O7: Audiciones mañaneras

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Empezó a caminar hacía mi, retrocedí, pretendo escapar, pero las palabras de Bryce me dudar de mi alocada decisión.

"—(...) Segundo, no te alejes de mi, cualquier cosa te puede suceder aquí".

¿Encerio arriesgaré mi vida por orgullo?

Mhm, no.

—No pensé que eras de esas chicas—, me dice sonriendo ya al frente mio.

Sacudo mi cabeza.

—¿"Esas chicas"? —, pregunto incrédula.

—Las que ven peleas clandestinas—, apunta burlón mientras sacude su cabeza acercándola a mi rostro. Solté una carcajada.

—Yo no—, sonrío negando con la cabeza—. Bryce...

—Entiendo—, sus labios se curvaron en una sonrisa, creo que sentí algo golpear mi pecho—. Nos vemos mañana.

—Adiós...

Al verlo alejarse me tomo mi tiempo para memorizar cada detalle de su anatomía, su espalda está llena de tatuajes, sus trapecios y sus dorsales algo marcados; no exageradamente, pero si se nota que hace ejercicio. Su cabello, ni tan largo ni tan corto, tapa lo que es su nuca y sus shorts le llegan a las canillas. Su caminar...

—Si lo sigues viendo así quedaran marcados tus ojos en su trasero—, al ver a Bryce lo fulmine con la mirada y me fui.

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Según los médicos la mejor manera de despertar es con los rayos del sol, cómodo en tu cama y con el canto de los pajaritos. Bueno, lamentablemente hoy me desperté con un gran peso encima —no de la forma metafórica—. Básicamente con una morsa encima mio recordándole a gritos que tengo una audición a la cual asistir— cosa que ya tenia en mente —.

—¿Por qué me haces esto?—, me quejo intentando apartarlo de encima.

—Porque tu madre me dejó a cargo.

—No sé porque contrató a un idiota como tu para ser mi "niñero adolescente"—, aprieto mis labios reprimiendo la risa, por mas que lo intente no se ve preocupado.

¿Por qué eres tan mala fingiendo?

—Es porque me quiere. Además, si yo no fuera homo tu madre no me dejaría estar aquí.— Asentí dándole la razón.

—Necesito que salgas de mi habitación.

Levantó su humanidad de mi cama y salio por el umbral de la puerta, no sin antes guiñarme un ojo.
Me duché, me puse ropa normal y salí de mi habitación con el cabello mojado. Me daba igual ya que hacía calor, algo que pasaba una vez en siglos.
Al entrar a la cocina veo a mi verdadero amor sobre la mesa:

Un moccacino grande con crema y una cereza arriba.

—¡Te amo!—, Bryce extiende sus brazos pero paso a un lado y beso el vaso en el que se encuentra la sustancia realmente adictiva, cremosa y deliciosa llamada café.

—Y así es como me pagas—, se enfada. Le beso la mejilla y bebo un sorbo de mi bebida.

Empezamos a caminar fuera del edificio, las audiciones son cerca así que no hay problema. Cada paso que doy, es un escalofrío trepando por mi columna vertebral; la actuación siempre me ha parecido algo genial, y tener la oportunidad de estar en un estelar es algo imposible. Sin embargo, pienso dar todo de mi para poder participar, aunque lo mas probable es que acepten a una rubia asquerosa en vez de a mi.
Ya llegando los nervios me consumen, el edificio es enorme y hay una chica recibiendo a la gente que entra.

—Vamos—, me da unas palmaditas en el hombro, cosa que me calma un poco.

Al acercarnos la chica posa su vista en nosotros.

—¡Hola!—, nos saluda a ambos, me limito a asentir—, ¿Vienes a audicionar?.

—S-Si...

—Toma—, me entrega un papel con un número—, espera tu turno y ¡buena suerte!.

Sigo estupefacta, nadie me había hablado tan amablemente—excluyendo a Bryce—. ¡No!, es más, nunca alguna chica me había hablado tan amablemente. Le agradezco internamente a Bryce por decir gracias y llevarme dentro.
Hay un lado en el que hay chicos sentados, y en el otro hay chicas; me voy con las chicas y me siento, Bryce se queda parado.

—¿Número?—, me pregunta el rubio.

—55.

Asiente.
El tiempo pasa volando. Cuando llaman a mi número me acerco a la chica que lo hizo.

—Pasa por la puerta—, me sonríe, intento avanzar pero me para antes—, él no puede.

—Suerte J.J., te espero afuera—, me doy vuelta para darle una última sonrisa y paso.

Lo primero que veo es una gran oficina, con otra puerta en la pared. Un escritorio en el que hay un hombre mayor con cara amistosa. Al verme sus ojos se agrandan y me examina de arriba a abajo, luego se aclara la garganta.

—Pase señorita—, cierro la puerta tras de mi y me siento en la silla que hay frente a el.—¿Cuál es su nombre?

—Souji O'Donnel—, respondo segura. Él lo anota en un papel.

—¿Edad?

—17.

—¿Por qué vino aquí?

—Pues—, me rasco la cabeza, mis verdaderas intenciones son buenas, lo sé, pero decirlas será complicado. Finalmente suspiro y continúo. —Siempre me ha gustado mucho la actuación, es algo, para mi, importante, ya que uno no siempre actúa como es de verdad y eso es lo que me gusta. Vine para tener una oportunidad de actuar en un gran estelar, y, pasarlo bien.

El hombrecillo feliz me mira impresionado.
—Pues, eres la única chica que de verdad tiene pasión por la actuación, y no me dijo "busco tener alguna relación con sus mejores actores"—, para lo ultimo imito la voz de una chica, la cual, salió muy bien. —Bueno, de todos modos, falta una prueba, pasa por la puerta y ponte el traje que hay, vienen y te digo si eres aceptada o no.

—Gracias—, sonrío sincera y me apresuro para ponerme el traje. Al entrar veo un traje negro, de látex.
Me lo pongo y salgo, el anota algo en el papel y me permite quitarmelo, al hacerlo el me invitó a sentarme.

—Pues—, se acomoda en la silla y apoya sus brazos sobre escritorio, entrelazando sus dedos.— Es un gusto decirle que...fue aceptada.

Abrí los ojos como platos, el señor se levanto se su silla y me ayudó a hacerlo también, no aguanté más y lo abracé.

Lo logré, no todos me odian.

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