Capítulo 40

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Había sido una buena idea dormir con ella. Le había consentido el cabello hasta que se quedó dormida y, al parecer, había pasado una buena noche.

Alex siempre había admirado esa fortaleza de su amiga. Era un poco contradictoria en apariencia. Era tímida, callada, seria y suave en sus maneras, pero también tenía un carácter muy fuerte, era independiente, risueña, tierna y muy protectora de los suyos.

A Alex le parecía alguien muy maternal y, aunque sabía que era orgullosa, no le parecía un defecto; al contrario, era ese orgullo el que le permitía salir adelante en situaciones difíciles, su amor propio era muy grande. Como la vio tranquila, decidió levantarse para hacer el desayuno. La dejaría dormir todo el tiempo que ella necesitara.

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Pasaban las 11 de la mañana cuando escuchó la marcha turca. Abrió los ojos perezosamente. Tomó el teléfono que estaba sobre la mesa de noche y miró el identificador. Respiró un par de veces antes de contestar; no quería parecer acabada de despertar.

—Hola... yo solo quería... espero no incomodarte, pero ayer estabas extraña y quería saber si estabas bien —le dijo la voz insegura de Alfredo.

—Seguro, solo estaba un poco cansada... te agradezco la llamada.

—¿Vas a estar ocupada hoy? —Le preguntó Alfredo, estaba muy nervioso, pero quería hacer lo posible por verla.

—Un poco, tengo un par de cosas que hacer y estoy segura que Alex me ayudará.

—De acuerdo —dijo Alfredo decepcionado— si necesitas algo, puedes llamarme.

—Gracias

Sofía colgó y se fijó en los mensajes que tenía. Sonrió al notar que había uno de Alejandro; le pedía que le avisara cuando se despertara, no la había llamado porque sabía que debía dormir todo lo posible. Le marcó a su novio.

—Hola preciosa, ¿cómo dormiste?

—Bien... Alex se acostó conmigo y logré dormir toda la noche sin pesadillas.

—Me alegra que sea Alex quien me reemplace —dijo Alejandro con algo de ironía, se imaginó a Alfredo tomando su lugar.

—Tenías razón, me sirvió mucho hablar con él... ¿cómo está todo por allá?

—Bien en general... aunque empieza a preocuparme que ni mamá ni Natalia han despertado... voy a esperar una hora más, si no llamo al médico.

—¿Las ves muy enfermas?

—No mucho, quiero decir duermen tranquilas... pero han permanecido con fiebre y quiero asegurarme que no sea nada serio.

—De acuerdo, mantenme informada.

Sofía terminó la llamada y fue a buscar algo para comer. Al verla, Alex la hizo sentar y le sirvió el desayuno; la quería consentir.

El día pasó con rapidez. Sofía le pidió ayuda a Alex para organizar el menú de la cena del día siguiente. Miraron varias recetas e hicieron la lista de los ingredientes que debían comprar.

Alex también le ayudó a escoger la pinta que usaría durante la cena; ella quería algo especial e íntimo. Se estaba esforzando porque todo saliera bien y Alex era al cómplice perfecto.

Sin darse cuenta, ya era de noche; haberse levantado tan tarde hizo que el día le pareciera muy corto.

Le extrañó que Alejandro no la hubiera llamado, quería saber si su cuñada y su suegra habían mejorado. Le marcó. El timbre apenas sonó una vez y luego fue directo a buzón. Supuso que estaba en una zona sin cobertura, en ese pueblo era algo común. Antes de acostarse a dormir, le escribió un mensaje para que se comunicara con ella.

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