Mi ángel.

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SUGA

El ser humano siempre busca protección de alguien más fuerte que él, por eso los ricos tienen guardaespaldas, por eso los débiles creen en Dios, por eso aseguramos que alguien más controla todo lo que nos pasa y le rogamos a esa persona que tenga piedad de nosotros.

Porque somos insignificantes, somos solo una persona entre 7.300 millones, un grano de arena en una playa, nosotros somos conscientes del poco valor de nuestra existencia por eso nos inventamos las historias de dioses y demonios, porque en nuestra insignificancia buscamos ser protegido por un dios que todo lo puede.

Una de esas historias hablaba de un ángel guardián, una persona que indirectamente siempre estaba al cuidado de nuestra protección, un ser con poderes inimaginables. Según estas historias por cada persona había un ángel guardián del cual dependíamos de cierta forma, pues ese ángel nos protegía de todo mal; una historia sin ningún hecho real demostrado, solo para que las personas se sientan menos inseguras, solo para engañarnos al decir que nuestra existencia es importante.

Él nunca creyó en esas historias, una persona perseguida por sus propios demonios, que a la edad de diez probó el amargo sabor del maltrato, una persona que el día que le rogó de rodillas a ese dios todo poderoso pidiéndole más tiempo para pasar con su hermano, fue ignorado. Una persona que sabe que el mal del mundo no es el famoso Satanás de quien habla la biblia con tanto desdén, no, el mal eran las personas, el egoísmo, la envidia, la avaricia, esos eran verdaderos demonios y ningún dios nos salva de eso. Una persona como el nunca creería en eso, pero si algún día le llegarán a preguntar sobre la existencia de su ángel guardián, el diría que existe, pero no es un ser en túnica, con unas magníficas alas blancas en su espalda y una aureola en la cabeza, no, su ángel guardián es un simple humano, un mortal, porque su ángel de la guarda era el señor Kim.

Recuerda claramente el día que se conocieron, ese día fue la primera vez que tuvo esperanza justo cuando pensó que no tenía salvación. Él lo saco de agujero que lo sumergía en depresión, producto de los siempre presentes maltratos de sus padres, de la ausencia de la persona que más amaba y del inicio de una enfermedad mental incrustada en su cerebro.

Pero el señor Kim lo salvó, como nunca lo pensó.

Y no estaba hablando solo de hace cinco años, cuando sus padres lo llevaron a ese consultorio mientras le repetían en el camino lo inútil que era por querer llamar la atención de esa manera.

No.

Estaba hablando del día en el que se vio traicionado por el amor de una madre y la maltratado por la locura de un padre, el día que al pensar que asesinaron a su hijo, huyeron de su casa con el pensamiento de que no importaba, porqué él ya estaba muerto por dentro.

El día en el que no se levantó del suelo, porque no era lo suficiente fuerte para luchar. La poca fuerza se había consumido y el recuerdo de los últimos días, en donde la tranquilidad era notoria, donde era tan iluso como para pensar que podría ser feliz, donde se refugió en unas cartas guardando el sentimiento de volver a querer a alguien, pero esto se hizo lejano, fue como si hubiera sido una mentira, una dulce mentira.

Este era el fin, pensaba en su mente.

Y como último recuerdo vio la imagen de un pelirrojo cantando, pero no entendía por qué...

Pero su ángel de la guardia estaba cuidando del el, porque alguien entró por la puerta de su casa justo un segundo antes de que perdiera el conocimiento.

Despertó en la habitación de un hospital horas después.

Si había algo que le diera más temor que la interacción social con personas, era a los malditos hospitales.

Sociofobia | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora