XIX

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—Anoche me he desvelado en mi pequeña oficina privada —le contó Jean, mientras acariciaba con los dedos la taza que contenía su clásico latte macchiato—. Y pensado mucho, profesor. Yo nunca creí que lo admiraba, estaba seguro de mis sentimientos; por más veces que intenté convencerme de que usted, como adulto, me había dicho la verdad. Pero era algo flojo, ¿sabe? Algo vago —Erwin tragó saliva del otro lado de la mesa—. No lo conocía, pero ahora creo que lo hago más, y creo que ahora sí lo amo como lo que es, y no como lo que creía que era. Usted me lo dijo, es normal que algunos alumnos tengan fantasías con sus profesores, y eso era usted para mí, una fantasía; pero se arraigó en mi pecho, y se convirtió en mi meta. Ahora estoy bastante seguro de que lo quiero, de que me gusta, de que lo amo —bebió un sorbo que le calentó la garganta para seguir hablando—. Y no es mero amor carnal, sólo le conté que me masturbaba pensando en usted, pero a veces también recordaba sus conversaciones, y las anhelaba muchísimo. Sus palabras tienen un valor muy profundo, aunque sólo sean sobre cosas tan simples como una mendiga piedra; pero usted hace que me detenga a pensar en el mundo que me rodea, que me fije en los pequeños detalles y los guarde en el corazón.

—¿Ah sí? —Smith ahora sonreía, y Jean le había visto ruborizarse por primera vez.

—Sí, así que sí, le quiero. Puede besarme si así lo desea. Aunque le digo, nunca he besado a un hombre, y mucho menos a un profesor.

—¿Y cuál es la diferencia entre esos dos? Soy hombre, y soy profesor.

—No, usted es el profesor, y es mucho más que un simple hombre.

Ese sábado, en el pórtico de la casa de Smith, se besaron cariñosamente. Deberías dejar de considerarme tu profesor, le pidió Erwin, sus pulgares acariciaban las mejillas de Kirschtein. No, le dijo Jean, usted ha llegado con ese título a mi vida, no dejaría de considerarlo así jamás... sin embargo, se ha convertido en la persona que amo, y eso le ha dado un espacio mucho más grande en mi pequeña oficina privada

Samstag LiebeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora