Capítulo 24

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—No vale, no nos dijiste cómo se cuadraron —protestó Helena.

—Tú preguntaste cómo comenzamos y eso te respondí.

—Entonces te pregunto ¿cómo se cuadraron?

—Tengo sed, voy por otro jugo de naranja —dijo Alejandro levantándose.

Sin que nadie pudiera hacer nada, Alejandro se dirigió a la cocina. Alfredo lo siguió con la disculpa de ir a traer más bloqueador para los niños. Sofía, al ver entrar a su novio, se acercó:

—¿Todo bien?

—Son demasiado curiosos... ¿me regalas otro vaso de jugo?, estoy seco.

Ella lo tomó de la mano y fueron hacia la nevera. Alfredo pasó con rapidez hacia el cuarto, tomó un bloqueador y volvió despacio, para observar sin ser visto.

Alejandro ya tenía un vaso entre las manos y lo bebía poco a poco mientras hablaba con ella.

Para Alfredo era un poco frustrante la manera en que sus ojos brillaban cada vez que lo miraba, a él nunca lo había mirado así, aunque no se podía quejar demasiado, quizás él nunca le había dado la oportunidad.

Decidió que era momento de reunirse con sus amigos afuera y al pasar por la cocina alcanzó a escuchar que Sofía le decía a su novio:

—Pues se van a tener que esperar, ya vamos a servir el almuerzo —le dio un beso.

Aunque fue breve, Alfredo sintió que le ardía el estómago y no pudo evitar lanzarle una mirada de odio a Alejandro, quien volteó a mirarlo directamente.

Ninguno dijo nada, Sofía no parecía haberse dado cuenta. Alfredo salió y Alejandro le dijo a Martín:

—¿Te importaría si me robo a uno de tus ayudantes un momento?

—Llevas 15 minutos robándotela.

—Me refería al otro, a ella no me la tengo que robar... ella viene a mí por gusto...

Alex lo miró con algo de sorpresa y Alejandro le hizo un gesto para que lo acompañara afuera. El muchacho lo siguió. Se hicieron cerca a las carpas, del otro lado de las piscinas. Alejandro habló sin rodeos:

—Te voy a poner en una situación incómoda, pero necesito tu ayuda, solo quiero que me respondas algo.

—No te entiendo.

—Necesito que me digas si, en algún punto, Alfredo estuvo interesado en Sofía...

Alex lo miró confundido, no entendía a qué venía todo eso y no sabía si quería hablar al respecto, era algo que solo le incumbía a Sofía.

Ante el silencio del muchacho, Alejandro se explicó; sabía que, ante todo, Alex era leal a Sofía y esperaba que esa lealtad lograra ayudarlo.

—Sé que estoy siendo un poco irracional pero... hace un momento, juro que él me miró con celos, es más, con rabia... necesito saber si tengo que cuidarme de él, sé que Sofía sintió algo por él... necesito saber si él también sintió algo por ella.

Alex suspiró y se quedó viendo hacia la piscina donde Alfredo le colocaba bloqueador a uno de los hijos de Fabián; esperaba que Alejandro estuviera equivocado, no quería ver a Sofía confundida por su culpa.

Alejandro le caía bien, la cuidaba y la quería como ella era; a Alfredo le tenía aprecio, sí, pero él ya había tenido su oportunidad y la había desperdiciado. Decidió que era mejor decirle la verdad a Alejandro:

—Para serte sincero no te puedo dar fe de eso. Todos creímos que sí, hubo un momento en que se nos hizo inminente que ellos dos se iban a cuadrar, pero entonces apareció Geraldine y todo cambió; él no volvió a hablar de Sofía, aunque... bueno, tú sabes, sé que Sofía te contó todo...

—De acuerdo, gracias por la información —le dijo Alejandro con una seriedad no muy habitual en él.

—¿Te puedo dar un consejo? —Alejandro se quedó mirándolo en silencio— llevas todas las de ganar, no caigas en juegos tontos. Alfredo la ha decepcionado un par de veces... Tú no. Tú la conquistaste por ser tal cual eres, sigue siendo tú siempre, sin importar la situación...

—No estoy seguro de entender...

—Ustedes dos no llevan una relación habitual, entre ustedes no hay sentimientos de necesidad... esa es su mayor fuerza.

Alejandro lo miró por un momento y creyó comprender lo que le querían decir.

—A lo mejor no es nada —le dijo Alex— puede que sí sienta algo, pero tal vez no haga nada, después de todo ella está feliz contigo y, si uno ama, lo que le importa es ver a la otra persona feliz...

—¿Perderías la oportunidad de luchar por una persona como Sofía?

—No creo, pero él ya la perdió.

—Él está buscando otra oportunidad —dijo Alejandro con una sonrisa amarga antes de volver a la cocina.

Ya estaban sirviendo el almuerzo; habían acomodado una mesa para sentarse a tomar el sol mientras todos almorzaban. Alejandro les ayudó a arreglar todo. La comida consistía en una sopa cargada de tubérculos, verduras y un gran trozo de carne.

Todos pasaron a la mesa. Ana María, la novia de Jorge, estaba justo enfrente de Sofía y le preguntó:

—¿Nunca te fastidió la edad de Alejandro?

Sofía cerró los ojos y sacudió la cabeza por un momento.

—Claro que sí, todavía es un asunto que no me simpatiza, pero... ese era... es su único defecto, y... bueno, no iba a desperdiciar la grandiosa oportunidad que me estaba brindado la vida, solo por un prejuicio estúpido... Alex fue uno de los que más me apoyó en eso.

—¿Y sus familias?

—La mía —respondió Sofía— no tiene ningún problema con eso, es más pendejada mía...

—Y la mía —respondió Alejandro— no lo sabe; conocen a Sofía y están plenamente conscientes de la seriedad de nuestra relación, pero nunca me han preguntado y yo no se los he aclarado.

—¿Crees que lo tomarían mal? —Le preguntó Jorge.

—No lo sé, pero estoy un poco harto de ser la comidilla del pueblo...

La mirada de Alejandro se perdió en ese momento, pareció entristecido. Sofía le apretó la mano con fuerza y, con suavidad, le hizo girar el rostro para que se encontrara con sus ojos. Movió sus labios para decir "Te amo". Alejandro sonrió, no sabía cómo pero ella tenía ese efecto en él.

Alfredo miraba la escena con detenimiento, si el tema de la edad era molesto para ella, él tenía una ventaja ahí y haría todo lo posible por aprovecharla.

—Alejo —le dijo Alex— ¿te importa si practicamos un poco después de reposar el almuerzo?

Alejandro supo que lo decía por ayudarlo, sabía que no estaba bien y las artes marciales lo ayudaban a calmarse. Casi pudo leer en la expresión de Alex un "con eso sacas toda la rabia que tienes". Asintió agradecido.

—Pero antes de irte... puedes tomarlo como el tiempo de reposo, nos debes contar cómo te cuadraste con Sofía —dijo Helena con cierta imponencia.

—¿No les ha contado? —Preguntó Sofía sorprendida.

—Ella me preguntó cómo empezamos y eso respondí... no es mi culpa que no hagan las preguntas correctas.

Sofía sonrió y le dió un beso en la mejilla.

No te necesitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora