Obscuridad

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  — ¡Tú puedes hacerlo! Vamos, Seras, eres un ser de la noche, imbatible y poderoso. 

Se repetía una y otra vez sin lograr el efecto que deseaba. Se volvió fuerte, sus ataques eran letales y estaba segura de que Alucard comenzaba a reconocer su desempeño, o al menos eso quería creer.

  — ¡Oh, vamos! No seas tonta, nada va a pasar.

A cada palabra se sentía más tonta, ¿quien hablaba consigo mismo en voz alta para infundirse valor? Solo un vampiro tan peculiar como ella.  Suspiró con frustración y de forma resignada observó el ataúd que habían colocado para ella en su habitación, a lado de la cama que prometió dejar de usar. Quizá algún día lograría superar aquel miedo derivado de su traumática infancia, pero no sería esta noche. Aunque el amanecer estaba próximo, ella seguía en penumbras, lista para tratar de descansar entre los mullidos cojines y cubrirse con la colcha de terciopelo, simulando un improvisado lecho mortuorio acorde a su condición de vampiro. El ataúd era estrecho pero le resultaba cómodo, no sentía claustrofobia, el problema era la oscuridad. 

Fictober 2017: Hellsing StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora