– ¡11:30! Ya casi es hora, los chicos deben estar buscándonos.
Sophia tomó mi brazo y pasamos por el gentío del club, algunos bailaban y otros ya estaban algo pasados de copas. Al lograr salir de ese tumulto, divisamos a los chicos en una mesa aparte, VIP para ser exactos. Sonreímos y corrí a abrazar a Wyatt, ese idiota que no me había buscado en días.
– ¡Te olvidaste de mí! –fue lo primero que le grité al llegar cerca de él, mientras le daba un golpe ligero en el hombro, él sólo comenzó a reír.
– Claro que no, alguien me impidió estar cerca de tí –voltea a mirar directamente a Finn, quien desde que había llegado no despegaba su mirada de mí.
Él sonrió divertido hacia nosotros; puesto que había escuchado todo, caminó unos pasos hasta estar al lado de mí y apartó a Wyatt de un empujón.
– Adiós, fideos –reí por aquel apodo, el mencionado rodó los ojos y se fue a saludar a la pelirroja.
Antes de poder detenerlo y que volviera aquí, puesto que teníamos algunos asuntos pendientes, el brazo de Finn envolvió mi cintura en un abrazo.
– Por cierto, hola rana, feliz casi año nuevo –él sonrió fugazmente y besó mi mejilla.
Tal vez teníamos algo, no era una relación de amigos común, nos gustábamos y hablamos sobre ello, así que apenas hace un tiempo habíamos comenzado a salir, más no era oficial.
– Tengo algo que decirte.
Pero en ese momento sentimos jaloneos en los brazos y cuando menos nos dimos cuenta estábamos en la pista de baile con nuestros amigos tratando de bailar al ritmo de los demás.
Veinte minutos y algo, comenzó la cuenta regresiva, todos con nuestros vasos de bebida muy eufóricos.
– Ven –Finn jaló delicadamente de mí y nos sacó al exterior, donde la gente veía el reloj del gran edificio siendo exhibido.
– ¿Qué pasa? –pregunté confundida. Él sólo sonrió feliz mientras me miraba fijamente.
– ¡3!... ¡2!... ¡1!... –le di una mirada emocionada y antes de siquiera poder hablar, chocó nuestros labios dulcemente, algo sorprendida pero sintiendo esa sensación en mi estómago seguí el beso, disfrutando cada caricia y amor que emanaba hacia mí.
Nos separamos al mismo tiempo y suspiré felizmente.
– Oye, ¿quieres ser mi novia? –reí y enrrollé mis brazos alrededor de su cuello para abrazarlo fuertemente.
– Por supuesto que sí, Wolfhard.
Él me mostró la sonrisa más linda que había visto en mi vida.
– Feliz año nuevo.
Y volvió a juntar nuestros labios en un beso, el primero de muchos más.
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