mejor.

Cerca de una hora después el citófono sonó. Sofía despertó a Alex para ir a atenderlo. Alex se levantó tras ella. Caminaba perezosamente hacia el baño, quería lavarse la cara para despejarse.

El timbre sonó mientras él se echaba agua en la cara. Una señora que parecía estar en los 50 entró cuando Sofía abrió la puerta. Llevaba un pequeño morral entre las manos y parecía avergonzada.

Era muy bonita, con un cuerpo que cualquier jovencita desearía, vestía un sastre de color azul oscuro, con una camisa de seda color perla y unos zapatos no muy altos negros.

No te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora