– ¡Ma, voy a salir! –abriste la puerta para hacer lo dicho, o gritado, hacia tu progenitora amada.
– ¿Adónde?
– La señora Kaspbrak quiere que le pase la tarea a su hijo –te encogiste de hombros despreocupadamente.
– Ah, okay. La saludas de mi parte – asentiste algo distraída, dando un paso, en un segundo te volviste a girar extrañada, mirando a tu mamá con una ceja alzada.
– Pero si ni te cae bien.
– Cierto, pero no hay que ser groseras.
– Claro –reíste mientras movías la cabeza y saliste, bajaste las escaleras de la entrada, cruzaste la calle y tocaste la puerta. Sí, su casa quedaba justo enfrente.
Segundos después Sonya Kaspbrak apareció en el marco de la puerta y sonrió espeluznantemente mientras te daba un escalofrío interno.
– Cariño, qué bueno que viniste. Pasa, Eddie está arriba en su cuarto –te abrió la puerta y pasaste sigilosamente.
– Gracias señora K –subiste rápidamente las escaleras para no tener que pasar más tiempo con ella, tocaste en una puerta al azar.
– ¡Mamá, ya me bañé 3 veces! –la puerta se abrió y un Eddie con cara de fastidio apareció, aunque su cara cambió drásticamente al verte parada en su puerta– ¿A-ana? Wow, ¿qué haces aquí?
Trató de recargar el brazo en el marco pero se resbaló y simuló que no había pasado nada. Reíste ligeramente.
– Tu mamá me pidió que te diera la tarea de hoy, ya que faltaste por lo de tu yeso –explicaste rápidamente y el asintió algo distraído contigo frente a él.
–Ah, claro. Pasa –caminaste dentro de la habitación y viste a Eddie asomarse a los lados del pasillo para luego cerrar la puerta lentamente.
– Y-y... ¿d-dejaron mucha tarea? – preguntó nervioso, por un momento te recordó a su amigo Denbrough con sus tartamudeos.
– Eh, no. ¿Te sientes bien, Eddie?
– S-sí claro, no es que me pongas nervioso porque estás en mi habitación, no nada de eso, para nada, ¡¿q-quién te lo dijo!? ¿fue Richie? Maldito bocón, lo voy a matar –empezó a hablar muy rápido mientras daba vueltas en el mismo lugar.
Fuiste hasta él y lo tomaste de los hombros.
– Hey, ¿tranquilizate sí? No sé de qué hablas –te encogiste de hombros y el suspiró de alivio. Luego miró cómo el espacio entre ustedes faltaba ya que te habías acercado, y su respiración se agitó.
Miraste tu reloj, ya habías tardado más de lo necesario. – Bueno, debo irme Eddie.
– C-claro, te acompaño a la puerta – moviste la cabeza y bajaron las escaleras hasta la salida. Te despediste rápidamente de su madre y ambos salieron.
Notaste que Eddie parecía querer decir algo, pero no se atrevía.
– ¿Quieres decirme algo?
– Eh, n-no. Bueno sí. Es complicado – bajó la cabeza y lo miraste con ternura.
No era mucho más alto que tú, unos cuántos centímetros por lo menos. Sí, Eddie Kaspbrak te gustaba desde que entraste a la escuela. Era bastante tierno verlo hablar rápido y ponerse nervioso.
Suspiraste y también bajaste la cabeza. Cuando volviste a alzarla, él te miraba fijamente lo que hizo que te sonrojaras y miraras hacia otro lado.
– Escucha, voy a hacer algo que... –se trabó en sus palabras y sólo sentiste cómo tomaba tus mejillas y te acercaba a su rostro.
Te besó.
Sólo juntó tus labios con los de él y no se movió, durando un par de segundos así, mientras tú tratabas de procesar aquello.
Un grito hizo que ambos se sobresaltaran, era la madre de Eddie. Ambos se miraron al mismo tiempo y luego sonrieron.
– A-ah, yo, me tengo que ir –moviste la cabeza y él comenzó a caminar, luego paró de la nada y volvió hacia tí. Dejó un pequeño beso en tus labios y salió corriendo hacia su casa.
Reíste y subiste las escaleras lentamente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
